La insistencia israelí en obtener una cifra mayor de ayuda financiera militar por parte de Estados Unidos, se ha convertido en otro tema de roce en la relación bilateral.

Aunque es más que obvio que los profundos vínculos estratégicos que existen entre Washington y Tel Aviv se mantendrán inalterables, estas nuevas discusiones brindan otro elemento para ilustrar que las relaciones entre el presidente Barack Obama y el primer ministro Benjamín Netanyahu no han sido las mejores.

El tema de la cuantía de la ayuda militar para el futuro se une así a otras fricciones que enrarecen la atmósfera política bilateral. Por ejemplo, mientras que por una parte Israel ha criticado la actual política estadounidense hacia el Medio Oriente y especialmente la negociación nuclear con Irán —a la que el propio Netanyahu se ha opuesto con fervor—, por otra, los Estados Unidos han criticado la falta de voluntad política de Israel para sacar del estancamiento al proceso negociador con los palestinos, y han observado con incomodidad el activo “cabildeo” político israelí, dentro del Congreso de los Estados Unidos.

Varias declaraciones de figuras políticas de ambas partes han sido de un tono abiertamente fuerte y ríspido, e incluso, para algunos observadores, los nexos también se han visto afectados por elementos sicológicos derivados de la carencia de afinidades entre los dos líderes, lo que muestra una relación actualmente “disfuncional”.

El acuerdo de ayuda militar firmado en el 2007, terminará en el 2018. Este regula la entrega a Israel de 3 mil millones de dólares anuales con lo cual Israel es el país que más financiamiento recibe cada año de parte de los Estados Unidos por concepto de ayuda, seguido de Egipto con mil 300 millones.

Luego de tres rondas de conversaciones bilaterales para discutir respecto al monto que deberá aprobarse para el período 2018-2028, el tema continúa estancado. Washington ha propuesto incrementar su ayuda militar anual en 400 millones de dólares, aunque Israel solicita entre mil y dos mil millones de aumento, para elevar la cifra total hasta los 4 o 5 mil millones cada año.

Según varios expertos israelíes citados por el diario Haaretz, Israel hubiera podido obtener una cifra ventajosa si hubiera negociado el tema antes de la firma del acuerdo nuclear con Irán en septiembre, y si hubiera respondido positivamente a las ofertas de Obama para discutir el paquete de ayuda en abril y julio del 2015.

Muy probablemente la ayuda militar se habría concebido como una cierta compensación frente a las preocupaciones israelíes por el programa nuclear; pero Netanyahu, obsesionado con torpedear las negociaciones con Irán, pensó que negociar con Obama en esos momentos generaba una percepción de aceptación, lo que afectaría su campaña agresiva para convencer a senadores y representantes sobre la necesidad de no negociar con Teherán.

Ya hoy, Washington explica que no puede acceder a las peticiones israelíes, pues enfrenta restricciones presupuestales, y además, considera que algunas de sus demandas son exageradas.

Israel por su parte, argumenta que se requiere mayor financiamiento para poder dar respuesta a nuevos retos en materia de seguridad, para los que necesitan desarrollarse varias tecnologías de punta y diseñar sistemas de armamentos avanzados, que no solo son útiles para Israel, sino también para los Estados Unidos, como son por ejemplo: la fabricación conjunta de varios sistemas de misiles de intersección tipo Arrow (Flecha), Iron Dome (Domo de Hierro), y el David´s Sling (Honda de David).

Netanyahu, en medio de las fricciones, llegó a declarar que si las necesidades de seguridad de Israel no son suficientemente abordadas, él no firmará el memorando de entendimiento con los Estados Unidos y esperará a que sea electo un nuevo presidente.

La respuesta de Washington fue inmediata y tajante: no obtendrán ningún acuerdo mejor con el nuevo presidente, y es mejor que Israel decida firmar el acuerdo en este momento.

El tema seguramente se mantendrá en discusión durante las visitas programadas a la capital de los Estados Unidos del jefe de la Mossad Yossi Cohen, del ministro de Defensa Moshe Yaalon, y del propio primer ministro Benjamín Netanyahu, quienes se especula, intentarán convencer a los Estados Unidos que incrementen su ayuda militar anual hasta los 3 mil 700 millones de dólares.

Tomando en cuenta que esta cifra es menor a los 4 o 5 mil millones de dólares anuales inicialmente deseados, y que el lobby proisraelí seguirá presionando por conservar una relación estratégica mutuamente beneficiosa, es altamente probable que la administración Obama se incline hacia una posición más conciliadora.

*Catedrático Colmex.