Tras los atentados terroristas en Bélgica, se reaviva el fuego de la islamofobia, se aumenta el volumen de las voces que exigen la expulsión de los ”no europeos” y el cierre de las fronteras a los refugiados que huyen de la guerra. Sin embargo, pocos se atreven a mirar adentro a señalar autocríticamente que esos terroristas que ahora golpean, han nacido o crecido en Europa.
Al cierre de este material, se conocía que el número oficial de víctimas mortales en los atentados perpetrados el pasado 22 de marzo en Bruselas, Bélgica, aumentó a 35, luego de que cuatro personas, heridas de gravedad, murieran en el hospital.  En ese recuento no se contabiliza a los tres terroristas suicidas que hasta el momento reconocen las autoridades.
Poco a poco, se ofrecen mayores indicios que relacionan  los atentados de noviembre pasado en París, con éstos ocurridos en Bruselas. En ambos casos, varios miembros de los comandos estaban fichados por las autoridades europeas y sin embargo podían viajar  libremente por Europa, ir a Siria a luchar por la ”yihad” y regresar.
En Francia y Bélgica, residen miles de personas de Medio Oriente, muchos ya son ciudadanos europeos de segunda y tercera generación, es decir que se supone han crecido ”integrados” a las sociedades ”modernas” que los países europeos representan. Sin embargo, los hechos desmienten esta ”integración”.
Aún habiendo nacido y crecido en Europa, miles de estas personas están apartadas de las posibilidades reales de integración.  A las diferencias culturales, se suman las condiciones de crisis económica que agravan el desempleo y que en muchos casos se transforma en resentimiento social. Además no se aprecia una revisión crítica de las políticas de integración que aplican los gobiernos.
Por otro lado, los atentados terroristas en Bruselas evidenciaron la opacidad que existe en la Unión Europea en ciertos temas de seguridad, como por ejemplo las ”lagunas” legales para intercambiar información sobre seguridad.
Según información publicada en el diario El País, Bélgica es uno de los mercados negros de armas, ya que, según  Flemissh Peace Institute, entre 2009 y 2015, la policía belga registró 1225 casos de tráfico ilícito de armas. Por lo que se estima que cerca de un millón de armas circulan ilegalmente por ese país desde hace 10 años.
En este contexto, la propaganda en los medios y en las redes en Europa  propaga una visión de ”guerra” entre el terror y ”Europa”  y se empuja a incrementar el temor, la alarma, la desconfianza y el odio, por ejemplo, al cierre de este material, el Ministerio del Interior español había difundido un comunicado desmintiendo los ”rumores” que circulan por las redes sociales y el servicio de mensajería ”WhatsApp”, sobre un posible atentado en España.
Mientras tanto, los países europeos se comprometen a ”incrementar” el intercambio de información sobre el terrorismo, lo que parece una broma macabra, luego de que se conoce que los yihadistas van y vienen como Pedro por su casa y que existe un tráfico ilegal de armas.
Eso sí, los gobiernos europeos se preparan para otorgar a Turquía tres mil millones de euros para que reduzca el ”flujo” de inmigrantes. Es mucho dinero que, tomando en cuenta la opacidad conque se maneja las cuestiones de seguridad, nadie sabe en manos de quién puede ir a parar.