Dios, Alá y… Voltaire

A partir de los atentados de París, estamos viviendo en plena histeria bélica. Todo el mundo se vuelve parisino y un nuevo diablo aparece en la historia: el Estado Islámico. Pero ante la histeria lo más recomendable es mantener la calma y no perder el espíritu crítico. Con ese espíritu veríamos que, pese al escándalo, los atentados de París no pasaron de ser atentaditos y violencias muy menores dentro de la historia reciente.

Recuerdo cómo hace unos años en Ruanda la tribu de los hutus mató a ochocientos mil tutsis o al revés volteado. Bárbaras muertes a machetazos dejando todo un país lleno de cadáveres. Frente a eso o las matanzas mexicanas, lo de París no pasa de ser una minucia, pero que se convierte en un casus belli para François Hollande, que se transforma en el nuevo Bonaparte.

El conflicto entre Occidente, es decir, los países ricos, y el nuevo califato es una historia muy turbia donde se mezclan intereses económicos, colonialismos, revanchas y muchas cosas más terriblemente sospechosas, pero tiene un aspecto muy atractivo que es el conflicto religioso. Un conflicto del cual es culpable el encuentro de dos monoteísmos. Recordemos que el monoteísmo que se supone ser la religión verdadera tiene un curioso defecto: es intolerante.

En contraste con los politeísmos que son de lo más abierto e inclusivo. Pensemos en la religión de los griegos, donde cabían dioses, diosas, faunos, sirenas y semihéroes. En una religión así o en la hindú, donde caben cien dioses pueden caber ciento uno o los que queramos.

Pero aparece el padre Abraham y de él salen no uno sino tres monoteísmos igualmente intolerantes: el del Yahvé judío, el del Yahvé cristiano y trinitario y Alá, cuyo profeta es Mahoma, a quien el arcángel Gabriel, que había sido el de la Anunciación, se convierte en el taquígrafo del Corán, el libro perfecto.

Si los tres monoteísmos son intolerantes, el de los judíos es el menos dañino porque es practicado por muy pocos y no es proselitista. El islam y el cristianismo, en cambio, son dos religiones que han querido extenderse por el mundo y aniquilar cualquier otra religión existente. Intolerantes, belicosas, cruzadas o ahora terroristas, su objetivo es salvar a todos los hombres aunque éstos no quieran. Movimientos donde se mezclan la religión y el poder. Religiones conquistadoras y colonialistas donde tras de los soldados vienen los frailes o los imanes para convertir a la fuerza.

Hoy vemos al islam como bárbaro, pero olvidamos que el cristianismo hace quinientos años no era mejor con sus guerras religiosas, sus inquisiciones, su censura y su fanatismo. Lo que pasa es que en Occidente la ciencia y el racionalismo crítico fueron amansando la religión, es decir, a los predicadores dogmáticos se enfrentaron los filósofos, cuyo símbolo más encantador es Voltaire.

Y hoy por hoy el cristianismo puede ser intenso entre ciertas minorías, pero, en general, es de lo más light frente a la verdadera religión que es la del consumo, el placer y el dólar todopoderoso.