Descenso del gigante asiático

El año 2016 ha iniciado con serios problemas económicos a nivel mundial y nacional: caída de las bolsas, devaluación de monedas y la precipitación de los precios del petróleo son los más visibles. Un caso a destacar, en este contexto, es el de China, que en los últimos meses ha contribuido a la turbulencia internacional. Llamado el gigante asiático, desde que ha buscado integrarse de manera amplia al comercio y las finanzas internacionales, puso en práctica una suerte de socialismo pragmático que ante la crisis mundial ha llegado a verse afectado y, por ende, reacciona con medidas ortodoxas.

Luego de que por mucho tiempo el banco central chino mantuvo sin mover la cotización yuan-dólar (seguro de la fortaleza que significaba su poderío exportador y sus altísimas reservas), ante la problemática que ha enfrentado en los últimos meses por una baja demanda por sus productos, ha tenido que ceder devaluando, a partir de agosto del año pasado, su moneda buscando mantener su competitividad. Esta decisión ha impactado los mercados porque manda señales que se interpretan como negativas: el gigante asiático ha estado reduciendo su ritmo de crecimiento y tiene problemas.

La importancia mundial de China y, consecuentemente, el impacto que genera una reducción en su crecimiento o una devaluación de su moneda se manifiestan a través de lo que simboliza para distintos países en términos del comercio internacional. Para Europa y Estados Unidos significa un destino donde han invertido por años, por lo que el debilitamiento de la producción industrial y de sus ventas al exterior es un signo negativo, lo que se ha reflejado en caídas en bolsas. De igual forma, teniendo China un gran nivel de ahorro, se ha convertido en prácticamente el banquero exterior y prestamista de varios países. Destaca que sea el principal tenedor de bonos del gobierno de Estados Unidos en posesión de extranjeros.

De igual forma, para países vecinos como Corea del Sur, Malasia y Rusia y los países de América Latina como Chile y Brasil, la nación socialista representa uno de sus principales compradores de materia prima (cabe señalar que China es el segundo consumidor de petróleo en el mundo después de Estados Unidos); para México, es un fuerte competidor ante su principal (único) mercado de exportación y un “proveedor” para el mercado interno formal e informal.

La cadena de sucesos que ha llevado a la situación que atraviesa la economía china es clave de entender. La baja en la demanda mundial por productos chinos, por una parte de Estados Unidos y Europa por su crisis, y de los países petroleros por la baja de sus ingresos, ha puesto en complicaciones la producción manufacturera china. La producción industrial del gigante asiático se desaceleró durante 2015 al pasar su ritmo de crecimiento de 8.3% en 2014 a 6.1% el año pasado. Estos datos se concatenan con el anuncio del gobierno chino de que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) registró el incremento anual más bajo en 25 años: 6.9 por ciento anualizado.

Presidente de Consultores Internacionales.