Entrevista a Salvador Rueda Smithers | Director del Museo Nacional de Historia | Exclusiva Siempre!
Morelos decide obedecer a Hidalgo en lugar de regresarse a su casa o simplemente servirle de capellán castrense.
¿Quién fue José María Morelos y Pavón? Desde hace más de doscientos años es una interrogante que lo mismo se formularon sus correligionarios, que atestiguaron y documentaron sus acciones, pero también sus enemigos, que fueron implacables. La pregunta la han formulado varias generaciones de historiadores afectos a sus ideas, pero también los que han sido sus detractores. La plantearon sus contemporáneos, sorprendidos de que Morelos trazara con tanta seguridad el camino de la independencia nacional, en medio de las sombras de una sociedad acostumbrada a la medianías del ingenio y la obediencia sin discusión, así como a las pobrezas generalizadas y al conformismo.
Sin embargo, gran parte de las interrogantes que se han hecho a lo largo del tiempo son respondidas en la muestra José María Morelos y Pavón. Generalísimo de los ejércitos de la América Mexicana, exhibición que revela al público la figura del Siervo de la Nación en su parte más humana y alejada de convencionalismos, a través de una lectura biográfica tradicional y la visión de los artistas que a lo largo del tiempo han imaginado al Generalísimo con ciertas características. Es una muestra de cómo se puede pensar la historia de esta figura en imágenes, explicó en entrevista exclusiva para Siempre! Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec, quien aseguró que la muestra está pensada principalmente para los jóvenes, para que reencuentren en Morelos a la figura del hombre que imaginó y creó un México como país libre y soberano.
El párroco de Carácuaro
¿Quién fue Morelos?
Esta interrogante es el punto principal y el propósito de esta exhibición, que es volver a dibujar al personaje en su proporción humana, tratar de saber quién era el hombre y ubicarlo en el tiempo, para entenderlo en el tiempo de la historia.
José María Morelos y Pavón era un cura que vivió en el rincón de la cristiandad, que en 1810, cuando tenía 45 años, algo sucede que estalla su gran energía intelectual, su gran genio militar y administrativo. De ser un hombre dedicado a administrar los sacramentos a 56 familias que vivían en un curato pobre en Carácuaro —tierra caliente—, sin mayores perspectivas ni horizontes de cambio, se convierte en el hombre más importante de la guerra de Independencia y fundador realmente del México independiente. ¿Quién es Morelos? es como cualquier otro mexicano que de repente, por alguna circunstancia azarosa de la historia, se convierte en el dirigente de todos los demás.
¿Qué se busca con esta exposición?
La muestra tiene un eje muy claro que es comenzar a imaginar los 45 años oscuros de la biografía de Morelos, pero imaginarlos como lo hace un historiador, recurriendo a las fuentes del tiempo de Morelos, a lo que él mismo escribió, pero también a lo que los artistas y los historiadores han pensado que representa.
Podemos ir paso a paso para saber cómo era la Nueva España al final del tramo virreinal, cómo era el obispado de Michoacán, cómo era la ciudad de Valladolid, la tierra caliente michoacana, cómo eran las relaciones políticas entre los criollos novohispanos y la Corona, así como las relaciones de los criollos novohispanos y los españoles en los grupos de poder. Entender que un asunto totalmente externo, como es la invasión de Napoleón a España, se convierte en una suerte de leitmotiv para una buena cantidad de curas, abogados novohispanos y oficiales de mediana graduación, novohispanos que ven la oportunidad de recuperar la idea de que la nueva España era un reino con sus propias posibilidades jurídicas. Ahí es donde aparece Morelos.
Morelos revoluciona e imagina que la Nueva España no tiene por qué ser dependiente de España, ni siquiera tienen por qué reconocer al rey. Busca la manera de hacer un ente distinto a la América mexicana. La diferencia entre Morelos y el resto de los insurgentes, antes de él, es que él sí imagina la posibilidad de que sea un país distinto.
La muestra está integrada por más de 250 piezas y entre ellas se exhiben obras poco vistas en estos contextos. La muestra comienza con el retrato llamado El Mixtequito, única pintura para la que Morelos posó, y termina con una obra creada en 2014 por Jorge Cázares. Se incluyen piezas de Ramón Alva de la Canal, Antonio González Orozco, Juan O’Gorman, Adolfo Mexiac, Salvador Hermosilla, y de autores anónimos que hicieron los grabados para monedas o billetes en diversas épocas, entre otros.
El muchachito de familia pobre
¿Qué etapas del caudillo se muestran? ¿Hay historias o anécdotas poco conocidas de Morelos?
Son las etapas que en general todo el mundo desconoce, son los primeros años de su vida, es decir, de su nacimiento, su familia, que era de un carpintero pobre, nieto de un maestro de escuela y cómo lo fueron imaginando artistas como Ramón Alva de la Canal. Cómo los pintores esbozaron los datos que el mismo Morelos explicó durante el juicio que se le hiciera en 1815, con todos los documentos y todo lo que se fue rastreando posteriormente, así como la visión digamos antropológica de los mismos pintores, para saber cuál era el entorno social de un muchachito de una familia pobre y de cómo fue buscando acomodo en un país que no tenía movilidad social.
Morelos llega a ser un cura, sin mayores lecturas, sin mayores perspectivas de vida, pero que —y ése es el pudor de la historia— de un acontecimiento como la entrevista que sostiene con Miguel Hidalgo, cambia totalmente su vida. Toma la decisión de obedecer al caudillo Hidalgo, sin armas, sin caballos, sin hombres, con sólo un papel y una instrucción para tomar el fuerte de San Diego de Acapulco. A partir de ahí, Morelos lleva la guerra hacia el sur, es cuando la guerra de Independencia se desdobla en algo que no era; de ser una gran revuelta se convierte en una guerra organizada con un fin político muy claro.
Te puedo decir que, pese a ser parte de la lucha armada, el artífice de la Constitución de Apatzingán nunca dejó de ser un cura, pero no buscaba la utopía renacentista de la perfección cristiana, era un político pragmático, católico, sí, que pretendía que la primera manera de relacionarse entre las personas fuera a partir de los preceptos morales del cristianismo.
Por otro lado, Morelos fue muy duro en la guerra, se pensaría que hasta inmisericorde contra sus enemigos. Por un lado, estaba su piedad cristiana, y, por otro, no tenía compasión en la lucha. Él mismo lo escribió en una carta al obispo de Puebla, a finales de 1811, cuando le habló de la naturaleza de la guerra.
Morelos y su paliacate
Sobre el proceso curatorial, ¿cómo se llevó a cabo la selección de las obras?, ¿cuáles son sus temáticas?
Hay una investigación curatorial por parte de especialistas en los objetos, hay una investigación histórica, esa me tocó hacerla con otros historiadores de la Universidad Michoacana y del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y en conjunto logramos establecer una línea biográfica para esta exhibición. En particular, la curaduría estuvo a cargo de la maestra Miriam Kaiser, especialista en artes plásticas.
Tratamos de establecer ejes narrativos que pudiesen ser lo suficientemente fáciles de entender para que las nuevas generaciones pudieran confrontar al personaje José María Morelos y Pavón a 200 años de su muerte y 250 años de su nacimiento, pero sobre todo que entiendan que no se trata de un homenaje acartonado a un héroe entre su nacimiento y su muerte. Que entiendan los 50 años de vida de este hombre que, sin ser un personaje destacado en ningún aspecto, acabó siendo el que abre la puerta de la historia de México.
Entre los ejes narrativos tenemos “Morelos, el hombre”, que tiene que ver desde su nacimiento hasta sus estudios en el colegio de San Nicolás, así como su apariencia física y anécdotas del origen de un rasgo personal, y un ejemplo de ello su representación iconográfica: el pañuelo o paliacate en la cabeza.
Otro eje importantísimo es “La sombra de la guerra”, que se abre con la invasión napoleónica y el inicio de la guerra de Independencia; ahí el punto dramático es la entrevista entre Hidalgo y Morelos en donde resulta —lo que los griegos llamaban entelequia— el cuestionamiento y ¿por qué pasan las cosas como pasan dentro de una gran variable de posibilidades?, y resulta esa posibilidad en donde Morelos decide obedecer a Hidalgo en lugar de regresarse a su casa o simplemente servirle de capellán castrense.
Tenemos el eje que muestra cómo organiza Morelos al ejército, cómo platicaba con su gente, qué les decía, cómo los reunía, hasta cómo pudo haber sido la voz de un dirigente. Ahí por ejemplo lo que nos propone Ramón Alva de la Canal es básico, es una suerte de cura y maestro de pueblo, las dos cosas que se conjuntan para darle voz al caudillo. Ese eje temático tiene un punto climático que va con el nombramiento de “Generalísimo”, su desdoblamiento a Siervo de la Nación y el inicio de la discusión del Congreso para llegar finalmente a la Constitución de Apatzingán. En ese mismo núcleo vemos cómo interpretaron los artistas plásticos —como Adolfo Mexiac y Antonio González Orozco— lo que los mexicanos a lo largo de estos 250 años hemos pensado que es Morelos.
¿Cuál es la interpretación que hoy le damos a Morelos?
A reserva de ser muy aventurado en esta opinión, lo que veo sobre todo en las nuevas generaciones —cuando platico con ellos— es que una de las cosas que les llama la atención es que Morelos aparece en todos lados, hay calles, hay escuelas, monumentos, por lo que se preguntan por qué se le conmemora, se le hacen homenajes, quién fue, qué estatura tenía, que comía, qué era lo que pensaba, cómo podía haber hablado, cómo era físicamente; es decir, las generaciones buscan al ser humano de carne y hueso. Por eso regresa la idea de que la historia la hacen los seres humanos, y como decía el doctor Edmundo O´Gorman: “la historia no es sino una parte de eso que llamamos vida”.

