Multas y concesiones de avenidas

Félix Fuentes

El gobierno capitalino de Miguel Ángel Mancera se significa por imponer multas a conductores de automóviles y a la vez solapa a mafias de taxistas y microbuses o se desentiende de transportistas de refrescos, cervezas y mercancías en general.

Los cobros a dueños de automóviles empiezan con los impuestos en la compra de unidades, seguidos de tenencias, placas y verificaciones.

Luego se exacciona con parquímetros, dado que los concesionarios inmovilizan a los vehículos con sus “arañas” y cobran más de 600 pesos para liberar cada unidad.

Se dan casos de atracos descarados como el de la avenida Moliere, en Polanco, donde los usuarios meten sus monedas a parquímetros, pero éstos no funcionan y las grúas de tránsito se llevan los vehículos. Cada propietario paga 900 pesos y a diario son levantados de 60 a 100 unidades en esa arteria. Nadie impide tan abierto bandidaje.

Pasado mañana entrará en vigor el nuevo reglamento de tránsito y el régimen de Mancera prevé 60 mil infracciones por día. Un dineral que pagarán quienes se pasen “altos”, invadan rayas peatonales, no lleven cinturones puestos y hablen por los celulares en vehículos en movimiento.

También serán infraccionados quienes invadan carriles de metrobuses o den vueltas a derecha e izquierda, aun cuando estén libres de tráfico los respectivos carriles. Esas vueltas están permitidas.

Pese a tan variados y excesivos cobros a automovilistas, las calles y avenidas de la metrópoli están fracturadas. A los millones de baches y banquetas rotas se suman los levantamientos de asfalto en incontables tramos, los cuales quedan en el abandono durante semanas.

Mediante contratos otorgados por autoridades corruptas, en colonias como Polanco son estrechados los carriles de circulación y elevados los niveles peatonales hasta en 30 centímetros.

Mancera debiera recorrer Presidente Masaryk —“Quinta Avenida” de la capital— y padecer los infernales embotellamientos derivados de esa arteria, en la cual quedaron reducidos los cruces de tres carriles a uno, además de que fueron erigidas pirámides truncas contra las cuales se tropiezan discapacitados y gente de la tercera edad.

El caos de Masaryk sería repetido en el Corredor Cultural Chapultepec-Zona Rosa, mediante una concesión por 40 años al Grupo Invex, encabezado por Simón Levy.

El señuelo consistía en la construcción de segundos pisos, vías rápidas, ciclopistas y jardinerías, sin costos a quienes pagan impuestos. ¿Un milagro caído del cielo? No. Dicho grupo haría fortunas a través de zonas comerciales en Avenida Chapultepec y la Glorieta de Insurgentes.

Eso provocó protestas en colonias aledañas y el gobierno capitalino realizó una consulta a través del Instituto Electoral del DF, el cual obtuvo opiniones de “sí” y “no” entre 22 mil 370 hombres y mujeres.

La derrota para el gobierno de Mancera fue abrumadora, dado que 63% de los participantes votó en contra. Sin embargo, la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, anunció otra convocatoria con un nuevo proyecto.

O sea, a los capitalinos se les exprime mediante draconianas multas de tránsito y son aplicados elevados impuestos a los vehículos, además de ser concesionadas arterias como la de Insurgentes para el tráfico de metrobuses.

Sigue la entrega de vías públicas a particulares para negocios comerciales. Pero por lo sucedido el domingo pasado, la ciudadanía despierta y se lanza contra autores de latrocinios.

(Esta colaboración es mi última

del año. Les deseo Feliz Navidad

así como salud y éxitos en 2016.)