Entrevista a Javier Urbano | Profesor-investigador de la UIA | Exclusiva Siempre!

 

Solucionar la migración, “eso no existe. Si se le da solución a la migración, que nadie se mueva de su país, un día se acaba la humanidad. Esto no es viable, e históricamente es insostenible. La migración ha creado toda la riqueza cultural que hay en el mundo y por tanto cuando la gente deja de migrar las culturas se empiezan a morir, entonces es un razonamiento insostenible, no existe, éticamente reprobable, moralmente insostenible”, afirma Javier Urbano Reyes, profesor e investigador de la Universidad Iberoamericana.

“Lo que se tiene que hacer es apelar a la palabra de gestionar y gobernar adecuadamente la migración y eso es una responsabilidad de tres naciones, y entender que, como el mensaje de Francisco lo está indicando, esto es una responsabilidad compartida y que no se puede mirar al migrante como un problema, y se tiene que entender; es una autocrítica que él lanza y es adecuado lo que él dice, entender que la migración es un síntoma de un fracaso social, en particular la migración indocumentada, la migración vulnerable, la migración que ha sido victimizada por el propio crimen, el Estado y demás; esa migración es el síntoma de un fracaso social evidentísimo en México y en buena parte del sistema internacional y eso es a lo que está llamando Francisco en este contexto, a reconocer la responsabilidad de nuestras irresponsabilidades y necesariamente cambiar el discurso; al cambiar la narrativa del significado del migrante, empezaremos a cambiar la instrumentación de política pública”.

Esto es un tránsito, obviamente, tan complejo, y en particular en estos momentos en donde el migrante se ha vuelto una mercancía político electoralista, tan atractiva en Europa y en Estados Unidos que, por el momento, yo no veo posibilidades. Lo que sí veo es, al llamar el papa Francisco el tema de la acción en favor del migrante, mi percepción es que a quien está aludiendo en términos de actor positivo es la sociedad civil, si algo tenemos que entender es que la sociedad civil en México, en Centroamérica y buena parte del mundo sí se ha activado para intentar responder a las demandas emergente del propio migrante y los cambios tan dinámicos que tiene, y parecería que la sociedad civil y los organismos de protección de derechos humanos, los de promoción de la cultura de los migrantes, están haciendo un gran trabajo, pero pareciera que el paso no lo sigue el propio Estado por conveniencias políticas, económicas, y eso hace que la sociedad civil con las debilidades que tiene de infraestructura, de recursos económicos, de capacidad instalada, no puede hacer lo que sí debería hacer el Estado.

Urbano Reyes asegura que “si esto está siendo aplicable para México, es aplicable para todos los países que están recibiendo migrantes, y esta llamada de atención, este mensaje de Francisco en Ciudad Juárez diciéndoselo a México se lo está diciendo a las puertas de Estados Unidos, pero también se lo está diciendo a la Unión Europea y Australia. Lo que a mí me gusta mucho de este pontífice —y lo confieso— es que utiliza un lugar para llamar la atención a todos, utilizando a un actor llama a los demás a mirarse al espejo del ejemplo que él está dando en ese momento y cuando habla de México ciertamente no sólo habla de México sino también habla de Francia, de Inglaterra, eso es muy interesante porque es no exponer públicamente a un país sin exponer públicamente a los países, en plural, en términos de los graves problemas: hipocresías, deficiencias, intereses, que han hecho que el migrante se vuelva una mercancía al día de hoy”.

El coordinador de la maestría en estudios sobre migración del Departamento de Estudios Internacionales de la Ibero, comenta a Siempre! el discurso del Papa ante miles de personas en la Feria de Ciudad Juárez, a las que les habló sobre la “crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos. Esta tragedia humana que representa la migración forzada hoy en día es un fenómeno global”.

Desde el análisis del internacionalista, habría que pensar la solución para que la gente no sea expulsada de sus países de origen, a tres bandas: una, pensar en que el primer problema tiene que ver con la exclusión, la pobreza y la violencia que está en el país de origen. Si no se gestionan adecuadamente estas problemáticas, hay un grave problema en términos de que se seguirá produciendo gente propensa a la movilidad migratoria; ahí está la primera responsabilidad del país del cual están saliendo los migrantes.

Dos, el país de tránsito no entiende que la prioridad no es contener sino acompañar, en el entendido de que México no fomenta la migración sino lo que lo fomenta es la pobreza y, por tanto, no puede estar atenido a que Estados Unidos lo critique por proteger a migrantes en tránsito, porque es un asunto humanitario por sobre todas las cosas, dejar de pensar que el referente es poner más policías en la frontera o hacer planes para la frontera sur, que lo único que han demostrado es que solamente dispersan la migración y la hacen más vulnerable al crimen organizado; si cambia esa lectura empezamos bien, pero no la ha cambiado.

La tercera. Evidentemente, es el país de recepción que siempre está actuando con una gran hipocresía, no digo Estados Unidos, digo Alemania, Inglaterra, Francia, Italia, España, por un lado están repitiendo constantemente que no quieren migrantes, pero por el otro lado tienen gravísimos problemas demográficos, fiscales, muchos de los cuales en algún sentido han sido cubiertos por la propia inmigración y en ese sentido, cuando no se entiende una lectura de los tres actores en términos de crear una política de cooperación internacional para poder gestionar adecuadamente esta movilidad, lo que se hace es generar un problema en donde el único que está en problemas es el migrante y el único que está ganando es el que trafica con seres humanos.

Por tanto el planteamiento de Javier Urbano es, “atendamos la cuestión endógena sí, pero siempre entendiendo que éste es un problema trasnacional y que por más que haga México y Centroamérica, por más que se esfuercen —que no lo están haciendo—, pero digamos en teoría que se esfuercen todo lo posible por atender a la migración en forma adecuada, no sería suficiente porque hay una demanda estructural en el mundo de migrantes indocumentados”.

Atender el problema de la migración es reflexionar sobre mi capacidad como país para poder atenderlas, pero también que está haciendo o dejando de hacer el país que recibe porque sigue demandando en sus sectores laborales específicos migrantes indocumentados; y finalmente también nos enfrentamos a un crimen organizado que hoy gana miles de millones de dólares traficando personas.

Atendiendo todo eso, quizá pudiéramos ayudar a una reducción no digamos de la migración —la migración seguirá por más que se desarrollen muy ampliamente México y Centroamérica— que seguirá, tal vez con otras características, pero seguirá la migración porque es algo natural a nuestra propia naturaleza como humanidad, o sea la migración es algo natural y no parará pongas o no pongas bardas; lo que sí pasará es, si logramos una cooperación internacional atendiendo el desarrollo local, la responsabilidad del país de tránsito y la responsabilidad de regularizar del país de recepción, lo que estamos abonando es a no enganchar al migrante al mercado, al mercado de la mercancía humana.

El especialista sostiene que “el gran problema de la migración, entendido como un factor no adecuadamente protegido, es que se vuelve problema en el momento en que, al cerrar las puertas, le damos un sentido de mercado y de mercancía a la persona y que, por tanto, el intercambio de personas entre fronteras se vuelve un negocio; si eso lo quitamos con esta corresponsabilidad de tres actores, al quitarle la condición de mercancía al migrante, dejará de ser parte de un negocio ilegal, por tanto se reducirá evidentemente la rentabilidad tanto económica como política y dejaremos de ver tantos Donald Trump hablando en contra de los migrantes, porque ya no serán mercancías canjeables por dinero o por votos”.

Aun cuando Javier Urbano no es muy afecto a la “burocracia religiosa” reconoce que este pontífice “me da algunas sensaciones interesantes en términos de que el poder de su mensaje no está en las expresiones altisonantes sino en la profundidad de la palabra que está lanzando, en ese sentido los símbolos son muy importantes para él más que la propia palabra. En el discurso, él ciertamente no es conservador, es mesurado, y ahí en esa mesura radica el poder, está intentando conciliar el discursos vinculado a dos o tres elementos, uno insistir en que el tema de la migración es un asunto en donde se tiene que reconocer la salida de la persona antes que la propia condición de migrante, en segundo lugar, y ahí hizo un reclamo para México, la migración es consecuencia de una serie de graves problemas de rompimiento del tejido social, él no lo dice así, pero él insiste mucho en temas del narco, la pobreza, la exclusión y que, como consecuencia de ello, evidentemente la migración se da como el resultado final de esta combinación de estos lamentables factores”.

Luego, el propio simbolismo de bendecir una cruz precisamente en la zona en donde está históricamente uno de los tránsitos más longevos en la historia de la relación México-Estados Unidos, de hecho El Paso es posiblemente la zona de tránsito más antigua en la frontera México-Estados Unidos, y el poner ahí un símbolo, el rezar, el pararse en esa cruz y el bendecir esa propia estructura tiene un simbolismo más allá del propio discurso, entonces el mensaje es completo.

Entonces, “se va al lugar en donde se da la manifestación más cruda y más cruel de la propia migración. Está en un momento muy puntual, hay una lectura bien interesante que no sé si es premeditada o no de Francisco, pero se da en un momento en el cual se empiezan a hacer manifestaciones muy radicales en contra de los migrantes en Estados Unidos. Si ésa es o no la lectura, el momento es muy bueno en términos de lanzar un mensaje de atribuir también responsabilidad a Estados Unidos; y, en tercer lugar, en el caso mexicano, en el caso de esta llamada de atención al gobierno mexicano es decirle: en este lugar en donde está la migración también están los feminicidios, también está la violencia, y en ese sentido él cierra el círculo, el discurso ciertamente no es grandilocuente, no es agresivo, pero está marcando con mucha mesura los puntos específicos, los tiempos y está señalando responsables”.

Desde que llegó a México no paró de señalar responsables con toda la mesura, si de pronto dice Iglesia, les dice que si van a pelearse se peleen cara a cara, al gobierno le dice que debe hacerse más responsable y que debe asumir autocríticamente todos los procesos de exclusión a los que ha sometido a muchas poblaciones, entre ellas las comunidades indígenas, si habla de la migración está diciendo que es por fallas de la política pública, por fallas de esto que él llama la globalización de la indiferencia, es decir, hay una serie de discursos bien interesantes, bien articulados, que cazan bien en estos momento, y es la lectura que hace Francisco del momento, de la situación, de las temáticas y de los responsables, entonces “a mí por lo menos me da la sensación de que el viaje ha sido bastante provechoso. Luego después habrá que ver si de ese discurso los actores que fueron aludidos asumen la responsabilidad, porque si al final del día por muchos mensajes que dé nadie cambia nada y no hacen nada, este viaje se caracterizará como una visita más para aumentar o para fortalecer la presencia de la Iglesia dada la baja de los fieles que están yéndose a otras Iglesias, más que el de la trascendencia que otros querremos atribuirle, que es más de carácter político”.