Tercera llamada, ¡comenzamos!

 

Razonar y convencer, ¡qué difícil y trabajoso!

¿Sugestionar? ¡Qué fácil, rápido y barato!

                                                          Santiago Ramón y Cajal

 

 

 

Hemos empezado la semana con otro escándalo. No un escándalo nuevo, uno recalentado, por la tenacidad —o terquedad, si se quiere— de los fiscales texanos que le han apretado las tuercas implacablemente a los excolaboradores del gobierno de Coahuila que encabezó Humberto Moreira.

Hasta España llegaron sus pesquisas y un juez español decidió encarcelar al exgobernador Moreira, con la inicial acusación de lavado de dinero y otros cargos igualmente serios.

Se anunció la detención de Moreira y otra vez estamos metidos en un escándalo. Esta vez no sólo policiaco, también político, por quien fue el exgobernador: dirigente nacional del PRI.

Lo de menos es la avalancha de conjeturas y juicios escuchados y leídos esta semana. Lo importantes es que, otra vez, nadie se detiene a revisar los hechos.

Hace cinco años, en marzo de 2011, el secretario de Hacienda Ernesto Cordero denunció el endeudamiento excesivo del gobierno de Coahuila, agravado porque una parte de dicha deuda se contrajo apoyada por documentos falsificados por funcionarios del gobierno coahuilense.

Esta semana, el ahora senador Cordero hizo un reconocimiento que no sólo nada aclaró, creó más dudas. Explicó que en 2011 “la justicia mexicana decidió no proceder contra el gobernador Moreira”.

Nunca nos dijo las razones por las que el gobierno calderonista tomó esa decisión.

Pudieron ser razones políticas, o quizá porque en ese momento no tenían suficientes evidencias como para presentar al coahuilense ante un juez. No lo sabemos. Quizá nunca lo sabremos.

Algunos interpretaron esta información como una defensa de Moreira. Nada más lejos de la verdad. Quien esto escribe está convencido de que México tendrá futuro cuando vivamos en un Estado de derecho.

Eso que los norteamericanos llaman the rule of law que hace iguales ante la ley a gobernantes y gobernados.

Pero el Estado de derecho exige que todos, no sólo los funcionarios, sino también los ciudadanos respetemos la ley. Si no se respeta la ley, decía Frank Frankfruter, quien fuera presidente de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos: “Si los ciudadanos sólo respetan la ley a su conveniencia, sobrevendrá el caos”.

Es posible que Humberto Moreira sea culpable de todo lo que se ha dicho, escrito y transmitido en los medios electrónicos; pero creo que debe sometérsele a un proceso legal. No sólo en España, también aquí en México.

Y debe ser aquí, cuando —después de que un juez decida sobre su culpabilidad o inocencia, tras de un proceso legal, imparcial y ordenado— podremos, entonces, decir que ya estamos en camino de vivir en un Estado de derecho.

Si lo escrito se malinterpreta, pues con la pena, pero es tiempo de que los juicios contra cualquiera se dejen de conducir en los medios de comunicación, donde nos erigimos como fiscales, jueces y verdugos.

Eso no es un Estado de derecho. Ésa es una sociedad en la que, como en el teatro, solamente esperamos la tercera llamada para iniciar el espectáculo.

 

                                                Jfonseca@cafepolitico.com