Circuitos culturales
Lo que el arte produce se captura por diferentes circuitos, en los cuales se distribuye, aprecia o consume. A la definición de los circuitos culturales, que sigue la definición económica de producción, distribución y consumo, se le han añadido las formas en que lo social se organiza, a saber, gobierno, mercado y sociedad civil. Es una forma esquemática de plantear los recorridos de la producción artística hasta su consumo. Esta aproximación generalizada y abstracta, si bien indica los ámbitos de observación, no resuelve el problema de las mixturas intrincadas de la ruta del arte en la sociedad, mucho más laberíntica de lo que aparece en estos esquemas.
Si bien los patrocinios y formas de financiamiento provienen sea del gobierno, el mercado o la sociedad civil, los mapeos exigen afinar detalles en lo relativo a la especificidad de las producciones, de las formas de su distribución y de quienes son sus destinatarios.
Cuando se habla por ejemplo de mecenazgo o de fomento a la creación, sabemos que el foco está colocado en la producción artística misma. Aquí los sujetos son el individuo y grupos artísticos. El inicio y final —porque es un circuito— de la producción artística.
Hay grupos, sin embargo, que van por su cuenta, que logran maneras de financiamiento, incluyendo aportes propios; grupos culturales cuyo interés es dar a conocer su obra, incluso en la calle o preferentemente; individuos, en fin, que con las nuevas tecnologías presentan su obra a quien pueda acceder desde medios electrónicos a ella.
Toda esta gran variedad escapa a la visión de circuitos culturales cerrados y que mantienen su propia autonomía frente a los otros circuitos. La mezcla de posibilidades se ha vuelto una alternativa importante en la medida en que las expresiones artísticas buscan salidas por cualquier parte. Si bien los patrocinios del Estado son indispensables, como lo son también los de la iniciativa privada y la sociedad civil, aparece en el horizonte una producción mucho más fluida, menos estructurada y con propuestas originales.
Al parecer se ajusta más a la realidad que estamos experimentando el concepto de flujos, más que de circuitos. En la imagen de un río que fluye, uno puede considerar su punto de observación dependiendo de si se mira río arriba o río abajo; brazos y afluentes. Esto exige una mayor movilidad del financiamiento y prácticas más eficientes de mecenazgo y patrocinio.
También los circuitos culturales han sufrido el efecto de la licuefacción de la modernidad, puesto que las posibilidades que se abren son mayores que las actualmente estructuradas.
En este sentido, la ahora denominada Secretaría de Cultura con los circuitos culturales, además de ser una alternativa a la diversidad de expresiones artísticas, ofrece opciones turísticas teniendo como base el patrimonio cultural.
A través de la Coordinación Nacional de Patrimonio Cultural y Turismo se ha integrado una oferta de rutas y guías de turismo cultural cuyo propósito es promover el conocimiento y aprecio del patrimonio cultural y sus recursos, de acuerdo con un desarrollo turístico sustentable que impulse el establecimiento de medidas efectivas que garanticen su protección.
Por ejemplo, la importancia del paisaje agavero en cuanto a su calidad de patrimonio mundial, rutas novohispanas misionales, tanto jesuitas como franciscanas, en diversos estados; visitas a zonas arqueológicas (sobresalen Edzná, Hormiguero y Calakmul); seis rutas específicas de la Independencia y Revolución Mexicana: para su conocimiento, comprensión y disfrute; también se ofrece información y acercamiento a festivales culturales, fiestas populares, acercamiento a museos, teatros, entre otras.
Todas ellas son actividades que no sólo promueven los lugares específicos, también indirectamente fomentan la producción artística, artesanal, de pequeños negocios y de turismo cultural. Lo cual obliga a las instituciones a una política cultural transversal, de vínculo en diversos gobiernos y, sobre todo, de impacto local.


