21 de marzo: día de guardar

 

Juárez está vivo porque viven sus circunstancias. No toda la Reforma está consumada y, por otra parte, sigue siendo necesaria.

Cuando parecía que Juárez y la Reforma eran un asunto de la historia, resulta que no es así. Que ni la Reforma está asegurada de por vida y a Juárez lo requerimos más vivo que nunca. Es cierto que algunos desearían que, efectivamente, estuviera muerto. Más aún, resurgen mexicanos y extranjeros que quisieran que no hubiera nacido. Prevengámonos de ellos. No se dan por perdidos ni por vencidos. Al Juárez muerto no han podido enterrarlo y al Juárez vivo van a querer matarlo.

Porque cada vez en más mexicanos se ha instalado la sensación de que está renaciendo la contrarreforma. Por lo menos, si es que no había finado y dormía en catafalco, que está adoptando nuevo disfraz, nueva máscara y nuevo antifaz. Que ahora tiene un discurso relacionado con “el cambio”. Reaccionarios con palabras de revolucionarios. Que existe toda una estrategia nacional de los conservadores para cancelar las prerrogativas de la Reforma y, con ellas, las consecuentes de la Revolución.

Para reducir la escuela y la universidad públicas. Para reinstalar los fueros. Para transferir el patrimonio nacional. Para compartir el patrimonio energético. Para recortar la libertad de educación y de credos. Para acondicionar la soberanía. En fin, para retroceder en las conquistas de siglo y medio de liberalismo, de nacionalismo y de igualitarismo.

Por todo eso, Juárez vive. Por todo eso, también, es importante evocarlo y ponerse a su lado. Juárez representa el paradigma del héroe. Pero no sólo por las circunstancias adversas en las que habría de templarse su carácter y de desarrollarse su actuación sino porque éstas no fueron suficientes, todas juntas, para doblegar su ánimo. Antes bien, a cada siniestro aparecía como participante o como protagonista de la reconstrucción de México.

Juárez es uno de los pocos héroes mexicanos que reúne tres dones que el destino suele regatear al martirio y al heroísmo. Tuvo obra, tuvo mérito y tuvo éxito. Por eso sigue siendo la mejor representación mexicana del liderazgo y del servicio a la nación. Por eso, los Juárez se antojan a los pueblos en problema. Por eso, todo un continente lo reconoce Benemérito. Por eso, todos los procesos de reforma liberal el mundo occidental lo han emulado, muchas veces sin saberlo.

La Reforma se consumó pero no se agotó. Por toda América, principalmente la latina, los liberales se esforzarían por alcanzar resultados semejantes. México estaba en la mente política del orbe para inspirar y para probar que el cambio podía ocurrir. Las prerrogativas de la Reforma mexicana no diferían del pensamiento liberal europeo y muchos países de los diversos continentes pasarían por procesos similares, aun sin tener la conciencia de que estaban emulando, a veces sin proponérselo, a una generación de mexicanos.

En fin, estas conmemoraciones patrias son los días de guardar. No los del ritual religioso sino los del ritual laico. Los de la vigilia, no como abstinencia sino como alerta.

Los de la contrición, para no engañarnos de nuestras fallas o, por lo menos, para no olvidarnos de ellas. Los de la rectificación en lo que haya a lugar y todavía sea posible. Los del arrepentimiento correctivo. Los del perdón. Y, al final de cuentas, los de la creencia en una tierra prometida que está a nuestro alcance si nos esforzamos en ello y si nos aplicamos en la dirección correcta.

w989298@prodigy.net.mx

@jeromeroapis