El cierre de Guantánamo se ha convertido en el mayor sueño guajiro de la historia moderna de los Estados Unidos. Al parecer, el presidente Barack Obama no logrará su cometido: clausurar el espacio más emblemático del abuso y la violación permanente a los derechos humanos universales. El Congreso norteamericano ya dio el primer paso en sentido contrario a la propuesta del Jefe de Estado: no se puede cerrar Guantánamo.
A poco menos de un año de que concluya su periodo de gobierno, el presidente Barack Obama insiste en este propósito que se marcó desde su primera administración de gobierno hace casi siete años.
El Ejecutivo heredó de su antecesor, el expresidente George W. Bush, una cárcel con 242 detenidos, de los cuales quedan hoy día, alrededor de 91 presos y de ellos, 24 fueron condenados a ser “prisioneros para siempre”, sin cargos ni juicios de por medio.
Con Bush, la cárcel de Guantánamo llegó a tener hasta 800 reos. El expresidente intentó comenzar la depuración del inmueble y de ahí fue que dejó pendientes 242 casos. Cuando Barack Obama asumió el poder, inició su propio proceso con miras a cerrar la cárcel maldita.
Su plan, ratificado en su comparecencia del pasado martes en la Casa Blanca, no tuvo éxito.
Crónicas del momento relatan cómo la defensa de Barack Obama que justificó su decisión de cerrar Guantánamo porque la existencia de ese espacio “es contraria a los valores americanos, perjudica a la seguridad nacional y es caro”, fue barrida sin más por el Legislativo.
Mientras Obama insiste en cerrar ese grave capítulo de la historia norteamericana, que le ha ganado el rechazo y la condena mundial, el Congreso gringo declaró el plan Death On Arrival (muerto al llegar).
Mitch McConnell, líder de la mayoría en el Senado y representante de Kentucky, advirtió que bajo el plan DOA, sería ilegal transferir prisioneros de Guantánamo a territorio estadounidense. La cámara alta no quiere asumir de ninguna manera el costo y la consecuencia de esa decisión, por eso su freno al anuncio presidencial.
Sobre todo a partir de que, como parte de las pretensiones de Obama, está su intención de negociar con el Congreso un lugar para que los reos sean transferidos a Estados Unidos. No lo hará.
“Obama pretende transferir a terceros países a 35 de los 91 detenidos que existen hoy en el centro de detención de Guantánamo; también quiere acelerar las revisiones que de forma periódica se hacen sobre el resto de los reos para saber si sigue siendo necesario su confinamiento o pueden ser liberados; y busca aplicar todas las herramientas legales disponibles para aclarar el destino de aquellos presos que tienen la etiqueta de detenidos de guerra”, dictan las publicaciones que dan sustento a la negativa del Legislativo a aceptar la propuesta presidencial.