España, a una semana de las elecciones

 

No tengas miedo. Capturaré los ruidos,

los guardaré en cajitas y los llevaré a Correos.

Günter Grass

 

 

Madrid.- A una semana de las elecciones, el Partido Popular (PP) encabeza la intención de voto con el 23.9% seguido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) casi con el mismo porcentaje. Podemos acumula el 16% y el resto se lo reparten Esquerra Republicana Catalunya, Democracia y Libertad (Cataluña) e Izquierda Unida (IU) con el 4.9%. Lo que queda se diluye entre fuerzas políticas mínimas.

Así las cosas, la alianza más clara para formar gobierno la integrarían el PP y Ciudadanos con 180 diputados por lo que Albert Rivera tendría la llave de la nueva legislatura.

No me defiendas, compadre

Sin embargo, no se descarta que los socialistas puedan coaligarse con los partidos de Pablo Iglesias y Alberto Garzón (IU), aunque los sondeos indican que será difícil que alcancen la mayoría requerida.

La gran revelación es la formación naranja que comenzó como una fuerza regional y ahora se mueve a placer dentro del panorama nacional.

Hace poco menos de un mes todo indicaba que el PSOE y Podemos tendrían en sus manos la mayoría de la Cámara de Diputados pero las encuestas han dado un vuelco inesperado desde entonces.

Pese a la mala imagen de Mariano Rajoy —su imagen ocupa el penúltimo lugar en la opinión pública— la mayor parte de los electores rechaza la alianza entre PP y PSOE. Los conservadores sólo podrían gobernar si Ciudadanos lo apoyara o se abstiene. Podemos aceptaría entrar al Congreso con una fuerza importante pero no suficiente para alterar el ritmo político del país.

Sólo un crecimiento inesperado de Podemos podría cambiar las reglas del juego para los siguientes cuatro años.

Lo que es imposible dejar a un lado es la hipocresía del ministro Rafael Catalá y de María Dolores de Cospedal, secretaria general de los Populares, quienes, para justificar la ausencia de Rajoy en los debates políticos, nos dicen, como si fuéramos párvulos, que don Mariano no asiste porque tiene que gobernar España “responsabilidad que no asumen Sánchez, Rivera ni Iglesias”.

En México a esta reflexión se contesta con el coloquial dicho de “no me defiendas compadre…”.

El titular de justicia manifiesta que el hombre de la Moncloa no asistirá más que al diálogo de siempre entre él y el principal partido de la oposición, en este caso el PSOE.

Da pena

Da pena escuchar argumentos tan falsos, palabras que ofenden y juicios que no tienen ningún sustento. La actitud del presidente del gobierno es cobarde y teme enfrentar a los líderes de otras fuerzas políticas porque se siente inseguro, incapaz de debatir y no es ningún prodigio de imaginación.

Arreglados estamos si este señor sigue al frente de los destinos del país.

El ambiente político se ha vuelto casi irrespirable. Los españoles no pueden ni debemos, cometer el error de creerle. Lo siento por la vicepresidenta doña Soraya Sáenz de Santamaría que acudirá al debate a cuatro en la SEXTA de televisión.

Ella como representante de Rajoy. ¿Dónde se ha visto algo parecido? Hay que meterse debajo de la mesa para que no vean cómo nos enrojecemos de vergüenza.

De todas formas, nada está escrito todavía y depende de la capacidad de diálogo que tengan los líderes de las formaciones que cuentan para formar el nuevo gobierno. Con buenos razonamientos tendremos una legislatura con estabilidad y que respaldarían los españoles.

De la incongruencia que supone el rechazo a Rajoy surge la incógnita de si los acuerdos lo llevarían a repetir como jefe de gobierno con el aval de Albert Rivera.

Opinión pública volátil

Como están las cosas y la volatilidad de la opinión pública, aún pueden cambiar las preferencias para favorecer a un gobierno de izquierda que estaría integrado por PSOE, Podemos e Izquierda Unida.

Esto con tal de que don Mariano no repita en La Moncloa.

El clima social se ha calentado esta vez como nunca desde hace casi 40 años en que disfrutamos de una frágil democracia. Enrarecen el cotarro los fraudes de exfuncionarios y funcionarios públicos, empresarios y miembros de los sindicatos.

Tras bambalinas se mueven muchos hilos. Nadie está seguro de lo que viene y cómo llega. Hay encuentros privados entre líderes políticos que no se dan a conocer. La campaña nace con acusaciones de todos contra todos. Rivera, Sánchez e Iglesias llevan más de un año denunciando las irregularidades y prepotencia del PP que “abusa” de su mayoría absoluta en el Congreso y permanece inmóvil.

En los medios de comunicación, en todos los medios, se desataron los ataques mutuos y perdura el odio y la revancha. Sólo algunos programas televisivos y de radio cumplen con su deber de mantener la independencia periodística.

Cabe destacar a los profesionales de Al Rojo Vivo, El Objetivo, Las Mañanas de la Cuatro, Más Vale Tarde y la Cadena Ser.

Inclusive se dice —rumor, suposición, mala fe— que el gobierno presiona a los dueños de los informativos para que despidan a periodistas y tertulianos incómodos.

En última instancia se trata del que el gobierno que viene no caiga en las malas mañas del actual y, por eso, Rajoy no es fiable como presidente.

La actual tendencia demuestra una vez más que los españoles llevan a cuesta su fama de conservadores y que son pocos dados al cambio aunque penetra por todas partes.

Otro factor que puede influir es el temor a que nos vaya a ir peor por lo que nuestra clase media se inclina a mantener el status quo aunque se agudice el deterioro social.

Esta en vilo la tendencia a que estos comicios sean los más numerosos de nuestra historia reciente pero nunca se ha visto a tantos conciudadanos que callan y no muestran preferencias por temor a “quemarse”.

¡Que gane el que más votos tenga y sus alianzas! Adelante.

Debemos preocuparnos porque el próximo gobierno siga con su política neoliberal que es la entrega a los dictados de la Unión Europea, organismo manejado por la derecha europea y que nos rige a su antojo.

Para resumir, debo decir que la baja de apoyo a Podemos se debe a que Pablo Iglesias ha querido, y él lo dijo, construir la casa empezando por el techo. Es decir, acusa a las grandes instituciones que dominan al mundo —España incluida, no faltaba más— sin darse cuenta que para lograr su propósito deben construirse los cimientos de este castillo de intereses oligárquicos.

Es preciso señalar que el 24% de los electores todavía permanece indeciso y no sabe por quién votar.

¡Que cada quien haga un análisis de conciencia y recuerde que más vale remediar a tiempo que quejarnos después!