Partidos políticos y ciudadanos
Gobernar dentro de un régimen democrático
sería mucho más fácil si no hubiera
que ganar constantemente elecciones.
George Clemenceau.
La democracia no es ordenada, como quisieran los puristas. La democracia es tan desordenada como cualquier actividad humana, susceptible de desencadenas lo mejor y lo peor de nosotros.
Por eso la política, se ha dicho aquí muchas veces, que la política es el campo de la sinrazón y la mala fe. Quien no lo entiende terminará desencantado.
La política democrática, empero, tiene que practicarse a través de los partidos, idea que en México actualmente es impopular.
Es impopular porque en México no ha calado lo dicho por el escritor venezolano Moisés Naim: “Las democracias no pueden estar basadas en organizaciones no gubernamentales, sino en partidos”.
Quizá el mensaje no ha calado porque hemos sido arrebatados por la oleada de movimientos “antisistema” o “antipolítica”, los cuales han servido para sustentar la campaña contra el sistema de partidos de la democracia mexicana.
Los partidos son susceptibles de corregir los errores cometidos desde que en 2000 tuvimos la alternancia, como culminación de la transición democrática que se inició cuando el gobierno de José López Portillo (1976-1982) legalizó la existencia de los partidos de las izquierdas mexicanas.
Políticos de todos los partidos son impresentables por sus acciones abusivas y de corrupción; pero eso sólo exige de fortalecer las instituciones de un sistema de anticorrupción duro e implacable.
Eso sólo puede hacerse desde las instancias legislativas y ejecutivas, una para crear el marco legal, la otra para aplicarlo.
Elegirlas es asunto del sistema de partidos que encauce los puntos de vista distintos y contradictorios que coexisten en nuestra sociedad.
Reforzando al sistema de partidos y exigiéndoles integridad, poco a poco se formará una cultura cívica de la legalidad.
Y empezará a ser una realidad cuando nos convenzamos que la legalidad también es materia obligatoria para los ciudadanos, que también nosotros estamos obligados a cumplir la ley.
jfonseca@cafepolitico.com