“La fecundación in vitro es un aquelarre químico”:

Obispo de Córdoba, Demetrio Fernández

 

 

MADRID.- Formar gobierno es cada día más difícil aunque no imposible antes de ir a nuevas elecciones en las que el resultado sería una sorpresa para todas las fuerzas políticas.

En estos momentos el PSOE se cierra en banda y afirma con rotundidad que de ninguna manera avalará la candidatura de Mariano Rajoy para seguir en la Moncloa. Tampoco se abstendrá. Los principios de los socialistas son el polo opuesto a la doctrina conservadora.

Pero el líder de esa fuerza política entra en barrena y es cuestionado por los barones de diversas partes que encabeza Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía. Su permanencia al frente del ente político pasa porque logre formar una coalición con Podemos. En la cúpula le exigen que no pacte si Pablo Iglesias no renuncia a convocar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Se tambalea aunque caer sería tanto como entregar las armas políticas al neoliberalismo que tanto daño nos hizo en los últimos tiempos. Sin embargo, la verdad es que si vamos a nuevos comicios no sería el candidato. Aún así, está en veremos su liderazgo.

En Ferraz se llevan a cabo reuniones que decidirán el porvenir de la izquierda más votada. Hasta el 28 de diciembre no estaba claro lo que pudiese ocurrir porque algunos presidentes de Comunidades propugnan quitar a Sánchez y colocar un nuevo candidato para el socialismo.

La amenaza de volver a las urnas comienza a verse con mayor claridad. Se mueven fichas aceleradamente aunque los pactos no se habían conseguido hasta esa fecha. Todos los socialistas están en contra de coaligarse con el PP aunque existen voces que proponen hacer alianzas puntuales en situaciones que no impliquen la seguridad del Estado.

Nadie da nombres pero surge la posibilidad de que encabezara el gobierno un personaje independiente que fuese el abanderado indiscutible de la protección a los derechos humanos y partidario de acabar con los recortes, el desempleo y los bajos salarios.

Existen una opción antes de volver a votar: que Sánchez se abstenga para elegir a Rajoy como presidente, pese a los inconvenientes que tal cosa acarrearía.

Cuatro defensores de la izquierda – Barcelona en Comú, Podem, Podem-Compromís y Mareas- podrían adoptar medidas eficientes sin alterar la paz social durante el tiempo en que sólo tuviéramos un gobierno en funciones.

Ciudadanos asegura que no investirá a los populares pero se muestra partidario de abstenerse y esperar que en un par de años se cite a comicios para trepar a la Moncloa. Albert Rivera, el joven dandy, con un lenguaje hábil y ambivalente, sabe que puede esperar algún tiempo porque el desgaste y la edad de don Mariano le darían el triunfo.

También está consciente que apoyar al PP no sería suficiente para que el santiagués ocupe el sillón que este mismo tuvo en los últimos cuatro años. El propósito de C`s es evitar a toda costa que Pablo Iglesias encabece el gobierno porque lo considera anti-sistema y perjudicial para la nación.

Para los partidos tradicionales, Podemos es el partido a vencer. Lo temen y tiemblan de sólo pensarlo. Todos nos preguntamos si Iglesias podría mantener el poder frente a la troika.

“La consulta catalana es una reivindicación histórica”, sostiene Pablo con claridad. No así sus barones, que antes de abordar el tema piden que los socialistas, contribuyan a la aprobación de medidas concretas a favor de la independencia y la soberanía de España.

Lo evidente es que todas las fuerzas políticas, inclusive muchas voces del PP, no desean a don Mariano otra vez en el poder. De buena gana el presidente Jose María Aznar lo cambiaría, si pudiese, y contribuirá a su caída si hay una nueva cita comicial.

La ultraderecha, y algunos representantes del sector privado así como los políticos de la vieja escuela, siembran el miedo y anuncian un cataclismo si Podemos llega a la presidencia.

Apuestan por influir lo más posible en las clases medias que han sido las más renuentes a expresar su simpatía y que, sólo a última hora, se inclinaron por un cambio más a fondo.

“Gobierno estable”, aúllan los señores de la cáscara amarga porque la transformación nacional de nuestro Estado semidemocrático está llena de personajes oscuros que se enriquecen con el stablisment y su desaparición traería como consecuencia la muerte súbita de los privilegios elitistas en cuyo campo los españoles de a pie poco pintan.

Los rumores abundan, las conjeturas y los pactos impensables están en boca de todos; los cambios radicales no llegarán. Podemos no quiere romper el sistema sino renovarlo en sus entrañas, sanarlo y hacerlo más justo mediante la discusión libre y plural en el nuevo Parlamento.

La ronda de conversaciones iniciada por Rajoy terminó hace unos días y todo indica que no habrá podido llegar a acuerdos ni siquiera puntuales. El madrileño Pedro obtuvo los peores resultados en su circunscripción, Madrid, y sabe que está en juego su hegemonía e imagen. Se aprovechan, los que quieren y saben, de tal situación para seguir poniendo piedras en su camino.

Iglesias tampoco lo hace fácil porque aún con el apoyo de su formación, los socialistas tendrían que aliarse también con el PNV, Coalición Canaria, Esquerra Republicana e Izquierda Unida-Popular para lograr su propósito.

Hay un enfrentamiento entre quienes desean un cambio para bien de los españoles y aquéllos que se conforman con defender la actual situación económica de austeridad y se inclinarán por quien salga elegido, no importa su color.

El neoliberalismo responde a la defensa de intereses espurios. Y también a que los latrocinios descubiertos duerman el sueño de la justicia, no tan justos y con pesadillas.

Al mismo tiempo, otra burla más para los ciudadanos de este país: en una votación (si así puede llamársele) resultó que aquéllos que desean la independencia empatan a 1,515 votos con los que están en contra. El anuncio lo hizo la CUP que parece disfrutar de la inocencia de los catalanes y del resto de España. Esta broma es miserable y pueril. ¡Que no nos metan el dedo en la boca porque se lo vamos a mordeMariano hace ahora los deberes que no hizo durante el tiempo que fue presidente del gobierno. Olvidó sus queridos plasmas y sus evasivas. Se hace selfies con la gente que le llevan, dóciles individuos que se prestan a la pantomima. Para él “hay que pensar en la gobernabilidad de España y olvidarse de las siglas”.

Por lo visto, Rajoy quiere continuar echado en la tumbona y el puro de la satisfacción entre las manos. No es un rey mago que traiga regalos por más que lo intente. Evitemos el miedo que lanzan el FMI, los grandes bancos y las multinacionales si llegase la izquierda.

Claudicar ante la presión de dichos organismos sería suicida.