¿Puede cualquier persona levantarse de su asiento y accionar el mecanismo para abrir la puerta de un avión? La respuesta es no.
Físicamente resulta imposible para un ser humano realizar esta maniobra. La explicación está en uno de los principios básicos que permite a los viajeros volar
por encima de los 10,000 metros sin daños en su salud: la presurización.
Cada cierto tiempo se producen incidentes como el de hace unas semanas en un vuelo entre Palma e Ibiza en España, cuando un pasajero trató de abrir la puerta del avión…con escaso resultado.
“Es imposible. La propia presión diferencial hace que las puertas queden enclavadas. La fuerza que habría que ejercer es inalcanzable para un hombre” explica Alvaro Gammicchia, perito investigador del Sepla (Sindicato Español de los Pilotos de las Líneas Aéreas).
La presión atmosférica real a esta altura, cuando el avión se encuentra a velocidad de crucero, es más baja que la que los pasajeros disfrutan en cabina, que disminuye, con respecto a la existente en la tierra. Pero no tanto como la exterior al avión. De hecho, las condiciones externas de presión atmosférica en la altura de los vuelos comerciales resultan “incompatibles con la vida”, continúa Gammicchia, quien apunta que la diferencia entre la bajísima presión externa y la relativamente alta presión al interior de la cabina da lugar a que esta quede cerrada herméticamente, lo que exigiría una fuerza sobrehumana por esa presión diferencial.
Además, el propio diseño mecánico de estas puertas dificulta la operación: las puertas inicialmente deben abrir hacia dentro de la cabina.
Abc.es/l.m.o./bbb