Durante siete y años y poquito más, Luiz Inácio Lula da Silva fue visto como un buen gobernante. De lo mejor que había tenido Brasil en su historia, lo que incluso le valió la continuidad en el poder a su partido de origen. A él se le atribuye la reducción en las brechas entre ricos y pobres con su política interna dedicada al combate al hambre y a la miseria, y la solidez que imprimió a la economía.
Hoy Lula Da Silva, quien buscaba la reelección para el 2018,declara ante un juez por su presunta conexión con el escándalo de corrupción en Petrobras, tras ser detenido en medio de un espectacular, y hasta innecesario, operativo policiaco, en el que la policía federal brasileña cateó el hogar del ex mandatario y luego se lo llevó detenido, en calidad de posible participante en el delito de corrupción y lavado de dinero.
Los más de 200 agentes Federales allanaron no sólo la casa de Da Silva, también lo hicieron en el hogar de uno de sus hijos,Lulinha, la sede del Instituto Lula y las oficinas de la constructora Odebrecht, involucrada junto con OAS en el escándalo brasileño, derivado del descubrimiento del esquema de sobornos que grandes constructoras pagaban a directivos de Petrobras a cambio de contratos con la petrolera estatal.
Como sucedió en México, la historia de la adquisición de un departamento tríplex en la localidad de Guarujá, puso en tela de juicio la honorabilidad del otrora obrero metalúrgico y líder sindical. Luiz Inácio despertó la sospecha del fiscal, cuando se reveló que la constructora OAS, una de las presuntas beneficiadas de esos actos de corrupción, había pagado por el departamento ubicado en el litoral del estado de San Pablo.
El Ministerio Público de Paraná confirmó que las averiguaciones demostraron que el ex presidente recibió en 2014, sin aparente justificativa económica lícita de OAS, por lo menos un millón de reales por medio de reformas y muebles de lujo en el tríplex de Guarujá.
Asimismo, notificó que hay fuertes indicios de que entre 2010 y 2014 Lula adquirió a través de terceros, la propiedad rural en Atibaia con 770 mil reales de las empresas Odebrecht y OAS.
En esta nueva etapa de la investigación ha sido llamado también a declarar el presidente del Instituto Da Silva, creado por el ex presidente brasileño, Paulo Okamotto, en un intento por desentrañar toda la maraña del caso que mantiene a Lula Da Silva en el ojo del huracán que involucra a otras 44 personas, sobre quienes ya se expidieron –y cumplen- sendas órdenes judiciales de presentación y aprehensión.
Las acusaciones de corrupción no son nuevas para Luiz Inácio, durante uno de sus mandatos, entre el 2003 y el 2010, trascendieron en medios acusaciones de manejos irregulares relacionados con su partido de origen, el del Trabajo.
Esta, sin embargo, es la acusación más fuerte contra Da Silva. La supuesta red de corrupción de Petrobras, desvió 10 mil millones de reales, equivalentes a más de 3 mil 200 millones de euros de la citada petrolera. Cualquier cosa.
Para darle más dramatismo al caso, las autoridades policiacas han decidido bautizar el operativo contra Lula y lo llamaron “Aletheia” en referencia a la expresión griega que significa “búsqueda de la verdad”.