Recaptura del Chapo

Los días 2 y 3 de octubre de 2015, los actores Sean Penn y Kate del Castillo se reunieron con Joaquín Guzmán Loera. El objeto de la entrevista fue conversar con éste y publicar el diálogo en la revista Rolling Stone y tratar de la eventual filmación de una película sobre las andanzas de Guzmán Loera, quien está considerado en el mundo como el mayor narcotraficante de la actualidad.

Pasaron más de tres meses de aquella reunión, y Guzmán Loera, conocido como el Chapo, fue detenido en Los Mochis por elementos de la Armada de México, según unas fuentes, por militares o por policías federales, de acuerdo con otras. La detención ocurrió tres días después de que el diario The New York Times recriminara al gobierno mexicano por la desaparición de los 43 muchachos de Ayotzinapa y varios pecados más, entre otros la doble fuga de Guzmán Loera de sendas cárceles federales.

Después de que ocurriera la detención, según las versiones de prensa, la entrevista del Chapo con los dos actores ocurrió en “la cima de una montaña” en los límites de Sinaloa y Durango, un refugio que fue atacado a mediados de octubre por fuerzas federales mexicanas. Sin embargo, otras fuentes mencionan un sitio que pertenece a la Universidad Autónoma de Sinaloa.

La versión de Sean Penn es que uno de los hijos de Guzmán Loera lo recogió en un hotel “de una ciudad mexicana” y que él y Kate del Castillo fueron llevados a un pista donde ellos y la comitiva subieron a dos aviones que después de dos horas de vuelo aterrizaron donde otro convoy los recogió y se echaron a andar. Pasaron por un retén militar donde les ordenaron detenerse, pero al ver que se trataba del hijo del Chapo los dejaron pasar de inmediato.

Llegaron a un lugar donde se reunieron y conversaron con el Chapo. De acuerdo con la procuradora general de la república, Arely Gómez, “el capo sostuvo reuniones con actrices y productores de los que no dio nombres, con la intención de protagonizar una película sobre su vida, lo que ayudó en parte a descubrir su ubicación (Excélsior, 11/I/2016). Otra versión de las autoridades es que ellas supieron de la reunión, pero que no intervinieron porque había inocentes alrededor, o algo igualmente absurdo.

Una versión habla de que para detener al Chapo se contó con información del Cisen para detectar el sitio donde estaba. La versión de la Armada es que sus elementos fueron a donde estaba el Chapo por una llamada anónima. Otra versión da a entender que la detención se realizó en el domicilio denunciado después de una balacera. Otra versión es que escapó por el drenaje, tiempo después emergió y con su jefe de guardaespaldas robó un coche en el que huyeron, y la detención se realizó al ser detenido por exceso de velocidad, y de acuerdo con otras fuentes por robo de auto.

En Estados Unidos se publicó que la detención fue obra de la casualidad, pero también que fue una operación en la que algún papel tuvieron agentes de corporaciones estadounidenses, lo que niegan las autoridades mexicanas. Hay, por supuesto, varias versiones más, todas contradictorias.

La PGR dijo que llamaría a declarar a Sean Penn y a Kate del Castillo e incluso se habla de que podrían endilgarles algunos cargos. Diversos juristas señalan que si el objeto era realizar la entrevista que publicó Rolling Stone y hacer una película se trataría entonces de una misión periodística que no puede ser punible, lo que una fuente del gobierno federal que no da su nombre (Excélsior, 11/I/2016) descalifica porque “ellos no son periodistas”. El anónimo funcionario ignora que en México, para ejercer el periodismo, no se requiere patente y que cualquier persona puede recoger información y divulgarla si cuenta con los medios para hacerlo.

En fin, que el caso del Chapo ha metido a las autoridades en un chapopotal. No aparecen los 43 estudiantes secuestrados por las autoridades en el estado de Guerrero, pero se festeja la reaprehensión del Chapo como si fuera el campeonato mundial de futbol.

En medio del desastre de este sexenio, el gobierno sale a la superficie en busca de oxígeno. Para su desgracia, la credibilidad se ha convertido en una moneda más cara que el dólar.