Entrevista a Morgan Quero | Investigador del CIALC-UNAM | Exclusiva Siempre!
América Latina cruza por una cadena de crisis políticas simultáneas tan contradictorias como sorprendentes. La noticia que impactó al mundo el pasado viernes 4 de marzo ha encendido los focos rojos en la región: el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva fue arrestado en su casa acusado por el presunto desvío de dos mil millones de dólares de Petrobras.
Lula, el carismático líder de la izquierda suramericana, símbolo del cambio y de la transición democrática, del desarrollo y del progreso libertador, ahora enfrentará un juicio por lavado de dinero y desvío de fondos; sus propiedades de lujo fueron allanadas y también están bajo investigación algunos de sus familiares junto con la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff.
El pasado 23 de febrero, el presidente populista Evo Morales, en Bolivia, quien también es investigado por corrupción —perdió el referéndum para que pudiera reelegirse por cuarta ocasión.
El presidente de la izquierda peruana, Ollanta Humala, está a punto de entregarle el poder a la ultraderecha representada por Keiko Fujimori, quien buscaría reivindicar el mandato de su padre, el exdictador Alberto Fujimori, un preso que todavía purga una condena de 25 años por delitos graves de lesa humanidad y corrupción.
Hasta el modelo ejemplar de la socialdemocracia chilena, a cargo de la presidenta Michelle Bachelet ha sido alcanzado por los escándalos de corrupción; el presidente Rafael Correa de Ecuador también está siendo investigado bajo la misma sospecha.
Todo esto ha sucedido después de que Cuba —el bastión antiyanqui— finalmente normalizara relaciones políticas con Estados Unidos en noviembre del año pasado; de que Nicolás Maduro llevara a una crisis humanitaria al país y de que los venezolanos le entregaran el poder a la oposición en el Congreso; de que Cristina Kirchner en Argentina perdiera su tercera reelección a favor de la ultraderecha de Mauricio Macri, y finalmente, de que el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, dimitiera del cargo por un juicio promovido en su contra por la fiscalía anticorrupción auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas.
“Simplemente hay una crisis política muy fuerte de esos regímenes que se inicia con la muerte del expresidente de Venezuela Hugo Chávez en 2013, y que va hasta la orden de comparecencia del viernes 4 de marzo para el expresidente Lula en Brasil. Con la muerte de Chávez empieza el cierre de ese ciclo, por lo que podemos hablar de un largo réquiem de los gobiernos de izquierda en América del Sur”, explica en exclusiva para Siempre!, el politólogo latinoamericano Morgan Quero, investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, quien recientemente regresó de una estancia posdoctoral en la Pontificia Universidad Católica de Perú.
El papel de los votos
¿Cómo podemos explicar el origen de la crisis regional?
Hay una línea que nos permite comprender ese proceso. Primero, es la importancia del voto, de la participación electoral de los ciudadanos. Fueron los ciudadanos argentinos los que decidieron que entrara un presidente de otra orientación política; fueron los ciudadanos en Venezuela los que votaron a favor de la oposición; fueron los ciudadanos bolivianos quienes votaron en el referéndum y le dijeron no a Evo Morales.
Y en el caso de Brasil, aunque no tiene que ver con un proceso electoral propiamente dicho, sí tiene que ver con un proceso de fortalecimiento institucional del Poder Judicial que ha llevado a cabo la investigación de corrupción.
El Poder Judicial es parte del fortalecimiento real de la democracia, de las instituciones democráticas de la región: voto, Poder Judicial, separación de poderes. A lo mejor es una autonomía judicial muy exagerada, en ciencia política se habla del gobierno de los jueces.
¿La izquierda no supo formar nuevos cuadros?
La izquierda en América Latina no gobernó durante el siglo XX y su camino al gobierno no fue fácil. Fue hegemónica; siempre logró ganar en las urnas y no supo construir una alternativa en términos de discurso, imagen y capacidad para competir electoralmente con otros partidos, lo que explica las reelecciones consecutivas de unos y otros o por lo menos de sus tendencias. Como es el caso de Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa o Lula da Silva.
Algunos politólogos denominan este modelo —como el de Hugo Chávez— el “autoritarismo competitivo”, es decir, hay autoritarismo pero se hacen cambios en el régimen, hay un líder autoritario fuerte, se permiten las elecciones libres y competidas, pero se refrenda ese liderazgo ganando las elecciones.
Pero la derecha tampoco supo formar una alternativa; las derechas se quedaron en una situación de marginalidad para movilizar sectores populares y a las clases medias.
Los pendientes
¿Cuáles son los temas pendientes de esta izquierda en crisis?
En primer lugar, no logró enfrentar la demanda de seguridad de las clases medias y las clases populares. Los índices de violencia ciudadana son muy altos. Se hablaba de la justicia social, de la igualdad y de la inclusión pero no se abordaba directamente el tema de la seguridad.
Otro tema es que no se logró formar una alternativa sustentable en el tiempo en términos macroeconómicos. Parece que la izquierda quería copiar el modelo cubano pero al mismo tiempo no terminaba de copiarlo porque hay mucho capitalismo en la región.
Hay una falta de claridad y consenso en lo que significan los aspectos básicos de la economía mundial, independientemente de las alternativas que se puedan construir.
Otro pendiente es la lucha contra la corrupción y la maldición de los recursos.
Los recursos que los países de América Latina recibieron de las materias primas que estuvieron a la alza entre 2000 y 2013, como el petróleo y el trigo, fueron dilapidados y terminaron sirviendo para otros fines, no se sabe cuáles.
Cualquier presidente de América Latina puede estar tocado por los escándalos de ese tipo. Muchos presidentes tenían salarios que no correspondían a sus niveles de riqueza, en este sentido el enriquecimiento de la familia Kirchner en Argentina es muy grave. No hay políticas ni leyes claras, sigue habiendo un enorme caos institucional y legal a la hora de proceder, y el Poder Judicial tampoco se ha fortalecido.
¿Cuál es el panorama regional después de la caída de las izquierdas?
Lo novedoso en América Latina lo está haciendo el nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri: para ganar tuvo que reconocer parte de lo nuevo que se hizo durante estos años.
La derrota de la izquierda no significa solamente el regreso de la derecha, sino de una derecha que, en la medida en que sea capaz de comprender lo que ha sucedido, será más capaz de gobernar, al integrar algunos de esos aspectos pasado.
Las políticas sociales que los gobiernos de izquierda impulsaron tratando de acotar la brecha de desigualdad con el reconocimiento de la inclusión social, políticas a favor de la educación, de la salud, con una infraestructura básica.
Los gobiernos de izquierda acercaron más a la sociedad a las zonas marginales en América Latina, lo que le dio sustento político y electoral.
No se puede borrar de un plumazo lo que se ha hecho en esos países porque hay una tradición de pobreza muy grande o de empobrecimiento en la década de los años noventa, cuando empezó a ser más fuerte el sistema neoliberal.
La Doctrina Monroe ya terminó
¿Desaparecerá la izquierda en Latinoamérica?
El panorama es muy alentador, no veo su desaparición. Paradójicamente, la izquierda tuvo la oportunidad de su ascenso después de la caída del Muro de Berlín.
La izquierda brasileña sigue usando la bandera del color rojo y la estrella, la región tiene, además, una gran capacidad de resiliencia, enormes demandas y un gran vivero de intelectuales que trabajan muy de cerca con la tradición de izquierda que no tiene Europa o Estados Unidos.
Hay futuro para la izquierda siempre y cuando nos diga con mayor claridad qué vamos a hacer con los grandes retos del desarrollo económico, el desarrollo institucional y el tema de la seguridad.
¿Sigue vigente el intervencionismo estadunidense, es decir, la doctrina Monroe de “América para los americanos”?
No, ya se acabó eso. En sí la llegada de los gobiernos de izquierda anuncia ya el réquiem del imperialismo norteamericano. Estados Unidos ha perdido peso en la región, ya no es el único actor que tiene la capacidad de proyectar cambios políticos y económicos en la región.
Hoy tenemos otro actor más sobresaliente, que aunque todavía no desempeña un papel político como antaño Estados Unidos y la doctrina Monroe, sí tiene empresas públicas y estatales, tiene a millonarios con empresas y proyectos privados que invierten en la región.
Este país ha sido el principal cliente de América Latina a tal grado que su desaceleración en los últimos tres años ha causado un impacto negativo en la mayoría de las economías latinoamericanas, y en algunos países ha sido francamente desastroso, como en Brasil; nos referimos a China, y en segundo lugar, algunos países europeos. Esto es algo que hay que observar con detenimiento.
@ophelyas

