En Tuxtla Gutiérrez

 

A la memoria de Reyna Chávez, tuxtleca ejemplar

a quien echaremos de menos.

Zoé Robledo

  1. En el año 1883, en lo que era y sigue siendo el centro geográfico de Tuxtla Gutiérrez, fue construido por ciudadanos de esa ciudad el Teatro Municipal. Tuxtla era la nueva capital de Chiapas y requería un espacio para la cultura.

En 1900, dicho recinto pasó a ser propiedad del gobierno y se llamó Teatro del Estado. En 1930 comenzó a llamarse Teatro Emilio Rabasa, en memoria de ese gran abogado chiapaneco.

En 1945, por indicaciones del gobernador Juan Esponda, se demolió para construir el edificio actual, con el nombre de Centro Social Francisco I. Madero (FIM) y se inauguró en 1946. Ahí se entonó por primera vez el Himno a Chiapas y ahí se proyectó la primera película. Era un espacio para el teatro, la música, la danza, la educación, la política. Era el Bellas Artes de los tuxtlecos.

Durante años estuvo cerrado, se abandonó pero no se olvidó. Hoy, su rehabilitación y acondicionamiento se llevan a cabo con 27 millones de pesos del Fondo de Contingencias Económicas de la Secretaría de Hacienda, pero sobre todo, gracias al valor, la memoria y el esfuerzo de activos ciudadanos tuxtlecos que se lo exigieron a sus representantes populares a través de manifestaciones culturales frente a ese espacio cada jueves por la noche durante muchos meses.

  1. ¿Quiénes han sido los embajadores que levantan la imagen de nuestro estado? Desde luego no somos los políticos. Son el niño tzotzil Rodolfo Domínguez, que con su interpretación de Chauk ganó el Ariel como mejor actor y conmovió a audiencias de todo el mundo con la multipremiada película La jaula de oro. Son las poesías de Sabines. Los cuentos de Laco. Las novelas de Rosario. Las anécdotas de la Rial Academia de la Lengua Fraylescana. El pincel de Roberto Cortázar en el Moma de Nueva York y los cuadros de Nacho Chincoya en las mejores colecciones. Las baquetas de Zeferino. La cocina de Martha Zepeda. ¿Qué tienen todos en común? Que rompieron fronteras y que lo hicieron solos, a veces sin el apoyo del gobierno, a veces a pesar de él. Como los ciudadanos que hicieron posible que las autoridades volvieran a mirar el Centro Cultural Francisco I. Madero y se sensibilizaran sobre la urgencia de volver a darle vida en beneficio de los habitantes de Tuxtla.

El FIM también será el espacio para democratizar el acceso a la cultura y fomentar la convivencia y esto tiene dos momentos. Uno es el obvio y constitucional: asegurar un acceso igualitario. El otro es más complejo: deselitizar la cultura, retorcerle el cuello a la divina garza; acabar con la idea de que la cultura se limita a las expresiones y audiencias cultas. Esto implica reconocer el arte urbano y la música callejera que recuperan el espacio público que alguna vez se perdió por indiferencia. Que las orquestas sinfónicas, la ópera y el ballet salgan a la calle y que la marimba, el ska y el performance vayan a Bellas Artes. Que Hugo Huitzi llene los museos.

III. Miguel de Unamuno dijo una vez: “La libertad no es un estado sino un proceso; sólo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe. Sólo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas; no la de pensar, sino dad pensamientos. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura. Sólo la imposición de la cultura lo hará dueño de sí mismo, que es en lo que la democracia estriba”.

Yo pregunto: ¿es realmente libre un elector acarreado? ¿Es realmente libre un analfabeta? ¿Lo es un joven sin Internet? ¿Lo es una familia que tiene que abandonar su lugar de origen a causa de la intolerancia? Monsiváis lo puso así: “La apuesta por la transformación política encuentra su mayor aliado en el campo de lo cultural. Si no se da la batalla cultural se puede perder la batalla política”. El FIM tiene el gran desafío de fortalecer una verdadera democracia a través de la cultura. Nada mejor para contrarrestar una crisis de credibilidad que un brote de creatividad.

“La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones”. Lo dijo Einstein y hoy, en Tuxtla, con el FIM y sus ciudadanos aplica perfectamente.

Hoy, la ciudadanía atestigua que sus esfuerzos y sus demandas tuvieron resultado y un nuevo FIM será realidad para enriquecer la vida cultural capitalina. Gracias a gestiones que pudimos realizar ante Hacienda fue posible bajar poco más de 25 millones de pesos para este noble proyecto. Una ciudadanía activa, que levantó la voz y propuso, estoy seguro que se compromete también a acompañar el proceso de remodelación de este espacio para garantizar la transparencia y el óptimo uso de los recursos públicos que no son sino, también, dinero de los propios ciudadanos.

Y aquí quiero recordar a una ciudadana ejemplar que tristemente se ha adelantado en el camino pero que hoy está representada en su familia, en sus amigos con los que, cada jueves, durante muchos meses, hicieron que autoridades, medios y opinión pública volteáramos la vista con más detenimiento para darnos cuenta de la urgencia de rescatar este espacio. Vaya desde aquí un abrazo y mi cariño para doña Reyna Chávez, quien seguro desde donde está mira con alegría este esfuerzo ciudadano que hoy se convierte en proyecto público para fomentar la participación ciudadana, promover la cultura e incentivar al convivencia.

Lo dijo Monsi y tiene razón: “Si en México fracasa la cultura, fracasa la política”. Lo mismo en Chiapas.

@zoerobledo

Senador por Chiapas.