Entrevista a Jose Jhon Marulanda Marín | Experto en seguridad colombiano | Exclusiva Siempre!

“Fuera del surrealismo anecdótico de la nueva captura de Joaquín Guzmán Loera El Chapo, a mí modo de ver lo que resalta es la nueva cultura que se está imponiendo en Latinoamérica derivada del narcotráfico, asegura el abogado y experto en seguridad colombiano José Jhon Marulanda Marín.

Aseguró que se trata de una especie de contracultura del antihéroe, en donde capos del narcotráfico como son los casos de Pablo Escobar Gaviria en Colombia, de Joaquín Guzmán Loera en México y de “Dudus” Coke en Jamaica, así como otros de menos renombre pero no menos importancia “son mirados con simpatía y hasta con fanatismo por las gentes, con poco futuro, aquellas que los gobiernos no han podido sacar de su pobreza y analfabetismo”.

Aseguró que los barones del narcotráfico son buscados por personajes de los negocios, de la política, y de la farándula para obtener beneficios de varios tipos.

Para el también filósofo colombiano, esta contracultura es el resultado de “un fracaso del Estado frente a una realidad económica y cultural alimentada por la decadencia de valores morales tradicionales. A esto contribuyen la música, las telenovelas, las películas, los libros, las crónicas de los periódicos; hay narco moda, narco arquitectura, narco lenguaje”.

Aseguró que en México, los narcos se encomiendan a Jesús Malverde, en Colombia a la Virgen de los sicarios, en Argentina al gauchito Gil, “lo que nos da una idea de la contra cultura que está corriendo por la región, debido al narcotráfico”.

Marulanda Marín apuntó que en el centro de este fenómeno se encuentra el factor económico donde “importantes bancos norteamericanos lavan dinero del narcotráfico y los capos norteamericanos del negocio nunca aparecen”.

“El mayor porcentaje de la ganancia del negocio se queda en Estados Unidos y es allí en donde los consumidores disfrutan del producto. Al final, los latinoamericanos nos quedamos con la ganancia menor, los muertos y la fama”, asegura.

Manifestó que la prensa, sin faltar a la objetividad, “debe mostrar el pantano moral y el desastre económico a lo que nos lleva el narcotráfico. Menos glamour y más realidad. Menos ribetes novelescos y más realidades siniestras de este negocio”.