“A uno le gusta tener armas, aunque espera nunca tener ocasión de usarlas”, Thomas Jefferson en carta a George Washington, 1796.
El derecho a la posesión de armas se asocia inmediatamente con Estados Unidos de América, donde, con pocas limitaciones por la ley, está plenamente reconocido y donde hay más ciudadanos que portan armas que en cualquier otro país del mundo.
Este derecho esta establecido en la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, aprobada por el Congreso en 1789, y que pasó a formar parte de la Carta Magna en 1791 cuando el estado de Virginia ratificó 10 de las enmiendas propuestas.
El derecho a la posesión de armas surgió en Inglaterra en la Edad Media, cuando eran sentados los precedentes del Derecho anglosajón (Common Law) y la monarquía parlamentaria. En 1181 Enrique II promulgó una ley que requería a todo hombre libre a tener armas al servicio del rey. Es decir, el derecho a la posesión de armas estaba ligado al servicio militar.
En 1689 fue reconocido el derecho a poseer armas para defensa personal—únicamente para los protestantes— en la que es su interpretación moderna. Este derecho formó parte de la Declaración de Derechos (Bill of Rights) del mismo año, que se incluye en la actual Constitución no escrita del Reino Unido.
El derecho a poseer armas, como el resto del derecho anglosajón, fue exportado a Estados Unidos, Canadá, Australia y otros territorios. Pero en las décadas siguientes a la promulgación, el Parlamento británico impuso numerosas restricciones que acabaron por abolir este derecho. La excepción fueron las Trece Colonias inglesas en Norteamérica: no sólo lo mantuvieron, sino que la metrópolis le cedió su regulación a sus autoridades locales. Y con la Independencia de los Estados Unidos la posesión de armas se convirtió en un derecho consagrado.
“Suponer que las armas en manos de los ciudadanos, son para ser usadas a su propia discreción excepto en su autodefensa, o bajo las órdenes de ciudades, condados o distritos de un estado, es demoler cada constitución y dejar que caigan las leyes, que ningún hombre pueda disfrutar las libertades y es la disolución del gobierno. La ley fundamental de las Milicias es que sean creadas, dirigidas y comandadas por las leyes y siempre para sostener las leyes”, John Adams, (segundo presidente de los Estados Unidos).
Wikipedia.org/bbb