Fallan los intentos para lograr acuerdos

 

 

Esta noche mientras miro de frente

a la muerte, hago recuento de lo vivido.

Sé lo que hice y también

lo que debería haber hecho.

Historia de un canalla, de Julia Navarro

 

 

 

 

Madrid.- La única estrategia para formar gobierno es que la izquierda se abstenga o pacte con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Albert Rivera y Pedro Sánchez no pudieron ganar la primera investidura por mayoría absoluta. La alianza sólo obtuvo 130 votos a favor, 219 en contra y una abstención.

Claramente, en la sesión del viernes 27 y sábado 28 de febrero, en la que pudo ser investido con mayoría simple la suma fue la misma sólo cambiaría si el Partido Popular (PP) hubiese accedido a respaldar al líder de los socialistas en un afán por salvar el pellejo o que el líder madrileño aceptara a Mariano Rajoy, cosa que suena a ciencia ficción.

Nadie cedió un milímetro

Todo indica que las cosas seguirán igual y que, desde el lunes 7 de marzo, se reanudan las conversaciones entre los partidos de izquierda; Ciudadanos buscará la salida de Rajoy para decidir si respalda la candidatura de un presidente popular distinto a éste.

Estas posibilidades son utópicas porque el santiagués no se aparta del camino. Se considera el elegido por la mano del destino político.

España lleva 68 días sin gobierno —sólo hay uno en funciones— y se aleja la posibilidad de llegar a acuerdos con el fin de instalar un nuevo inquilino en La Moncloa. En las sesiones del martes 1 y miércoles 2, los partidos mantuvieron el pulso, reafirmaron sus posiciones y nadie alteró la orden dada desde los banquillos de los portavoces.

Ni un milímetro transigieron. Pedro pidió muchas veces, quizá demasiadas, la flexibilidad de la izquierda (Podemos, Izquierda Unida-Unión Democrática, Compromís y las Mareas Atlánticas) para que omitieran su voto y facilitasen su nombramiento.

No ocurrió así pero el socialista demostró ser una persona empeñada en un trabajo casi improductivo hasta ahora, pero necesario. Tendió la mano a todos lados y utilizó argumentos sólidos y convincentes.

El programa del PSOE y Ciudadanos promete doscientas medidas viables para echar abajo leyes y decretos del PP que nos llevaron al empobrecimiento y a la desilusión. Su llamado no tuvo eco y fue criticado por ambos lados del espectro ideológico de nuestro país.

En la madrugada del viernes-sábado, la historia se repitió y el resultado fue el mismo. A no ser que un tsunami haya arrasado con este escrito. Las negociaciones a partir de ahora se pueden prolongar dos meses. Si al término de este plazo no hay acuerdos suficientes, iremos a otra votación el 26 de junio próximo. Y el nuevo gobierno, si lo tenemos, comenzaría a trabajar desde septiembre después de que se cumpla con los requisitos administrativos del Congreso.

Triunfo de los rumorólogos

Se da la paradoja de que nadie quiere otros comicios pero demuestran lo contrario. Rajoy, Sánchez, Pablo Iglesias, Rivera y la minoría importantísima, porque puede inclinar la balanza, insisten en sus reivindicaciones y defienden sin paliativos sus proyectos por encima del vacío del poder que existe.

Los españoles decidieron el 20 de diciembre de 2015 que la mayoría busca un sustituto al PP mediante una alianza de izquierdas que, como siempre, está dividida y no se entiende. Falta la responsabilidad con España y no la satisfacción de cada uno de los actuales líderes políticos.

El único camino construido es el de la ilusión de la gente y la coraza que se ponen los políticos para reclamar lo que aún no tienen y puede que no logren en ningún momento.

Sin embargo, de una cosa están seguros los diputados que llenaron el hemiciclo del Palacio de los Leones: don Mariano tiene que irse para que la sociedad respire con un poco más de oxígeno. Rivera, la joven derecha, fue el primero en mandar un mensaje claro: si se va Rajoy negocio con los populares.

Triunfan, eso sí, los rumorólogos, la insidia, los ultra; abundan los golpes bajos, se recrean los impresentables y sacan provecho los tahúres de la política.

De ello están conscientes los dirigentes políticos y se callan. Sus intervenciones fueron un intercambio de descalificaciones que van desde lo pueril hasta lo miserable.

El escenario español no está para muchos trotes. Sin autoridades, los oligopolios, los grandes bancos, la troika y el Fondo Monetario Internacional presionan para que continúe la política actual so pena de un desbarajuste económico y social. Se equivocan tan distinguidos señores y poco falta para que se enteren de que quienes aspiran a la presidencia del gobierno son tan demócratas como los demás y nunca infringirán las leyes como lo ha hecho el grupo de Rajoy en los últimos cuatro años.

Mantenerse en su egoísmo lleva al país al garete. Los que alimentan la incertidumbre están de plácemes. La nación es otra vez una covacha de gente con pelliza que aguanta calor y frío sin rechistar.

Los dichos de Rajoy y Sánchez

Cito aquí algunos de los puntos dichos por los políticos que subieron al estrado. Rajoy: “Usted, señor Sánchez, es un bluff, realiza un montaje, defiende su propia supervivencia política, avala un montaje propagandístico, es protagonista de un vodevil de 23 que, junto con los extremistas pagados por Venezuela e Irán, quieren que nuestro país pierda el Estado de derecho”.

Con su virtuoso estribillo humorístico, que tanto nos ha hecho reír por lúcido y talentoso, don Mariano pregonó: “¿lo que ofrece usted, señor Sánchez, es el bálsamo de fierabrás? No juegue con las dietas de los convalecientes. No engañe al país. Esto es un rigodón con cambio de parejas”.

Sánchez: Expuso lo que podría ser su programa de gobierno: Cancelar la Ley de Seguridad Nacional (que coarta el derecho a protestar, a manifestarse libremente), revisar la laboral, derogar la de educación, modificar la de sanidad, evitar los salarios mínimos casi miserables; contener e impedir los desahucios, dar vivienda a quien no la tiene, respaldar salarios que permitan al trabajador llegar a fin de mes, evitar por tanto el éxodo de españoles capacitados y dedicar todos sus esfuerzos para que España sea algo dentro de la Unión Europea porque hoy por hoy somos un cero a la izquierda.

En ese tenor, Pedro se ha revalorizado. Recibió ataques muy agresivos de todas partes y de cualquier color. De Rajoy, desde luego. Podemos le echó en cara que hubiese pactado con Ciudadanos y de no estrechar la mano de las izquierdas que “sigue estando tendida para llegar a un acuerdo”.

Igualmente, los 350 diputados escucharon, sorprendidos, en el hemiciclo político español, a Joan Tardá, de ERC, iniciar su intervención con estas palabras: “Les informo que muy pronto declararemos la instauración de la república catalana”.

Y sus señorías se lo tragaron. Unos con asco y otros con resignación.

Tardá viene a la sede donde se aprobó la Constitución de 1978 a enterarnos de que su región no quiere estar en España y que desprecia a los que aquí habitamos.

El cambio progresista que reiteró muchas veces Pedro todavía no cuaja. Y muchos desean que así ocurra. Tuvo tiempo, igualmente, para calificar de “valiente” a su socio Rivera por haber firmado una alianza con los socialistas.

 

Once horas de discusión

Iglesias fue categórico e inflexible: nunca apoyaremos a Sánchez si éste pacta, como lo hizo, con Ciudadanos. Eso no es sólo una aseveración sino una condición permanente e intocable.

Hubo 11 horas de debate durante las que Alberto Garzón y Rivera participaron también. El secretario general de Izquierda Unida se despidió de la tribuna con “salud y república”. Albert manifestó, contundentemente, que nadie puede hacer pactos con un hombre que prohijó y cobijó a los corruptos.

Don Mariano, tenso, avejentado, contrito, oyó a sus interlocutores a medias. En varias ocasiones dejó su curul para tomar el aire. ¡Que le importa a él lo que digan los demás! Es el presidente en funciones y hace lo que quiere. ¡Magnífico! Pero en su exposición, este señor de Galicia, utilizó metáforas gastronómicas e históricas para condenar a sus adversarios. Mezcló los garbanzos con los acuerdos entre reyes del pasado.

Eso sí, leyó muy bien, sin interrupciones, lo que le habían escrito.

Además, Iglesias, que estuvo serio y señaló los problemas reales que tiene el país, se equivocó, exageró al expresar en su respuesta a Sánchez, que “Felipe González tiene el pasado manchado de cal viva” lo que provocó abucheos merecidos.

Terminó con una referencia a Ciudadanos: “No olviden que su grupo abandonó la Cámara de Diputados para no avalar la repulsa a Franco”.

Fueron innumerables las condenas y censuras que se hicieron entre sí los políticos.

A última hora, recuerdo una pesadilla que tuve ayer: soñé que Rajoy era nombrado presidente del Gobierno con apoyo de los mercados de valores. Que paseaba de pie en un Mercedes enorme, descapotable; a los lados iban Esperanza Aguirre y Dolores de Cospedal. Atrás, querubines negros tatuados con flechas falangistas. Lo que yo vi es una dama con un viejo mantón de Manila, y al fondo un gran letrero que decía “viva la libertad controlada”.