Pierre Boulez (1925-2016)

 

 

A mi amigo Jesús López Macedo,

por una pasión compartida.

Una vez más la realidad nos confirma esa constante de que la muerte de los grandes en una especialidad suele venir de tres en tres, porque a escasos días del triste deceso del notable director de orquesta alemán Kurt Masur, hecho igualmente aquí consignado, ahora se ha dado el no menos sensible del francés Pierre Boulez (Montbrison, 1925-Baden-Baden, 2016), en su caso también reconocido como compositor y pedagogo cuya influencia en el curso de la música contemporánea de concierto ha sido innegable. El eterno adolescente de la música académica, por su carácter iconoclasta y su espíritu siempre transgresor, primero estudió matemáticas en el Politécnico de Lyon, si bien pronto descubrió que su verdadera vocación era la música. El que sería un encuentro definitivo en su formación euterpeana, en 1944 conoció al notable compositor Olivier Messiaen, con quien estudió armonía en el Conservatorio de París; también aprendería por esos años contrapunto con Andrée Vaurabourg, esposa del no menos vital músico suizo Arthur Honegger, y la técnica dodecafónica, dada su sincera admiración por la personalidad y la obra del vienés Arnold Schönberg, con René Leibowitz.

 

Teatro de Jean-Luis Barrault

En el centro del radio de la influencia de la música contemporánea, tanto de sus mayores hallazgos como de sus más oscuras pifias, en su trabajo como autor empezó cultivando una técnica atonal —dentro de un estilo serial post-weberniano— influido sobre todo por su implacable maestro Messiaen. Dentro de este llamado “serialismo”, a diferencia del dodecafonismo schönberiano, no sólo se limitó a aplicar el término de “serie” en el terreno de las notas, sino de igual modo a otras variables del sonido, a decir, el ritmo, la dinámica, el ataque; con ello daría lugar al llamado “serialismo integral”, corriente estética dentro la cual fue uno de sus principales representantes, al lado de otros compositores como Luigi Nono, Milton Babbitt, Karlheinz Stockhausen, Ernst Krenek o el propio Messiaen, si bien su maestro nunca se adhirió definitivamente a ella.

Su carrera tanto como compositor como director inició en el famoso teatro de Jean-Luis Barrault, auténtico faro que irradiaba con su resplandeciente luz a prácticamente todos los quehaceres de la cultura francesa de mediados del siglo XX. Continuador de la labor de otras figuras anteriores de la música gala como Edgar Varèse y Pierre Schaeffer, fue de igual modo un no menos visionario precursor y difusor de la música culta electrónica y por computadora, terreno dentro del cual destacan obras suyas como “Répons”, para seis solistas, orquesta y plataforma electrónica. Desde mediados de siglo empezó a experimentar también con la música aleatoria, valioso tránsito creativo que a su vez dio motivo a una no menos enriquecedora correspondencia con el músico norteamericano John Cage. Obsesivo y perfeccionista, pero de igual modo prolífico, el Pierre Boulez autor regresaba continuamente a partituras suyas para su revisión y su relectura, de lo cual da claro ejemplo la última de sus tres sonatas para piano, obra que él mismo denominaba “abierta” porque retornaba a ella para recomponer líneas y pasajes completos, desde su estreno en 1957, o “…explosante-fixe…”, concierto para flauta y plataforma electrónica compuesto en los setenta y revisado por completo en los noventa.

Hecho que se ha dado en muchos otros compositores de igual modo obsesionados por una permanente reescritura de su obra, lo cierto es que el Boulez maduro se distinguió más bien por la búsqueda de una música mucho más serena y accesible, que igual coincidiera con el aplomo de un apasionado y sensible intelectual. En este tenor se encuentran por ejemplo partituras suyas como “Sur Incises” o “Dérive 2”, marcadas por un retorno a la tonalidad, elegantes, poéticas y de refinada sonoridad, donde la imaginación contrapuntística y el sentido de la fantasía marcan la pauta y definen su identidad. El pensador y el lírico en un diálogo pletórico de matices y de tonalidades, de hermosas líneas melódicas que seducen entre inesperadas transiciones de rumbo —el transgresor tampoco aquí se detiene—, estas obras de madurez son señal inequívoca de que la perfección subyace más en la claridad que en el barroquismo. Imagen por excelencia de la música francesa contemporánea, el presidente francés Georges Pompidou lo invitó, en 1970, a crear y dirigir una institución para la exploración y desarrollo de la música moderna, con lo cual surgió el fundamental IRCAM (Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique), del que Boulez fue titular hasta 1992, si bien permanecería ligado a él hasta el 2010.

 

Promotor de nuevos autores

Como director de orquesta, Pierre Boulez estuvo al frente de las más importantes instituciones musicales del mundo como invitado especial, reconocido sobre todo por su invaluable labor con la obra de importantes compositores modernos y contemporáneos como Maurice Ravel, Claude Debussy, el propio Schönberg, Ígor Stravinski, Béla Bartók, Anton Webern y Edgar Varèse. Conocedor y admirador igualmente de la obra de Alban Berg, discípulo a su vez de Schönberg, su lectura y su montaje de la ópera “Lulú” es ya referencial, consignados en una memorable grabación de la misma con la primera soprano canadiense (de ascendencia griega) Teresa Stratas, con la Orquesta de la Ópera de París; su versión videográfica, con puesta en escena de Patrice Chéreau, de 1979, es no menos insuperable. Invitado por Wolfgang Wagner al Festival de Bayreuth a dirigir Parsifal, en 1966, su lectura ligera de esta ópera cimera de Richard Wagner contrastó con la tradición, pero con tal éxito que volvería varias veces, también con el citado Patrice Chéreau en una mancuerna para la memoria, con “Tristán e Isolda” y toda la tetralogía “El anillo del Nibelungo”, con grabaciones hoy igualmente ya paradigmáticas del repertorio wagneriano.

Generoso promotor de nuevos y menos reconocidos autores como Luciano Berio, Karlheinz Stockhausen, David del Puerto, Elliott Carter, Olga Neuwirth, York Höller y Frank Zappa, el nonagenario Pierre Boulez fue director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York desde 1971 hasta 1977; conjuntamente abrió, extendiéndose hasta 1995, una memorable cátedra de composición, técnica y lenguaje musical en el Colegio de Francia, que serviría de guía y despegue a muchos interesantes compositores de las postrimerías del siglo XX y de inicios del nuevo milenio, y en paralelo, fue titular de la Orquesta Sinfónica de la BBC, desde 1971 hasta 1974. Hasta su fallecimiento, fue el principal director invitado en la Orquesta Sinfónica de Chicago, y uno de los más asiduos visitantes de la Orquesta Filarmónica de Viena, de la Orquesta Filarmónica de Berlín, de la Orquesta Sinfónica de Londres, de la Orquesta de Cleveland y de la Lucerne Festival Academy Orchestra. El legado discográfico de este siempre joven titán de la música de concierto es de igual modo impresionante, sobresaliendo lo hecho sobre todo con sus más admirados autores del siglo XIX y XX, y claro, con todo el acervo de la música académica contemporánea. ¡Descanse en paz!