México se encuentra en el séptimo lugar a nivel internacional, entre los países que más mujeres han postulado a los cuerpos legislativos. La paridad de género ha encontrado en este tema todo un nicho de oportunidades a presumir, a diferencia de otros aspectos que involucran a las mujeres mexicanas.

Karolina Mónica Gilas, investigadora del Centro de Capacitación Judicial del Tribunal Electoral, refiere aquí la obligación del estado a fortalecer la presencia femenina en otros ámbitos de la vida social de los mexicanos; para unos, temas de gran relevancia; para otros, mero relleno apaga fuegos y demandas.

A juicio de la investigadora, la participación de la mujer, su sola presencia en los cuerpos legislativos y los órganos de gobierno, son necesarios e importantes para generar inercia y las propias políticas públicas que tanto requiere este sector poblacional.

En la plática que ofreció la especialista, la mujer afirmó cómo, a diferencia de la percepción social, la nación azteca ha avanzado de manera importante en los últimos seis años en materia de paridad de género.

Y que ello se denota en el desarrollo de los últimos seis años, con el registro de más mujeres postuladas a los cuerpos legislativos, al margen del fin utilitario, -que se les suele otorgar-, de generar políticas para las mujeres.

La visión de Mónica Gilas la ha llevado más allá de meras charlas o discusiones grupales, y la ha retratado en un libro llamado Con las Cuotas No Basta. De cuotas de género y otras acciones afirmativas, que le patrocinó el árbitro electoral como parte de la colección de Temas Selectos de Derecho Electoral.

A pesar de ese histórico triunfo retratado en el aumento de espacios, la investigadora refiere que mantener el esquema del otorgamiento de los espacios a partir de la asignación de cuotas para distintas categorías representaría un peligro, ya que habría una representación demasiado segmentada y fragmentada.

Y, en contraparte, la sociedad mexicana se compone tanto de hombres y mujeres, como de personas pertenecientes a distintos grupos, y todos ellos deberían estar representados, con la idea de que esa diversidad de visiones que pudiera tener el cuerpo legislativo, al menos en teoría, pueda generar también mejores políticas públicas, más cercanas a los intereses y a las necesidades de todos los grupos, de todos los ciudadanos en general, no solamente de las mujeres”.

Si bien, también aceptó que en los tiempos actuales, la paridad de género en el tema electoral, únicamente es de beneficio para un determinado grupo de mujeres, y es que “que no todas tienen aspiraciones y quieren participar en la vida política de manera activa como para postularse a un cargo, aunque prácticamente todas trabajan y por lo tanto requieren sueldos iguales que los hombres y desempeñando mismas funciones que ellos.