Entrevista a Sergio Rubin | Autor de El papa Francisco | Exclusiva Siempre!
Desde el 13 de marzo de 2013 cuando “monseñor Jorge Bergoglio fue elegido sucesor de Joseph Ratzinger para ocupar, como papa Francisco, el trono de Pedro”, mucho se ha hablado, se ha escrito y se ha visto sobre su vida y obra.
Sin embargo, tal vez nunca deje de asombrarnos ese hombre de origen italiano que nació en el seno de una familia modesta, un 17 de diciembre de 1936 en el Barrio de Flores en Buenos Aires, Argentina, porque siempre habrá un dato, un pasaje, una anécdota de su vida, un antes y un después de convertirse en el jefe supremo de la Iglesia católica, que contar o recontar, sobre todo ahora que está a unos días de pisar suelo mexicano.
Por eso, quién mejor que el periodista y escritor argentino Sergio Rubin, considerado en el ámbito internacional como el biógrafo personal del papa Francisco, para hablarnos un poco sobre Jorge Mario Bergoglio. Quién es, sus orígenes, su familia, su adolescencia, sus gustos y, por qué no, de su adolescencia o de cuando él era sacerdote, arzobispo de Buenos Aires, primado de Argentina o cardenal consagrado por Juan Pablo II.
El argentino que convivió y que estuvo muy cerca del entonces cardenal jesuita y desde mucho tiempo atrás lo conocía, puesto que Rubin cubre la fuente religiosa para el diario El Clarín, en Argentina, comenta que en cuanto a la personalidad del hoy papa Francisco se puede decir que es “un hombre de una enorme humanidad, de un trato sumamente delicado, aquí toda la gente que lo pudo tratar directamente, personalmente, tiene muy buenas vivencias con él, porque ha sido una persona muy dedicada que se ha ocupado de muchísima gente, de atenderla, de sus problemas, de sudarla, que si una persona está enferma llamarla, visitarla. Ha tenido una actitud personal realmente generosa, ha tenido unos gestos personales fantásticos, o sea, más allá de su espiritualidad, de su inteligencia, de su liderazgo, en el plano humano es una persona de una, podría decir, humanidad extraordinaria”.
En entrevista exclusiva vía telefónica, Sergio Rubin comparte con Siempre! su experiencia, pero sobre todo un poco de la vasta información que obtuvo durante más de dos años a través de una serie de entrevistas periodísticas que sostuvieron él y su colega italiana Francesca Ambrogetti con Bergoglio, cuando éste aún era cardenal. “Testimonio único sobre los acontecimientos que marcaron la vida del actual pontífice” y que podemos encontrar plasmado en el libro: El Jesuita: Conversaciones con el cardenal Jorge Bergoglio, publicado inicialmente por Javier Vergara Editor en 2010, y posteriormente renombrado a El papa Francisco: Conversaciones con Jorge Bergoglio. Considerada su única biografía publicada antes de su elección como papa Francisco en 2013 y la única biografía autorizada por el mismo Jorge Mario Bergoglio.
Sus padres huyeron del fascismo
Su santidad es hijo de emigrantes italianos oriundos de Piamonte, región del noroeste de Italia, de quienes se dice que abandonaron el continente europeo a causa del fascismo de los primeros años del siglo XX.
Sobre sus padres, Bergoglio cuenta a Sergio y Ambrogetti que “se conocieron en 1934 en misa, en el oratorio salesiano de San Antonio, en el barrio porteño de Almagro, al que pertenecían. Se casaron al año siguiente. Ella era hija de una piamontesa y de un argentino descendiente de genoveses”.
Su padre, Mario Bergoglio, fue contador y empleado ferroviario, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de las labores de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Se sabe públicamente que siete días después de su nacimiento, Jorge Mario Bergoglio Sivori fue bautizado durante la Navidad de 1936, en la pila bautismal de la parroquia San Carlos Borromeo y Basílica de María Auxiliadora del Barrio de Almagro en Buenos Aires, por el sacerdote salesiano Enrique Pozzoli. Siguiendo con los sacramentos y rituales de la Iglesia hace su primera comunión el 8 de octubre de 1944.
Una de las personas que siempre ha estado presente en la mente de Bergoglio ha sido su abuela paterna, Rosa Margarita, quien “contribuyó en su crecimiento en la fe” y a la cual él mismo “reconoce como la mujer que mayor influencia ha ejercido en su vida”, según se ha publicado en diversos medios de comunicación.
En palabras de Sergio Rubin, “Bergoglio viene de una familia de inmigrantes italianos que practican la fe católica, su padre era un católico practicante que frecuentaba la iglesia, pero la más fervorosa, desde joven en su natal Italia, fue su abuela Rosa, tenía una fe católica muy fuerte, tenía un compromiso, desarrolló dentro de su localidad una labor importante. De una personalidad muy interesante, tuvo una serie de adversidades en su vida, pero aun así ella se abrió camino, tuvo que trabajar mucho, esforzarse mucho, perdió varios hijos durante el parto, sin embargo tuvo una fe muy fuerte y eso se vio reflejado” en la familia, y es en este ambiente de creyentes religiosos que creció Jorge Mario.
En este episodio de la vida del papa, el periodista y escritor argentino difiere de los señalamientos que afirman que fue su abuela Rosa la que influyó para que él decidiera ser sacerdote “no, no hubo una inducción a que él fuera sacerdote, de ninguna manera, incluso es sabido que cuando él anunció su decisión de ser sacerdote a su madre en mucho no le gustó, por no decir que no le gustó nada, porque de toda la familia ella era la que menos fe tenía, la que menos practicaba la religión”.
La vocación religiosa
“Ella pensaba que su hijo iba a ser médico porque en algún momento se lo dijo él, cosas que dicen los chicos, pero yo creo que ya desde la adolescencia él sabía claramente que tenía vocación, sintió ese llamado de Dios, como quedó expuesto en el libro, desde ese día de la Primavera de la Fe, a los 17 años, cuando fue a confesarse a la parroquia de San José de Flores, del Barrio Porteño de Flores, en Buenos Aires, y ahí se encontró con un sacerdote que no conocía y que le transmitió una gran espiritualidad, por lo que decidió confesarse con él, se confesó y se dio cuenta de que tenía una vocación religiosa”.
“El tema se cerró ahí”, porque después completó sus estudios secundarios como técnico químico, sin embargo, aunque su decisión no fue de inmediato —expresa el argentino Rubin—, “demoró varios años hasta que cumplió 21, finalmente, comunicó a sus padres la decisión de ingresar en el seminario y terminó optando por el de los jesuitas, por tanto, esta vocación religiosa, esta decisión de ser sacerdote la fue madurando durante algún tiempo”.
De sus cuatro hermanos a Francisco sólo le sobrevive una hermana, María Elena, con quien tiene una relación muy cordial —apunta el escritor—, “y no solo con ella sino que él tiene muchos sobrinos y con algunos de ellos ha tenido una muy buena relación, incluso le han venido a pedir consejos o cosas por el estilo y él siempre los ha recibido, los ha atendido y ha mantenido ese vínculo mientras ha estado, obviamente, en Buenos Aires; ahora menos, pero ha tenido una muy linda relación con su familia, con sus hermanos, con todos en general”.
El 11 de marzo de 1958 inicia su etapa de noviciado en la Compañía de Jesús. Tenía 21 años y era ya seminarista cuando enfermó de fiebre y estuvo cerca de la muerte durante algunos días. Pero nuevamente, en noviembre pasado, la noticia de que el papa Francisco estaba muy enfermo “por un pequeño tumor en el cerebro, benigno y curable”, creó gran revuelo y dio la vuelta al mundo en instantes. Aunque la noticia fue desmentida de manera tajante por el Vaticano, un velo de dudas cubre hoy todo lo que tenga que ver con la salud del Santo Padre.
El biógrafo personal del papa no cree que Su Santidad tenga problemas de salud, “no, no lo creo, para nada —y recuerda—, a los 21 años le tuvieron que extirpar un pedacito de pulmón derecho, de la parte superior, por una infección, pero no más, y después se recuperó perfectamente bien y no tiene ningún problema ahorita, tal vez un poquito de problema en la cadera, pues cuando camina le cuesta un poquito de trabajo, pero nada que sea una cuestión que amenace en este momento su salud o límite el ejercicio del pontificado”.
No olvidemos que simplemente estamos repasando algunos pasajes de la vida de Jorge Mario Bergoglio antes de convertirse en el primer papa americano, de ahí que su biógrafo de cabecera nos platica un poco de cómo era él en su vida cotidiana. “Es un hombre activo, un hombre de una gran serenidad a pesar de que aquí tenía enormes compromisos, enormes responsabilidades y a veces situaciones muy estresantes o que podrían ser también tensionantes por el tamaño o la envergadura de sus tareas, de sus funciones y, sin embargo, siempre fue un hombre de una gran serenidad, que tenía un tiempo para dedicarle a todos y escuchaba muy bien a las personas, le prestaba una enorme atención a cada persona que lo quería ver, en general atendía a todo el mundo aquí, no hacia distinciones, si era importante o no era importante para él todas las personas tienen el mismo valor, la misma dignidad, le resultaban importantes todas las personas.”
Incluso, “él muchas veces respondía personalmente las llamadas telefónicas, respondía las cartas, realmente tenía un trato sumamente delicado y era sorprendente eso. No le gustaba estar rodeado de una corte, de un montón de secretarios, de barreras y de filtros que le impidieran llegar a la gente hasta él. Además, se sabe que se desplazaba acá en el transporte público, caminaba mucho las calles de la ciudad, tenía un contacto muy directo con la gente sencilla, visitaba las barriadas más pobres, se interesaba por sus sacerdotes, por sus seminaristas, iba a las parroquias, a veces se quedaba a dormir ahí, o sea, realmente tenía una gran cercanía con todas las personas. Un auténtico pastor, diría yo, por eso se dice, que él antes que nada es un pastor y un gran párroco cercano a su feligresía”.
No le gustaba la grilla
El periodista, escritor y biógrafo personal del Sumo Pontífice, especializado en temas religiosos agrega, “acá tenía ante la gran sociedad un perfil bajo, no era de esas personas que hacía declaraciones periodísticas, ese tipo de cosas, aquí no tenía una relación muy fluida con los periodistas, no le gustaba mucho eso de exponerse a través de los medios, pero sí lo hacía obviamente cuando pronunciaba sus homilías o difundía un comunicado, una carta pastoral, pero no, no, era de esas personas de un perfil muy alto que estuviera todo el día en los medios de comunicación”.
No le gustaba hacer grilla, andar en la política haciendo declaraciones contra las autoridades, “no, no, él tenía momentos en los cuales hablaba, sobre todo para la celebración por las fiestas patrias, el 25 de mayo, ahí si realmente tenía una catedra, me atrevería a decir, cívico religiosa muy importante y tenía definiciones interesantes y recibía y hablaba con políticos de la oficialía, de la oposición, él recibía a todo el mundo, empresarios, sindicalistas, aunque lo hacía siempre en un marco de reserva, no andaba publicitando lo que hacían ni lo que hablaban ni cosas por el estilo”.
Pero el jesuita sudamericano también fue joven y como todo adolescente tenía inquietudes, gustos, actividades, disciplinas, que disfrutaba, por ejemplo, como buen argentino heredó de su padre la pasión por el futbol, por el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, del que tiene camisetas y carné de socio número 88,235.
Además, de su gusto por el tango, “porque él era joven y aquí estaba de moda entre la juventud y para otras generaciones, estoy hablando de hace más de 50 años atrás, le gustaba mucho, incluso, la milonga, que es otra danza argentina, muy típica también, muy emparentada con el tango. La milonga realmente a él le gustaba tanto como el tango, del cual tenía, como decíamos en el libro, un conocimiento bastante extenso, conocía las orquestas, los cantantes, siempre le gustó el tango”.
“No lo bailó, que yo sepa, ha bailado un poco quizá la milonga, estamos hablando de cuando él era joven, hace muchos años, pero siempre mantuvo ese gusto y ese interés por el tango, una música tan característica de Argentina y en particular de Buenos Aires. Bergoglio tiene muy fuerte arraigo con la ciudad y por eso le gusta el futbol; el tango tiene mucho que ver con su condición de argentino y de ciudadano de Buenos Aires. Es muy muy argentino sin ninguna duda”.
En contraste, entre las cosas que le disgustan “y él lo ha dicho muchas veces —es muy crítico—: la corrupción, como papa ha insistido en esa cuestión y después por supuesto todo lo que tiene que ver con el destrato a los más necesitados, a los pobres, a la gente que pasa necesidad; no le gusta la gente que considera a las personas como un número, no precisamente como personas, como seres humanos, esas cosas le molestan particularmente”.
¿Es muy serio el Papa? “Hacia fuera era serio, sobre todo hacia un gran público, aunque personalmente no lo era tanto, acá era simpático, tenía algunos chistes y algunas humoradas; hacia fuera tenía un rostro bastante duro; de hecho, digo que él en su pensamiento y sus actitudes ya como Papa sigue siendo la misma persona de siempre, pero lo que ahora como pontífice llama la atención es su gran extroversión y su amplísima sonrisa, que aquí en Argentina claramente no tenía”.