“Errar es humano, perdonar es divino”
Alexander Poppe

Madrid.- Este país se ha convertido en el laboratorio político de Europa. De aquí saldrá la medicina que trae el cambio social y económico del continente. En ello trabajan los partidos políticos tradicionales y nuevos que se disputan la hegemonía en el ring ideológico.

Se trata de conseguir una coalición que reciba la confianza de los españoles en un momento tan difícil como ilusionante en el que Europa mira al futuro con esperanza de acabar o reducir las desigualdades y dar a sus pueblos un mejor nivel de vida para todos.

Repugna y estremece cómo, en este tiroteo que ya dura 110 días, los “defensores” de uno y otro lado dan golpes bajos a la ciudadanía y emiten juicios y hasta afirmaciones mentirosas y envenenadas que los pone en la picota del ridículo y de la vesanía.

Hasta el miércoles 30 los encuentros entre los negociadores del PSOE, Podemos y Ciudadanos se mantenían sin llegar a acuerdos. Sin embargo, se logró un avance al reunir por primera vez la misma mesa a los representantes de los socialistas, de Podemos y de Ciudadanos.

Aunque es previsible (cualquier cosa puede ocurrir, no obstante) que no lleguen a pactar por la intransigencia de la gente de Pablo Iglesias y de Albert Rivera, que se quieren mucho en lo personal pero se desprecian en política, el solo hecho de que charlen, es ya un logro.

Los votantes se mantienen a la expectativa y no quieren (como tampoco los grupos políticos), que vayamos a nuevos comicios aunque la actitud de las nuevas fuerzas y el autismo del PP que sí desea elecciones el 26-J, indica todo lo contrario.

Es la razón de la sinrazón, un hueco en la filosofía de siempre que una vez más está ahí y es mal manejada por el entorno de cada uno de estos protagonistas.

El que no conozca la idiosincrasia de los españoles puede asustarse al comprobar la forma inquisitorial en que tertulianos y comentaristas de los medios de comunicación emiten juicios al alirón y sacan a relucir las armas que ya fueron desechadas después de Franco.

Estos señores se blindan con fotografías de presidentes de otras naciones como Venezuela e Irán, sueltan, escupen, que ellos son los que patrocinan a Podemos. Del otro lado, Albert Rivera no se queda atrás y, a través de sus portavoces, explica cada vez con mayor vehemencia que un gobierno en coalición con Iglesias nos llevaría a convertirnos en refugiados dentro de nuestro territorio.

Están todos contaminados, tienen el veneno en las venas y la desfachatez es uno de sus tributos más significativos. Chulería y soberbia son parte de los que siempre hemos sido y seremos.

Debemos anotar algo diferente en las conversaciones que sostienen los implicados en este debate a tres. Porque el PP sigue sin dar muestras de querer participar. Sueña, invoca al todopoderoso (¿será José María Aznar?) para que vayamos otra vez a las urnas y obtener la mayoría suficiente que le de el paso a la Moncloa mediante un pacto con Ciudadanos.

A propósito de encuestas, estamos invadidos por ellas. Cada día surgen seis o siete elaboradas por diferentes medios de comunicación. La mayoría responden a los intereses de quienes las ordenan aunque es necesario decir que hay unas cuantas que sí reflejan el sentir de la gente.

En los periódicos conservadores (¡qué curioso que coincidan ABC y El País!) los sondeos dicen que una gran coalición es lo mejor para España y que no se puede atacar al sistema porque es el que nos da de comer.

Que le da de comer a ellos no a la mayor parte de los españoles que hacen colas en las oficinas del paro y en los comedores públicos para sobrevivir.

En otras encuestas, hay una tendencia, quizá real, sobre la pérdida de simpatizantes que alcanzaría Podemos porque el enfrentamiento social entre  Iglesias e Íñigo Errejón ha minado las filas de esa organización política. Esto es cierto, hay dolor en Errejón y cierta imposición en Iglesias. Pero de ahí a que haya un divorcio en cuanto a la meta en común no es más que un embuste de los tantos que se meten en las casas de nuestros compatriotas.

Horroriza y enoja ver cómo en algunos programas de televisión se escupe contra el enemigo político mientras se dan masajes con bálsamos virginales a quienes conviene y pagan por ello.

El mal gusto de casi todos nos pone los pelos de punta. Somos los pioneros de la transformación que viene para quedarse. Afuera, la Unión Europea vuelve a condenar al gobierno… en funciones y le reitera que este año tiene que reducir sus gastos en 10 mil millones de euros por lo que la herencia que deja Mariano Rajoy será una brasa ardiente que quemará las manos del que al fin se convierta en el jefe del Ejecutivo.

¿Cómo saldremos de esta? Nadie lo tiene claro, ni siquiera los agoreros de las tardes de café. Lo único evidente es que en el escenario político de España, las cosas han cambiado y así seguirá de aquí en adelante.

El hartazgo de dimes y diretes propiciará si vamos a otros comicios. Si es así, aumentará la abstención; siempre irá a favor del Partido Popular.

Ya se hacen cábalas y los más vivillos auguran una cohabitación entre PP y Ciudadanos que alcanzaría la mayoría absoluta y “la tranquilidad y el reconocimiento” de las demás naciones del territorio por el que transitan o mueren más de cuatro millones de refugiados porque los Estados miembros de la UE no permiten que entren a sus países y levantan ominosos muros y vallas.

Simultáneamente, el problema de los sirios, libios y afganos y de otras nacionalidades que huyen de la guerra en sus regiones, nos hacen ver que el consorcio continental, que tanto queremos y deseamos, se ha convertido en una cueva de grillos y en defensa de los intereses de un neoliberalismo salvaje.

Las órdenes que vienen de arriba, se ejecutan; se dan 6 mil millones de euros a Turquía para que deporte a quien le de la gana y sanseacabó. ¡Bonita imagen de un continente que, en otro momento, fue ejemplo y referente de la libertad!.

Personalmente creo que la semana del 11 al 17 de abril será definitiva y los políticos llegarán a un consenso que permita y fortalezca la seguridad social y económica en este país.

Son los fantasmas de la enajenación mental, del detritus dialéctico y de la basura ideológica los que, de no acabar con ellos de inmediato, nos hundirán y ganarán la batalla. ¡Pero nunca la guerra!.