No por mucho madrugar amanece más temprano

Como anillo al dedo le viene parafrasear a Gabilondo Soler —aquello de primero la a y luego la e— a la actitud de un sector de la meritocracia que en prensa, radio, televisión, y ahora en los actuales tiempos en las redes sociales, que busca colocar en la atención pública, encuestas y sondeos de opinión respecto de candidatos para 2018.

Así, han iniciado ya una guerra de encuestas, sin percatarse de que éstas han perdido eficacia y credibilidad, por un lado; y por otro, continuar hundiendo en el descrédito su utilización, ya que éstas difieren sustancialmente, y en las charlas de café prevalece el criterio de que las encuestas son de “quien las trabaja”, esto es, de quien las paga.

Y recordando el viejo lugar común de que una encuesta es sólo una “fotografía del instante”, resulta que este instante tiene tantas visiones como intereses políticos partidarios, aspirantes y suspirantes buscan posicionarse para 2018. Y hasta un viejo conocido desprestigiado que pretende alzarse como único candidato independiente; “Cosas veredes que harán fablar las piedras”.

Estas encuestas y sondeos, sin nota metodológica al calce o que, cuando la tienen, refieren a telefonemas mínimos con escasa cobertura geográfica y sin especificar deciles de edad, ingreso u otras variables, pretenden extrapolar sus resultados a todo el país, resultan risibles.

Y según la encuesta de su preferencia, López Obrador es el puntero indiscutible y según éstas casi seguro ganador, quizá porque tiene 15 años en campaña. En otras, la esposa de un expresidente tiene ganada la candidatura presidencial, sin considerar que en todo caso primero debe ganar en el interior de su partido, donde ni siquiera en la más reciente elección interna pudo hacerse de una candidatura a diputada. No importa, hay que posicionarse a golpe de encuestas.

Y por supuesto, con mayor discreción y especial cuidado se filtran o consideran a algunos políticos del partido gobernante como candidatos punteros, para no rezagarse y figurar en las encuestas, no vaya a ser.

La verdad es que primero en el ámbito político partidista debe efectuarse el proceso electoral en doce entidades de la republica y los resultados incidirán en cualquier escenario prospectivo, que modificará los equilibrios políticos actuales y la realpolitik, esa terca realidad configurará un nuevo mapa político electoral. Por decirlo en lenguaje de un jugador de dominó: habrá nueva sopa.

¡Ah!, y, por supuesto, habrá nuevas encuestas, y producto de los resultados electorales unos afirmarán sus pretensiones, otros harán mutis y muchos más trataran de posicionarse a golpes de sondeos y encuestas. Todos olvidan o minimizan que falta mucha agua por correr por el río; que el entorno geopolítico internacional, la situación económica mundial e interna y el propio accionar social modifican para bien y para mal la realidad social y que el voluntarismo reforzado con encuestas es un espejismo, que como pompa de jabón puede desvanecerse en un instante. Todo a su tiempo, ya lo habrá para ocuparse del 2018.