Entrevista a Carmen Gaytán | Directora del Museo Nacional de San Carlos | Exclusiva Siempre!

 

Tres siglos de arte flamenco (XVI-XVII) dejaron al descubierto un cambio cultural que imprimió una nueva forma de ver el mundo, el elogio del individualismo y la conquista de lo terrenal en el arte, generando así el tránsito por los distintos estilos o géneros artísticos cultivados por la escuela flamenca, los cuales fueron definidos por la división de los primitivos Países Bajos en dos áreas claramente diferenciadas: un norte protestante y predominantemente burgués, Holanda; y un sur católico gobernado por los valores aristocráticos, Flandes.

Precisamente estas oposiciones se conjugan a lo largo de la exposición De Rubens a Van Dyck, creando con ello un colorido paseo por las diferentes estéticas de estas dos regiones, en donde se desarrollaron géneros pictóricos tales como el retrato, el paisaje y las naturalezas muertas. Sin dejar de lado el tema religioso, en el cual “los flamencos” plasmaron la armonía espiritual y natural, proponiendo con ello una manera particular de humanizar lo divino mediante majestuosas y conmovedoras composiciones; así lo señaló en entrevista exclusiva para Siempre! Carmen Gaytán, directora del Museo Nacional de San Carlos.

Señaló que con esta exposición internacional, perteneciente a Hans Rudolf Gerstenmaier, uno de los coleccionistas de arte más importante en Europa, pretende facilitarle al público el conocimiento de obras de interés universal, así como fomentar la sensibilidad artística y conservar una parte del patrimonio artístico europeo.

Valores de la plástica europea

¿Cuál es la finalidad de presentar en el país uno de los lenguajes artísticos más importante en el mundo, como la pintura flamenca?

La finalidad del Museo Nacional de San Carlos es exaltar los valores de la plástica europea, y qué mejor que traer una colección que contiene precisamente a los maestros flamencos por excelencia, De Rubens a Van Dyck. Pero además, dentro de este circuito tenemos hoy exhibidas obras de otros artistas de una factura igualmente fantástica, muchos de ellos poco conocidos, pero con la misma calidad y excelencia en el pincel como la de estos dos maestros del flamenco.

¿Por qué traemos este tipo de exposiciones?, porque si uno no puede viajar a Europa, visitar países como Holanda, Bélgica o Francia para conocer el arte de los maestros europeos, pues ésta es la casa precisamente para invitarlos a que conozcan todas estas manifestaciones. Sin olvidar que esto es posible gracias al préstamo de Hans Rudolf Gerstenmaier, un importante coleccionista que después de conocer este museo nos propuso montar esta exposición con parte de su compilación en arte flamenco.

 

¿Podría platicarnos un poco más sobre este coleccionista y su interés por la obra flamenca? ¿De qué manera va recabando tres siglos de arte?

Gerstenmaier es un importante empresario y filántropo alemán a quien desde muy joven le apasiona el arte y la historia; su buen gusto lo ha llevado a tener una colección de más de 300 piezas de arte de todo el mundo, que van del siglo XV al XX, de ahí se desprende esta magnifica exposición que nos habla del arte flamenco.

¿De qué trata la muestra? ¿Cuál es su eje discursivo?

La muestra está integrada por 59 piezas, seleccionadas por el propio coleccionista Gerstenmaier y por la curadora Marisa Oropeza. De Rubens a Van Dyck nos adentra en lo que es el arte flamenco del siglo XVI al siglo XVIII; en ella podemos ver la gran aportación que tuvo el arte europeo en cuanto a pinturas religiosas, retratos, bodegones, obras mitológicas y naturalezas muertas.

Entre las obras de carácter religioso es evidente que la fuente de inspiración fue definitivamente la fe cristiana, y ejemplo de ello son las obras como La adoración de los pastores, de Martin de Vos, y Guirnalda de flores con la Virgen y el Niño, de Adries Danielsz.

En cuanto al paisaje, es a partir del siglo XV cuando adquiere identidad propia y los artistas otorgan importancia a la representación de la naturaleza trabajando con minuciosidad cada uno de los detalles. Como es el caso de La Virgen de la leche, en donde los personajes se encuentran en medio de una naturaleza exultante.

En las composiciones de flores fue donde los pintores flamencos demostraron sin reservas su maestría: las guirnaldas y cestos sobresalen por su belleza, por la composición y por los tonos vibrantes empleados.

Después pasamos al tema del retrato, que son importantísimos, al considerarse, en esa época, al ser humano centro del universo. Estas pinturas se asocian a determinados estatus sociales y está reservado a ciertas clases. En este rubro se encuentran los retratos de Felipe IV e Isabel de Borbón, de Rubens; Jab Karel, de Cordes; y Jacoba van Caestre, de Van Dyck.

No podemos olvidar también otro de los temas presentes: la mitología, debido a que los artistas encuentran en la antigüedad una serie de valores que no existen en el Medievo y toman como fuentes textos clásicos de Homero, Horacio, Séneca y, principalmente, de La Metamorfosis de Ovidio. En este apartado se encuentra la serie de Hendrick Goltzius, Las tres Gracias, o la alegoría de Los Cuatro Elementos.

Los bodegones ocupan un lugar relevante en esta exposición por el manejo de los artistas en la composición de los objetos, el juego con la luz y el claroscuro, la perfecta imitación de la naturaleza en busca de imitar la realidad, el estudio de la materia y el alarde técnico.

¿Cuáles son algunas de la piezas y autores que la componen? ¿Y las más destacadas?

A lo largo de la muestra el espectador podrá admirar cuadros como La adoración de los pastores, de Martin de Vos, de 1593; el tríptico de La adoración de los Reyes Magos, del Círculo del Maestro de la Adoración Von Groote; Calvario, de Victor Wolfvoet; Jarrón de jardín con flores, de Gaspar Pedro Verbruggen II, así como Pájaros, de Alexander Adriaenssen.

Sin embargo, una de las joyas de la exposición es La Virgen de Cumberland, de Rubens, que el coleccionista tardó más de tres años en adquirir, así como la serie de grabados titulada Iconografía de hombres ilustres, de Anton van Dyck, hecha a intelectuales, artistas y políticos de la época.

Es interesante comentar que La Virgen de Rubens, o también conocida como La Madonna de Rubens, es ni más ni menos que su mujer, y el niño que representa es su hijo, por lo que la obra adquiere aún significado, ya que no sólo da cuenta de su valor religioso, sino también de esa manera de expresar, con cuerpos más contundentes y redondos. Rubens es un hombre que un momento dado exaltó, sin duda alguna, la volubilidad del cuerpo.

 

Vocación del Museo de San Carlos

¿Cuál es la pasión de Rubens y cuál la de Van Dyck, qué los hace diferentes, pero que a la vez se relacionen?

De Rubens se podría decir que es el pintor más importante del arte flamenco, y Van Dyck es uno de sus alumnos y después colaboradores más prestigiosos.

Por otro lado, cada artista tiene su propio lenguaje y es clarísimo, con Van Dyck hay una especie de tendencia a recrear muchísimo las telas, a fijarse en los detalles, es muy minucioso y académico. Rubens es mucho más libre, por ejemplo en el retrato de la Virgen es absolutamente moderno; ¿por qué lo digo?, porque si nosotros nos acercamos al lienzo está muy esfumado, no tiene ningún elemento, no hay cortinas, pedrería, flores o ángeles, es solamente un retrato muy contundente entre la madre y el hijo. Aquí lo que importa es básicamente la exaltación y el movimiento del cuerpo, tanto de la criatura como de la madre, pero no tienen adorno; entonces ahí sí vemos la diferencia, entre uno —Van Dyck— que se va a la minucia, que se va al detalle, a la joyería, a las perlas, a los entramados de los trajes; y el otro —Rubens—, que con muy pocas pinceladas nos da una significativa expresión.

¿Existe de alguna manera un diálogo entre el Museo Nacional de San Carlos y las obras del arte flamenco?

Por supuesto, porque la vocación del Museo Nacional de San Carlos es preservar, conservar y divulgar a los maestros europeos, además de que éste es el museo que tiene más de 2 mil piezas de arte europeo, entre ellas conservamos obras que arrancan desde lo gótico hasta obras de principios del siglo XX. Por ello, la mayoría de las veces buscamos exposiciones que precisamente se hermanen con las colecciones que nosotros custodiamos. Esta exposición sí fue onerosa definitivamente, ya que no fue fácil traerla a nuestro país.

¿Qué desean que se lleve el espectador después de que recorra la exposición?

Uno siempre busca, como promotor cultural y como director de un recinto como éste, que el visitante adquiera un conocimiento, y salga siendo otra persona. La experiencia estética siempre nos va a dejar una exaltación interna, por ejemplo, el descubrimiento de una forma, de un color, de una composición de un rostro… pero que todo eso quede grabado. Me parece que uno es mejor persona después de escuchar una buena música, después de leer un buen libro, de ver una buena película, pues es exactamente la misma sensación que deseamos que tenga el visitante al estar frente a una obra en la que uno puede descubrir elementos que quizás nunca había visto reunidos y que le pueden crear una serie de sentimientos; ése es el cometido del artista, no dejarnos absolutamente indiferentes, sino al contrario, que salga con un acervo interno, que salga enriquecido, que salga en paz, contento.