Evadir impuestos es para muchos un acto de justicia ante la vapuleada que día con día propina el gobierno con sus decenas de contribuciones que se deben hacer al erario público. Entre el ISR, IEPS, IVA, IETU, IDE, los impuestos federales, estatales y municipales, por alimentos, medicinas, cigarros, dulces, chicles y hasta por comida para perros, nos tienen hasta el cuello.
El gobierno lo sabe y por eso, la increíble vigilancia que aplican a todo lo relacionado al servicio tributario, cuya base de datos, sin embargo, sigue siendo “víctima” de fraudes y evasiones.
Cuando la evasión es a nivel hormiga, el grueso de las veces no nos importa, pero cuando los casos alcanzan niveles de cientos y miles de millones, la cosa cambia, y acaba de suceder quizá, el caso más grande del que cuente la historia.
Sucedió recientemente cuando la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente difundió el caso de un robo de identidad; la mujer afectada le debe al fisco más de mil 800 millones de pesos, debido a los depósitos bancarios que hicieron a una cuenta a su nombre una presunta banda de delincuentes.
Desde el 2006, los abusivos sujetos usaron la documentación de la mujer para registrarla como propietaria de un establecimiento dedicado a la destilación y venta de alcohol etílico. Falsificaron su credencial de elector, imagen y firma. La dieron de alta en Hacienda y le pusieron un domicilio falso.
Con esa información de base, fueron al banco. Abrieron una cuenta y, tres años después, comenzaron a hacerle depósitos de hasta 800 millones de pesos.
Afortunadamente la joven ya había detectado alguna irregularidad; reportó el robo de su acreditación –cuenta con una sentencia definitiva de un tribunal competente, donde se reconoce la falsificación de la credencial de elector- y, además, el banco sede donde aperturaron la cuenta encontró algún conflicto y dio de baja la dichosa cuenta, pero desafortunadamente ya se habían hecho grandes depósitos en la misma.
Al dar seguimiento al caso, encontraron que el domicilio registrado era falso, y de ahí, se le fincaron los mil 800 millones por evasión fiscal.
Hasta el 2014, había registros de más de 350 empresas que facturan millonarias operaciones comerciales inexistentes. Un año antes, el Servicio de Administración Tributaria había señalado otros 316 comercios que gustaban de esas prácticas.
No al mismo nivel, pero también fueron identificados poco más de 12 mil contribuyentes que hacen operaciones simuladas, disminuyendo así la base gravable del Impuesto Sobre la Renta y para acreditar el Impuesto al Valor Agregado, y alcanzar así hasta devoluciones del IVA.
En un lapso de cinco años, entre 2008 y 2012, de acuerdo a datos difundidos por el SAT, los contribuyentes han logrado evadir hasta 105 mil millones de pesos. El impacto financiero es importante y revelan apenas parte del esquema de evasión utilizado, en gran parte de las veces, por empresas formalmente establecidas o aquellas creadas con prestanombres.
Hacienda pretende seguir marcando antecedentes en un afán de desalentar la práctica de operativos “carrusel”, como se le conoce al procedimiento rutinario para evadir impuestos (cuando se va de una factura a otra hasta identificar grandes telarañas de complicidad).
La institución publica listas negras de empresas evasoras o cómplices del procedimiento ilegal, difunde casos extraordinarios como el de la joven a la que le robaron su identidad y establece millonarias multas para aquellos que osan retarla, pero por cada caso que registra y “elimina” cientos más se concretan en el bajo mundo de la evasión de impuestos. Hay cosas que nunca
