(Segunda de tres partes)

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (The Globalization of Crime: A Transnational Organized Crime Threat Assessment), el tráfico ilícito de armas de fuego genera de 170 millones a 320 millones de dólares por año, lo que lo convierte en una de las actividades más lucrativa para el crimen organizado transnacional después del tráfico de drogas, personas y migrantes.
Más allá del fuerte impacto de la economía ilegal mundializada en las actividades lícitas de cada país, sus consecuencias más profundas está en los niveles de inseguridad, criminalidad y violencia que genera al interior de las naciones y a nivel internacional.

La problemática es tal que hoy en día representan un obstáculo para la consecución de los objetivos de los 15 Retos Globales del The Millennium Project de la Universidad de las Naciones Unidas, particularmente en África y América, y junto con el resto de actividades que componen el crimen organizado transnacional, representan una amenaza para la seguridad humana, la paz,  la estabilidad social, las democracias y el desarrollo.

A nivel nacional el tráfico de armas permite a los grupos armados y organizaciones criminales fortalecer su grado poder e influencia a costa de muchas vidas, particularmente por los enfrentamientos que se dan en la lucha por control de territorios y rutas del tráfico ilegal.

Por otro lado, suministrar armamento a los países en conflicto hace más compleja su solución por la vía diplomática. En tanto, para las organizaciones criminales representa la punta de lanza para el desarrollo de otras actividades que tienen en el tráfico su actividad más lucrativa y diversificada (armas, drogas, personas, migrantes, medicinas, mercancías, recursos naturales o medicamentos) y, por ende, difícil de combatir.

El tráfico de la muerte


El tráfico de armas es sinónimo de tráfico de muerte. De acuerdo con la ONU, cada año se pierden innumerables vidas y aunque es difícil calcular el número exacto de víctimas a consecuencia de este delito, el Global Study on Homicide Trends, Contexts, Data 2011 establece que en América existe una correlación entre los índices de homicidios y el porcentaje de estos perpetrados por armas de fuego.
Por otra parte, la problemática va más allá del ámbito nacional y regional, ya que grupos delincuenciales y pandillas locales tienen fácil acceso a armas cortas y de alto poder, lo que convierte a las zonas urbanas en inseguras, pone en peligro la vida de los ciudadanos y dificultas que se puedan garantizar la seguridad pública. Ante la magnitud del problema los recursos que puedan destinar los gobiernos nacionales y locales siempre resultan insuficientes.

La problemática requiere estrategias transnacionales que pasen por lo local y hacerlo a la velocidad que demanda enfrentar un fenómeno de naturaleza compleja, integración global, acelerado cambio y adaptación constante. Hacerlo de otra forma resulta insuficiente para combatir lo que se ha convertido en un tráfico de muerte.

*Consultor político y profesor FCPyS, UNAM.