Después de 17 años de supremacía chavista

 

Bernardo González Solano

Después de 17 años de supremacía chavista en la Asamblea Nacional de Venezuela, el pueblo opositor, coaligado en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) , demostró en las urnas que “sí se pudo” y el domingo 6 logró una contundente victoria al obtener, por lo menos, 99 curules contra 46 del oficialismo representado por el Partido Socialista Unificado de Venezuela, quedando por repartir 22 escaños, para sumar un total de 167 diputados —113 nominales, 51 por lista y tres representantes indígenas—, según anunció Tibisay Lucena, la presidenta del Consejo Nacional Electoral de la República Bolivariana de Venezuela, en una conferencia de prensa realizada más de seis horas después del cierre de los comicios.

El retraso del anuncio del resultado se debió, según fuentes de la Defensa, a un serio forcejeo con Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional saliente, que pretendía “salvar” la derrota confrontando la situación movilizando la Unidad de Batalla Chávez —la organización política de los grupos paramilitares—; lo que obligó a que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López compareciera públicamente para garantizar que “no iba a ocurrir nada en contra del proceso democrático”.

La avalancha de votos contra el gobierno fue tan apabullante que al final tanto Cabello y el propio Nicolás Maduro tuvieron que tragar gordo y aceptar la derrota. El enorme castigo popular contra el gobierno sorprendió a todos, tanto al núcleo duro chavista como al alto mando militar que, comprometido con el chavismo, no contaba con ser su ejecutor.

“Perdimos, por ahora”

Esa misma noche, un Maduro Moros (Caracas, 1962), evidentemente afectado por la cruda realidad electoral que sufrió el domingo 6 de diciembre, con melifluo tono de voz muy diferente al de otros días, reconoció por televisión su derrota legislativa: “Hemos venido a reconocer estos resultados adversos, a aceptarlos y a decirle a Venezuela que los reconocemos como tal han sido emanados… ha triunfado la guerra económica por ahora (sic), una estrategia para minar confianza, ha triunfado circunstancialmente el estado de necesidades credo por un capitalismo salvaje de esconder productos, encarecerlos. América Latina conoció experiencias pasadas, Guatemala, Chile, el Chile de Salvador Allende… supimos que estábamos bajo la corriente y no nos escondimos y dimos la cara… Estamos con nuestra moral intacta (sic), siempre hemos sabido, con nuestra ética (sic), ir a reconocer los resultados en todas las circunstancias, favorables o adversas de carácter local… ha triunfado la Constitución y la democracia”. Reiteró: “perdimos, por ahora”.

En poco tiempo se sabrá hasta qué punto las palabras de Maduro son sinceras. No será fácil que el sucesor de Hugo Chávez se pliegue al rumbo que imponga la oposición en la Asamblea Nacional. Los adversarios del “hombre del pajarito” saben que en su camino encontrarán muchas marrullerías que traten de impedir que la voluntad popular aterrice democráticamente en los llanos venezolanos. La nueva Asamblea Nacional entrará en funciones el próximo 5 de enero de 2016. El día de Reyes empezará la nueva época política de Venezuela.

Pronto, muy pronto la oposición podrá comprobar si las palabras de su líder, Jesús Chuo Torrealba, el secretario ejecutivo de la MUD, se apegan a la realidad. Al conocer los resultados de las elecciones, Torrealba, eufórico, dijo: “Comenzó el cambio, Venezuela! Hoy tenemos razones para celebrar. El país pidió un cambio y ese cambio empieza hoy. El voto logró vencer democráticamente a un gobierno que no es democrático”. Asimismo, otro dirigente opositor, excandidato presidencial, Henrique Capriles, escribió en su Twitter: “¡Ganamos Venezuela! ¡Siempre lo dijimos, este era el camino! ¡Humildad, madurez y serenidad! ¡Que viva el pueblo venezolano!”.

A su vez, Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López, llamó al gobierno de Maduro al “diálogo, la reconciliación, la paz y la liberación de los presos políticos”.

Pase lo que pase, el hecho es que la oposición venezolana “sí pudo” con el aparato gubernamental que parecía invencible desde el tiempo de Hugo Chávez. El domingo 6 de diciembre pasará a la historia democrática de Venezuela, cuando el 74.25% de los electores acudieron a las urnas. Por lo mismo, Jesús Chuo Torrealba advirtió: “Es nuestra responsabilidad mandarle un mensaje al gobierno, el pueblo ha hablado claro y no tolerará más desvíos de sus principios… las familias venezolanas se cansaron de vivir las consecuencias del fracaso, el pueblo no tolerará ni el más mínimo desvío de los principios establecidos en la Constitución”.

En el marco de la nueva relación de fuerzas que se vislumbra en Venezuela, el gobierno y la oposición enfrentan el mismo dilema postelectoral. La distorsión de precios ha convertido a la economía en una bomba de tiempo: el ajuste parece ser inexorable. La discusión girará en adelante alrededor del sector que pagará los mayores costos.

El papel de la prensa

La prensa, tan acosada por Maduro desde que llegó al poder, también tiene su compromiso en el futuro del país. Por ello, el diario El Nacional, que no tiene precisamente simpatía por el chavismo, pidió, ante las actuales circunstancias, encontrar un mínimo de consenso entre aquellos que están de uno y otro lado de la línea divisoria. En su editorial del domingo, El Nacional convocó a “hacer el esfuerzo para tratar de entendernos, sin que se nos acuse de débiles e ingenuos. Hay que armarse de valor y pensar, en medio de tanta indignación y de furia contenida, si a estas alturas es posible distinguir en medio de la ceguera política, algunos puntos de coincidencia”. Para este periódico, “ningún venezolano, sea oficialista o de oposición, desea la violencia, la inseguridad, el narcotráfico, la corrupción, la violación de los derechos humanos y la escasez de alimentos y medicinas, o las universidades cerradas”.

En tanto, ¿qué cambios puede haber en Venezuela tras la primera derrota del chavismo en 17 años? Para empezar, este no es el fin de Maduro que continuará como presidente de la Bolivariana República hasta 2019, aunque haya perdido la mayoría parlamentaria. Para detenerlo hace falta algo más que los 99 diputados que logró la MUD. La oposición necesita 12 escaños más para lograr una mayoría calificada, algo que algunos analistas creen que será posible alcanzar una vez haya finalizado el recuento de votos.

Es posible que la nueva mayoría usaría su victoria para aprobar una amnistía para decenas de opositores encarcelados durante las protestas de 2014, entre los que se encuentran dos de sus principales cabezas, Leopoldo López —que ya muchos ven como el próximo candidato de la oposición a la presidencia de la república—, y Antonio Ledezma.

Por otra parte, varios opositores de línea dura (los que más han sufrido la represión de Maduro y de Cabello) se empeñan en forzar un referéndum revocatorio contra Maduro para que su mandato termine lo antes posible, aunque todavía no cuentan con los apoyos necesarios.

Parar en seco a Maduro, que asumió la titularidad del Ejecutivo después de la muerte de Chávez en 2013, no será nada fácil. No se olvide que todavía tiene el control casi absoluto de otras ramas del poder del Estado, como la Corte Suprema, lo que significa que puede arreglárselas fácilmente aún con un Congreso hostil. De ahora a enero, la todavía en funciones Asamblea Nacional podría aprobar de último momento una ley que dé a Madero poderes de decretos especiales. Ya lo ha hecho en otras ocasiones,

Si la oposición lograra una mayoría de 112 legisladores (algo nada fácil), el Congreso tendría poder para cambiar los jueces del Tribunal Supremo e incluso convocar una convención para reescribir la Constitución chavista de 1999.

En fin, con una inflación que se asegura ronda los tres dígitos, colas interminables a las puertas de los supermercados (casi vacíos) debido a la escasez de productos básicos y una devaluación del 80% de la moneda en el mercado negro, ha sido la economía que ha vuelto a los venezolanos contra el gobierno. Bien lo decía Bill Clinton: “¡Es la economía, estúpidos!”.

La derrota del gobierno bolivariano que Hugo Chávez, el manirroto que votó el dinero de la riqueza petrolera a favor de sus socios cubanos, nicaragüenses y demás, seguido por su heredero, Maduro Moros, significa otro golpe a la izquierda de América Latina tras la victoria el mes pasado del centro-derecha en los comicios presidenciales de Argentina.

Pese a su triunfo electoral, la oposición no la tiene fácil en Venezuela. El hoyo económico en que se encuentra tardará mucho tiempo en salvarse.