Hay cosas que simplemente no cambian. Desde hace tiempo, la imagen de México es la de un país corrupto y violento; violento y corrupto. El orden ya no importa. Lo dicen quienes viven aquí el día a día, en la batalla diaria en instituciones y servicios, esosque saben que soltando el moche, logran lo que quieren aun y cuando tengan la ley a su favor, pero también lo insisten en decir otros, los ajenos, los que viven allende fronteras.

Por eso cuando señalan que México es el país más corrupto de las 34 naciones que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), no es, lamentablemente, de extrañarse.

Hace unas semanas adelantamos cómo la percepción de nuestro país sobre este tema es para llorar; hoy el índice de la Percepción de la Corrupción 2015 elaborado por Transparencia Internacional, confirma lo dicho: México sigue a la zaga, muy por detrás de las economías más consolidadas, y también de sus principales competidores económicos, debido, principalmente, a ese prietito del arroz: la corrupción.

Los analistas afirman que los escándalos públicos, los señalamientos en contra de gobernadores y servidores públicos y, por supuesto, la famosa fuga del capo más buscado del mundo, “el Chapo”, fueron la puntilla para que México se consolidara como el más corrupto de los corruptos en nuestra zona geográfica.

El título “nobiliario” lo trae presumiendo nuestra nación desde hace dos años; este 2015 ratificó su posición número 34, el último lugar de las naciones que integran la OCDE; a México le separan 86 y 79 lugares de sus principales socios económicos, como son Canadá y Estados Unidos. 

Bueno, ni Brasil, que empeoró un 10% este 2015 en relación al 2014, está tan mal como México; de hecho, lo separan 19 lugares. Para llorar, en serio.

La corrupción es, además, por obvias razones, el principal obstáculo para que México avance en temas como la salud, el desarrollo, la educación, la seguridad y la justicia.

Los problemas en algunas entidades, donde las irregularidades en la administración pública están a la orden del día, como Sonora, Coahuila, Nuevo León, Tabasco, Guerrero y Michoacán, acabaron por sepultar el buen nombre azteca.

Las recomendaciones del organismo internacional, que coinciden con el panorama de otros a nivel nacional, coinciden en la urgencia de avanzar en la agenda legislativa que permitan frenar y reducir los índices de impunidad y corrupción.

Y así como México protagoniza una caída libre, hay otros que también han tenido un mayor descenso en sus posiciones durante los últimos cuatro años, entre ellos Libia, Australia, Brasil, España y Turquía. 

En contraparte, aquellos con mejoras más sustanciales, son: Grecia, Senegal y el Reino Unido. Dinamarca es hoy día, por segundo año consecutivo, el país menos corrupto del mundo.

Es destacable cómo, los países en las primeras posiciones del índice presentan características comunes que son clave para obtener buenos resultados: altos niveles de libertad de prensa, acceso a información sobre presupuestos que permite al público saber de dónde procede el dinero y cómo se gasta, altos niveles de integridad entre quienes ocupan cargos públicos, y un poder judicial que no distingue entre ricos y pobres, y que es verdaderamente independiente de otros sectores del gobierno.

Es decir, un verdadero reto para el esquema administrativo de nuestro gobierno mexicano.