La visita del Papa Francisco a Michoacán fue, entre líneas, el anuncio de la Iglesia Católica de la caída del poder que hasta hace poco ostentaba el cardenal primado de México, Norberto Rivera Carrera.

En su desesperación por la pérdida de poder que hoy lamenta, el otrora poderoso “príncipe” de la Iglesia ha intentado por todos los medios reposicionarse y demostrar la importancia de su palabra. Todo ha sido en vano.

La reciente visita Papal fue la cereza del pastel, uno muy amargo para Rivera Carrera, aunque lo cierto es que el “príncipe” cayó de la gracia divina desde el 13 de marzo de 2013, justo el día en que Jorge Mario Bergoglio recibió el báculo papal; el argentino no era el “candidato ideal” del mexicano.

Las evidentes diferencias son de siempre: mientras el Papa argentino se distinguió por su espiritualidad y sencillez; a Rivera Carrera le gustaba la ostentación y la práctica del principado.

Y en este escenario, la estrecha amistad que se profesan el Obispo de Roma y el cardenal de Michoacán, Alberto Suárez Inda, llegó a remarcar las diferencias.

El cardenal de Michoacán, elevado de rango precisamente “por una travesura del Papa Francisco”, como el propio Suárez Inda lo comparte, no ha disimulado jamás sus desacuerdos con Norberto Rivera; pero tampoco las había exteriorizado como hasta ahora.

La confirmación de la Visita Papal y la exclusión de Rivera Carrera de la organización de la misma, fue la gota que derramó el vaso. El cardenal primado, herido de muerte, intentó desde distintos frentes intervenir, sabotear, opinar y cambiar la logística.

Acostumbrado al poder y a lo que se puede alcanzar con éste, Norberto Rivera pretendió modificar la agenda papal y se opuso terminante a que el Papa visitara Michoacán.

El cardenal primado no quiere a esa entidad y lo dejó en claro, pero también a él le dejaron en claro que se estaba metiendo en camisa de once varas y que se enfrentaba a uno de los mexicanos de mayor confianza papal: Alberto Suárez Inda.

Discreta como es de los actos de su vida interna, la Iglesia no había permitido que las diferencias salieran a la luz pública. La Conferencia Episcopal Mexicana cambió las reglas cuando “Desde la Fe”, la influyente publicación católica con un tiraje superior a los 450 mil ejemplares cada ocho días, hincó los dientes a Michoacán y le dedicó una dura crítica, llena de rencor.

“Desde la Fe” es un semanario que maneja el arzobispo primado de México, Norberto Rivera. El mensaje tenía un claro destinatario.