Mesita de noche
Julia Navarro, entre Nueva York y Londres
La española Julia Navarro (1953) de niña quería ser bailarina, pero leía a los hermanos Grimm y las versiones para niños de El Quijote y La Odisea, y escribía sus propios cuentos. Ejerció 40 años el periodismo antes de llegar a cinco millones de ejemplares vendidos de sus novelas históricas, entre ellas La hermandad de la sábana blanca, Dime quién soy y Dispara, yo ya estoy muerto, lo que le permite hoy vivir de sus regalías. Su más reciente libro, Historia de un canalla, ha salido al mercado con un tiraje de 300 mil ejemplares y está a la cabeza de los más vendidos de las últimas semanas. Aunque ha seducido a su público con la reconstrucción de periodos históricos, en esta ocasión la autora se arriesga con una historia moderna, que se desarrolla entre Nueva York y Londres, con una trama psicológica. El protagonista es Thomas Spencer, un publicista y comunicador sin escrúpulos que narra en primera persona y pone en evidencia la manipulación que ejercen los medios de comunicación. Para Julia Navarro ésta es la novela que más trabajo le ha costado porque, aunque no necesitó documentación histórica, tuvo que construir un personaje complejo.
Historia de un canalla tiene más de mil páginas que su autora escribió a lo largo de tres años, en jornadas de ocho horas de trabajo diario, y que el lector podrá gozar también en largas jornadas de lectura en los próximos días de asueto.
Culebrones de sobremesa
Para Fernando Savater “hay días Kafka y hay días Agatha Christie… Y ahora que lo pienso yo he tenido más días Agatha”. Para Javier Marías “hay días que sales a pasear acompañado por D’Artagnan y Athos y otros por el rey Lear… hay que disfrutar de cada uno. No en vano, la materia de la que se nutren las obras de Shakespeare no difiere mucho de la que alimenta cualquier culebrón de sobremesa”. Los escritores dialogaron en público en Madrid, en el foro Palabra en el Tiempo.
Si no leen hoy…
Eduardo Mendoza dijo en el Congreso de la Lengua (Puerto Rico) que siempre se niega a fomentar la lectura entre los jóvenes, “porque si no lo han hecho, no van a empezar porque yo se los recomiende”. Tampoco atiende talleres literarios “porque el tiempo que las personas deberían dedicar a leer, los ocupan en escribir su propio libro”…
La moralina no sirve
A los niños hay que fascinarlos con la literatura, dice Michi Strausfeld, creadora de las colecciones infantiles y juveniles de Alfaguara y Siruela. “Un libro que aburra, que contenga moralina, no sirve. ¡Los niños no se merecen eso! La literatura para niños y jóvenes es algo muy serio y muy difícil de escribir, porque tiene diferentes niveles de comprensión” (entrevista de Juan Cruz, El País).
Novedades en la mesa
El último vuelo (Ediciones B) de Edwin Winkels es la historia novelada de un accidente aéreo contado desde la óptica de la azafata. El autor, un periodista de origen holandés que vive en Barcelona, vio en un cementerio la tumba de la azafata y siguió la historia.