Cada año se producen más de 300 millones de plásticos en el mundo y de ellos, en el 2015 más de 9 millones fueron a parar al mar, convirtiéndose en el principal agente contaminador de las aguas saladas y, peor aún, un riesgo inminente para una gran cantidad de especies que habitan en las otrora azules aguas.

Junto con las botellas de PET, las bolsas de plástico que obsequian generosamente en los centros comerciales, son dos de los productos de mayor manufactura en el mundo.

Y aunque algunos países ya prohibieron su distribución como parte de un plan sustentable para proteger la flora y la fauna de sus respectivas regiones, la medida es aún insuficiente frente al estéril panorama que ya se denota en distintos puntos del orbe.

Reacios, la mayoría de los gobiernos, prefiere no dimensionar el adoptar medidas como la que anunció Senegal, nación que dio un último paso en la prohibición del uso de bolsas de plástico desechables.

A través de la ley aprobada por su parlamento, se prohíbe la producción, importación, venta y distribución de bolsas en todo el país, y el desobediente que no atienda dicho ordenamiento se hará acreedor a una multa que puede llegar a los 20 millones de francos y hasta seis meses de cárcel.

Y es que la situación en Senegal se antojaba igual de desesperante que en muchos países donde la inconciencia está a la orden del día.

Para concretar la ley referida, se puso de manifestó que cada día, en esa nación, son puestas en circulación más de 5 millones de bolsas de plástico. La mayoría de las veces, son tiradas en el suelo contaminándolo.

Además del daño al entorno, las bolsas de plástico representan un gran riesgo para los animales que llegan a consumirlas, ya que invariablemente les provoca la muerte luego de que las consumen.

En esta dinámica de inconciencia ambientalista, México no se queda atrás. Nuestro país genera más de 800 toneladas anuales de PET; produce 9 mil millones de botellas de plástico al día, es decir mil 200 por minuto.

Nuestro país figura entre las ciudades más contaminadas del mundo, a pesar de la restricción que estableció hace más de un lustro, que prohíbe el uso y distribución de la bolsa de plástico, a con multas que superan los 10 mil dólares a quienes osen desobedecen tal medida.

Lo cierto es que, pasados esos poco más de cinco años, la medida parece entrar a la etapa del olvido; los grandes centros comerciales continúan distribuyendo las bolsas de plástico sin ningún miramiento ni control institucional.

Medidas como la que adoptó recientemente Senegal, y otras como las que estableció Italia, Ruanda, Muaritania y varias ciudades norteamericanas, prohibiendo a su comercio al uso de bolsas de plástico y optando por distribuir aquellas realizadas en tela, papel o plástico reciclado, debieran de ser imitadas en el mundo, si es que queremos garantizarles a nuestros hijos algo más allá de una mera –y estéril- extensión terrestre.