Entrevista a María Eugenia Suárez de Garay | Profesora e investigadora de la U de G | Exclusiva Siempre!

En la iniciativa de mando único policial “no prevalece una propuesta de refundación institucional o diseño e impulso de un nuevo modelo policial, y menos aún una visión relacional que contemple el proceso sociocultural que supone el que los policías hagan suyas las reformas”, afirma María Eugenia Suárez de Garay, profesora e investigadora de la Universidad de Guadalajara.

Lo que realmente esta iniciativa plantea es “transitar de un sistema policial altamente descentralizado a un sistema centralizado, busca de contar con más de dos mil instituciones policiales en todo el país a tener 32 policías estatales acreditables, lo que significa un cambio en la organización del trabajo, pero no hay —y por eso hemos sido muy críticos algunos de los académicos que hemos venido trabajando en estos temas— en la propuesta inicial, la que lanzó el expresidente Felipe Calderón, no había una propuesta de refundación institucional que comenzará por explicarnos cómo queremos modernizar el mandato de las instituciones policiales en México, qué queremos que sean las instituciones policiales en México, cómo queremos redefinir a la luz de las sociedades tan plurales, a la evolución misma de los distintos sectores sociales, la función policial, desde un esquema de seguridad pública, que es en el que hemos venido viviendo en las últimas décadas desde un paradigma de la seguridad pública, pues la policía ha sido el actor clave al que se le ha encomendado el mantenimiento del orden y la persecución del delincuente”.

En eso ha estado centrada la manera en como se ha entendido y se ha hecho policía en México y cuando se habla de que “no hay claridad en la manera en como se plantea un tránsito hacia otro modelo policial sino exclusivamente un sistema, lo que se dice es: cómo logramos hacer que nuestra policía sea realmente una policía democrática, que sea una policía confiable pero confiable en un sentido más profundo, más hondo; confiable en que los ciudadanos reconozcamos a ese conciudadano que se ha dedicado a cuidar a la ciudadanía, cómo logramos reconocerlo como un agente de paz no como ese actor que regularmente observamos que casi todos coincidimos y muchas veces lo pensamos como un personaje especializado en la acción violenta y en la corrupción, es decir, cómo modernizar el mandato nos plantearía un desafío de esta naturaleza”.

 

No necesitamos más policía

Por lo tanto, dice María Eugenia Suárez de Garay, “cuando te quedas en la idea de un mando único que lo que busca es solamente centralizar el mandato, estas preguntas y estas interrogante son de fondo y no son interrogantes que tengan que ver exclusivamente con la policía, sino también con cómo el orden de la clase política de nuestros gobernantes comprenden el asunto de la seguridad, la cual históricamente se ha entendido como un asunto de policía, y donde se pretende meter todos los esfuerzos. Hay una idea de que la seguridad se logra con más policías, con más patrullas, con más armas, cuando en realidad lo que estamos diciendo es: no necesitamos más policía, somos entre el tercer y el quinto país con más número de efectivos en el mundo, no necesitamos más policía; necesitamos mejor policía y necesitamos realmente ponernos de acuerdo respecto a cómo refundar esta institución, que en el mando único no es una refundación es sólo un cambio de sistema”.

María Eugenia Suárez de Garay es doctora en antropología social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Fue directora de Investigación Aplicada en Policía, Seguridad y Justicia, en el Instituto para la Seguridad y la Democracia. Experta en materia de estudios de género y socioculturales; estudios policiales, específicamente en temas relacionados con la cultura policial, transformación de las organizaciones policiales y procesos de reforma policial democrática; estudios sobre seguridad ciudadana y prevención de las violaciones y el delito.

Para Suárez de Garay la discusión del mando único policial estatal no es nueva, “es una discusión que empezó más o menos a mediados o finales del sexenio pasado con la iniciativa que el expresidente Felipe Calderón, junto con el entonces secretario de Seguridad, Genaro García Luna, y otras gentes más, mandaron al Congreso de la Unión, y que tiene que ver mucho con una iniciativa producto también de un momento complejo que empezamos a vivir a la luz de la tan proclamada guerra contra el narcotráfico, y donde quedó en evidencia la urgencia de cómo generar una agenda de la reforma policial, que las policías necesitan modernizarse, que las policías han estado abandonadas por muchas décadas en el país y con una convicción clara de quienes entonces gobernaban de que el problema más fuerte estaba en las policías municipales, aunque en realidad es que no teníamos, y seguimos sin tener, un diagnóstico confiable no solamente en términos cuantitativos sino fundamentalmente cualitativos del Estado que guardan esas instituciones municipales, tan vitales para la gobernabilidad de cualquier ciudad”.

 

El mando único no se ha legalizado

Lamentablemente, señala la investigadora en entrevista exclusiva con Siempre!, “hasta el día de hoy, jurídicamente, normativamente, esa iniciativa está en ciernes, aunque haya casi ya 32 entidades federativas que firmaron, incluido el Distrito Federal, los convenios de adhesión al mando único, por lo tanto, la posibilidad de que el presidente municipal de Cuernavaca u otro municipio soliciten a la Suprema Corte de Justicia de la Nación la inviabilidad de esto sea muy posible, y que además lo gane, porque normativamente eso todavía no está legalizado. Es una iniciativa que ahora el presidente Enrique Peña Nieto vuelve a mandar con ajustes, pero en esencia seguimos en lo mismo, por eso es posible que gane esa controversia aquel municipio que esté en contra, porque en la Constitución no aparece que la policía sea un servicio público sino una función a cargo del municipio en el nivel municipal, y en el nivel preventivo es una función a cargo del municipio, eso no se ha reformado, y la otra discusión es que se cree que las cosas cambian por decreto en México”.

La doctora en antropología social reitera: “sí, ya todos firmaron el convenio de adhesión al mando único, sí, pero las cosas no cambian por decreto, la policía aunque podamos definirla como una institución zombi, entre viva y muerta, porque es eso en muchos sentidos, aunque hay una pluralidad de instituciones, pero en realidad cuando uno va y se mete a fondo se da cuenta de esa dimensión, de una institución viva, una institución con décadas de abandono fundamentalmente de sus recursos humanos, de su componente humano, que tendría que ser lo más trascendente en la institución, y abandono no nada más en términos de sus derechos laborales, abandono en el sentido de la formación y la socialización que tendrían que tener esos personajes para cumplir con el mandato que se les ha encomendado, y que hoy a la luz de todo lo que estamos viviendo, vamos recolectando evidencias de que están incapacitados estructuralmente para cumplir con ese mandato que les exigimos; entonces hay mucha energía concentrada en sacar la basura de la policía y por eso hablan de depuración, pero el problema no nada más es la gente, el problema de fondo es una institución que es incapaz de socializar a sus miembros, primero como agentes plenos de paz, como agentes y funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y, sobre todo, como agente con profunda claridad del rol que juegan en un estado democrático y que son la primera cara que todo ciudadano ve del Estado”.

Por lo tanto, agrega la antropóloga, “esas capacidades, esas competencias, más allá de la academia, son competencias muy débiles en el mundo policial, muy débiles, debilisisísimas, que eso sólo se entiende cuando uno va y trabaja con ellos, cuando uno va y ve cómo se relacionan con la ciudadanía, no nada más en el plano digamos de la urgencia, no nada más en el plano de tiene que llegar rápido la policía porque hay un incidente, sino las competencias que la policía tiene para de manera corresponsable con la ciudadanía ser unos y otros realmente actores activos en la promoción y el respeto de nuestro derecho humano a la seguridad”.

 

¿Qué policía queremos?

Competencias que desde la experiencia de la investigadora de la Universidad de Guadalajara, “el mando único no las resuelve, porque cuando uno va y observa qué se está planteando desde ahí, se da cuenta de que seguimos reproduciendo la idea de que más policía, más armas, más tecnología, nos solucionarán los agujeros tan grandes que tenemos; y la verdad es que no es así, necesitamos replantearnos hasta cómo queremos formar a la policía, cómo creemos en la importancia de la especialización, cómo realmente regulamos con seriedad y profundidad el uso de la fuerza, cómo es el recurso más importante de la institución policial mas no el único, pero que nos ha acarreado grandes problemas. En mi país, en la mayoría de las desapariciones forzadas hay una alta implicación de funcionarios del Estado, y fundamentalmente funcionario del sector seguridad, la tortura misma en los últimos años, hay datos de que ha aumentado más del 500%, y en muchos de esos actos están implicados funcionarios del sector seguridad; entonces estamos hablando de cosas pendientes, de una policía que no se autocontrola, con controles internos muy débiles, y no nada más con controles internos —me refiero al control de confianza—, sino al control en las maneras como se hace cotidianamente policía, el control en las capacidades que deben demostrar en el quehacer cotidiano, el control en los resultados, trascendiendo la lógica no solamente de controlar el número de detenciones sino de tener una perspectiva más amplia de buenos resultados que las meras detenciones, que tenga que ver con las posibilidades de tener agendas conjuntas con ciudadanía, de probar nuevas metodologías para solucionar problemas, de tener nuevos indicadores de desempeño institucional, no nada más individual, y por supuesto de tener una real política de coordinación entre las instituciones policiales, pero también una real política de transparencia y rendición de cuentas, que hoy no existe, y de generar controles externos que ayuden a que tengamos una policía mucho más autocontrolada y controlada, como por ejemplo las figuras del auditor civil, las oficinas de auditoria policial, etcétera.

 

Carencias en instituciones policiales

Por lo tanto, señala María Eugenia Suárez de Garay, “son muchos desafíos que no toca el mando único o que al menos no explicita en su formulación —en ninguna de las dos formulaciones—, pero también que cuando se discute sobre eso carece de evidencia; por ejemplo, hace unos días me hicieron una entrevista sobre el mando único y me preguntaron de lo que está pasando en Morelos, de que hay gente que dice que es un fracaso el mando único y su supuesto éxito en Nuevo León, yo la verdad es que no podría contestar una cosa así, no puedo decirte sí es un éxito porque no nos han dicho cómo lograron lo que lograron, cuando dicen que bajo la incidencia en Nuevo León y uno pregunta cómo bajó esa incidencia, no hay una respuesta de fondo, tú puedes ver estadísticas y te dicen sí bajo la incidencia; ok, explíquenos cómo hicieron eso, tu pregunta cuál es la evidencia que ustedes tienen de que realmente este mando único o esta nueva forma de organización está relacionado con la baja de la incidencia, cuáles son los recursos que se usaron para que eso pasara así, o sea, yo quiero llegar a una institución y que me muestren evidencias, como lo que dice el propio Graco Ramírez y Alberto Capella, el mando único ha demostrado ser eficiente y hemos bajado la incidencia, cómo le hicieron cuando por otro lado tienes información de que lo que ha aumentado es la tortura y las desapariciones. Y entonces te das cuenta de una gran carencia en las instituciones policiales, que no queremos asumir y que tiene que ver con la nula cultura de planeación, visión al corto, mediano y largo plazo, y con la capacidad de generar política pública en materia policial y de seguridad que realmente responda a las necesidades más sentidas de la población”.

Siempre te dicen: “la gente demanda seguridad, pero sabemos muy poco o tenemos pocas evidencias de lo que la gente está necesitando, si tú te metes en las comunidades te vas a encontrar que tienes desde quiénes quieren toque de queda, que eso va completamente en contra de cualquier Estado democrático, y que tiene que ver con un nivel muy fuerte de miedo y frustración hasta gente que tiene mucho interés en trabajar de la mano y de manera corresponsable y coproductiva con las instituciones de seguridad, pero no hay los espacios para eso”.