El mundo se declaró anti-fan de Kim Jong-un, el líder supremo norcoreano que conmocionó a la humanidad tras confirmarse que aprobó el tercer ensayo de prueba nuclear de esa nación gobernada bajo el régimen de Pyongyang.
Es la cuarta prueba nuclear que lleva a cabo Corea del Norte, y, aseguran medios internacionales, se trata de la primera donde es utilizada una bomba de hidrógeno.
A veces los términos técnicos minimizan el alcance y la potencia de una información así, pero baste decir que eso del uso de una bomba de hidrógeno como la que al parecer probó Norcorea, es mucho más dañina y potente que aquellas atómicas que se lanzaron en el 45 contra Hiroshima y Nagasaki. Así de grave es.
El Servicio Geológico de los Estados Unidos registró el miércoles, con su tecnología de vanguardia, un terremoto de 5.1 grados en la escala de Richter en el área de Kilju, la misma donde se ejecutaron las tres pruebas previas. Eso dio la primera señal.
La noticia se confirmó y conmocionó al mundo cuando, horas después, vía canal abierto de televisión, en un acto al que los estudiosos y analistas calificaron de un “claro desafío al orden internacional”, el gobierno norcoreano hizo el anuncio con bombo y platillo de su “hazaña” y el éxito de su empresa al tronar una bomba H miniaturizada. Kim Jong-un fue feliz, fue el mejor regalo de cumpleaños que pudo recibir, y así lo evidenció.
El régimen de Pyongyang presumió cómo logró incorporarse al selecto grupo de países practicantes con bombas nucleares y casi poseedora de una diabólica bomba de hidrógeno.
Pesquisas periodísticas revelaron que el jerarca supremo avaló formalmente la ejecución de la prueba desde el quince de diciembre pasado, en su afán por lograr que Corea del Norte sea asumida como una gran nación, fuerte y autosuficiente, capaz de contar con la tecnología suficiente para lograr el proceso de fusión de los átomos de los componentes del hidrógeno y generar así una explosión nuclear, es decir una de las armas más potentes, por no decir que la más, en el mundo y sus alrededores.
La noticia conmocionó al mundo, sobre todo a partir de la insistencia de Norcorea para ser parte de esta lista de naciones élites, como Estados Unidos y Rusia. Por eso muchos especialistas y otros tantos políticos han tratado de minimizar el tema, toda vez que dudan que esa nación haya logrado armar una bomba de hidrógeno como tal.
Los opositores a la decisión de Kim Jong-un refieren además, como prueba de descargo, que para hablar del alcance de una bomba de hidrógeno, por principio de cuentas, el tamaño de las detonaciones rompen cualquier estimación; por ejemplo, las bombas gringas y las rusas, alcanzaron los 50 megatones, mientras que el terremoto de este miércoles fue apenas de 6 kilotones.
Por lo pronto Kim Jong-un logró un caudal de críticas y desprecios tras su decisión tomada y aplicada. La comunidad internacional se apresta a unificar criterios en torno a los coreanos del norte ante la amenaza que eso representa y que “no se puede tolerar”. Se acercan más nubarrones.