No es arte de magia
Si el vaso no está limpio, lo que en él
derrames se corromperá.
Horacio
Carlos Alberto Pérez Cuevas
La fecha límite en este periodo de sesiones del Congreso de la Unión es el 30 de abril. Sesenta y dos días de posibilidades para que se apruebe la legislación necesaria y suficiente para que el Sistema Nacional Anticorrupción cobre vida y, por lo menos, sepamos que legislativamente existe. Aunque la realidad dicta que las leyes creadas sólo sirven para saber que existen, pero inmediatamente no tienen ningún efecto.
En México siempre se presume de lo que se va a hacer, lo mismo ciudadanos comunes y corrientes que funcionarios o gobernantes. Se festejan con bombo y platillo y con gran algarabía las inauguraciones de arranque de obras, primeras piedras, reformas legales, proyectos de ley, presentaciones de proyectos a realizar en ciudades, entidades federativas o en proyectos nacionales, que la gran mayoría de ellos, no se concluyen o quedan a medias en el mejor de los casos.
Arraigo cultural que hace que pensemos que con el sólo hecho de anunciar que se quiere hacer algo esto se hará por sí sólo. Así tenemos el desencanto generado por el Pacto por México y sus reformas. Algunas de ellas de gran trascendencia, pero que se quedaron sólo en el papel, y en el caso de otras que se lograron, e incluso se avanzó en su ley secundaria, no surtirán sus efectos hasta dentro de varios años.
Pongo como ejemplos la ley energética que amplió la expectativa en materia de explotación de hidrocarburos, pero nadie ha explicado a los ciudadanos “la letra chiquita de los contratos”; me refiero a que los beneficios vendrán dentro de varios años, incluso casi al final de el próximo sexenio. Para que se pueda extraer y producir el primer barril de petróleo derivado de esta reforma, tendrán que pasar por los menos diez años, lo mismo sucede con la reforma educativa, para ver frutos concretos tendrán que pasar varios años y diversas reformas más. Sin embargo, éstas y todas las reformas hechas se han planteado como la solución inmediata a los problemas, y esto no es así.
Algo similar está pasando con el Sistema Nacional Anticorrupción: se vende como si, por el solo hecho de aprobarlo, el flagelo de la corrupción institucional y personal de muchas áreas públicas desaparecerá como por arte de magia. Muchos legisladores hablan de esta reforma como una aprobación de las propuestas ya hechas. Los organismos expertos de la sociedad civil organizada exponen y presentan propuestas donde consideran que después de la legislación anticorrupción al menos debe de haber reformas, adecuaciones y creación de por lo menos 20 o 25 leyes más. Sesenta y dos días no son suficientes para lograr el Sistema Nacional Anticorrupción. Los foros en las cámaras han iniciado y el debate académico, social y legislativo también. El flagelo de la corrupción corroe hasta el tuétano de las instituciones y la solución aun se ve lejana.
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