Populista de derecha

 

 

Somos la memoria que tenemos y la

responsabilidad que asumimos.

Sin memoria no existimos y sin

responsabilidad quizá no merezcamos existir.

José Saramago

 

 

Conforme avanzan las elecciones primarias norteamericanas, parece más real la posibilidad de que llegue a la Casa Blanca un movimiento populista de derecha encabezado por el billonario Donald Trump.

Aquí, en México, el discurso de Trump justificadamente ha encendido los ánimos y provocado todo tipo de reacciones, la mayoría indignadas por la violencia verbal del aspirante a la Casa Blanca contra México y contra los mexicanos.

Desafortunadamente, muchos de los analistas de temas internacionales, aquéllos que profesionalmente se dedican a analizar los temas económicos, políticos y sociales del mundo, parecen haberse contagiado de la indignación y no han intentado siquiera explicar las implicaciones que tendrían para México las políticas que propone Trump.

El discurso de los punteros en la carrera por la candidatura republicana coincide en aplicar políticas hostiles a los inmigrantes mexicanos indocumentados, en iniciar lo que sería una guerra comercial al amenazar con obligar a las compañías norteamericanas establecidas en México a volver a establecerse en territorio estadunidense.

Es posible, como me han dicho personas de gran lucidez intelectual y cuya capacidad de análisis en temas internacionales respeto, que la realidad haga inviable la aplicación de las draconianas medidas que Trump, Cruz o Rubio ofrecen al electorado norteamericano.

Explotan el resentimiento por los devastadores efectos de la crisis de 2008 que, más allá de sus efectos en el ámbito bancario y financiero, devastó a las clases medias de Estados Unidos, ha exacerbado la desigualdad social, pero, sobre todo, las ha asustado, porque la sociedad norteamericana, como en todos los países desarrollados está en la transición hacia la tecnología que deja la manufactura a naciones emergentes.

Sin embargo, el gobierno de México no puede permanecer como simple espectador. Tampoco se trata de involucrarse en las elecciones de Estados Unidos, pero sí pueden tomar precauciones.

Además de —como ha dicho la Presidencia—estar en contacto con todos los equipos de campaña para explicarles detalladamente la estrecha vinculación comercial y financiera entre México y Estados Unidos y la importancia de esa relación bilateral para las dos economías, quizás habrían de prepararse para lo peor.

Quizás es tiempo de que un equipo de trabajo que incluya funcionarios, académicos y algunos empresarios se prepare un plan para enfrentar la posibilidad de que, como no ocurre desde hace nueve décadas, en Washington haya un gobierno hostil hacia México.

Probablemente la posibilidad es remota. Aun así, ¿no es mejor estar preparados para ese escenario?

Jfonseca@cafepolitico.com