Si hablamos de la flota aérea más importante de Europa, seguramente nos viene a la mente la firma alemana Lufthansa. Esta aerolínea reparó aviones de la fuerza aérea nazi conocida como Luftwaffe y finalmente pasó a ser parte de ésta durante la Segunda Guerra Mundial. Pocos saben que fue la primera en exhibir películas durante un vuelo de pasajeros. Su base se encuentra en Colonia y precisamente ahí este miércoles se inició una huelga general que irradió a otra ocho terminales aéreas consideradas como las más importantes de ese país europeo.

La huelga, convocada por el sindicato Verdi de empleados públicos aeroportuarios, ha causado hasta el momento del cierre de esta edición más de mil 200 vuelos cancelados, afectando a casi 100 mil pasajeros, principalmente de Lufthansa, la cual ha suspendido más de 900 operaciones, con un promedio de 87 mil viajeros. Otras aerolíneas domésticas como Air Berlín también han sido afectadas al tener que suspender 87 vuelos diarios.

El paro ha ocasionado la cancelación de operaciones en diferentes aeropuertos, principalmente en el de Munich, con 740 vuelos anulados; esto es dos tercios del tráfico aéreo habitual en el país. En Fráncfort, se reportaron 390 cancelaciones, mientras en Colonia más de 90 y 54 en Düsseldorf. En las terminales de Hannover y Dortmund sólo se han registrado retrasos y perturbaciones. Según el sindicato Verdi, la idea del paro es presionar al Estado y los municipios en busca de un 6 por ciento de aumento salarial para dos millones de trabajadores del sector aéreo, incluyendo personal de tierra, de mostradores, mecánicos y controladores de vuelo, bomberos y personal de seguridad.

La unión hace la fuerza

A esta huelga también se han sumado otros sectores públicos como los servicios de transporte terrestre, limpieza, hospitales, guarderías y personal burocrático municipales. El panorama no luce nada bien para las autoridades, ya que este jueves, el primer sindicato alemán, IG Metall, que agrupa a trabajadores del sector automotriz, electrónico, maquinaría y de electrodomésticos, también tiene pensado ir al paro en reclamo de un 5 por ciento de aumento salarial.

Estas estrategias sindicales han comenzado a tambalear a la economía teutona, la cual basa su poderío en el sistema de exportación de productos y servicios. Según expertos, un alza salarial provocaría un aumento en el consumo interno. Desde hace diez años, las autoridades han podido controlar esta parte con un acuerdo de restricción salarial.

La huelga fue prevista sólo para un día, pero tan sólo en ese lapso se prevén pérdidas por más de 30 millones de euros. En diciembre pasado, otra suspensión laboral, pero esta vez de siete días, ocasionó pérdidas por más de 150 millones de euros. Fue calificada como la huelga más grande en los 60 años de historia de la aerolínea. Preocupada por esta situación, Lufthansa abogó por establecer nuevas reglas para limitar los paros laborales, sobre todo del sector aeronáutico.

También otras terminales en Berlín como la Tegel y Schonefeld, que no estaban incluidas, se unieron finalmente a la medida.

Para las autoridades, huelgas como estas lo único que ocasionan es perjudicar a terceros, pues incitan a otros sectores a unirse en pos de sus demandas, como lo ha hecho el sector médico y de hospitales. Según ellos, no propician a una negociación, pero sí a muchas afectaciones. La última oferta que recibieron los trabajadores fue de 3 por ciento y algunas prestaciones, pero estos no las aceptaron y mantuvieron su posición de lucha salarial a un tope del 6 por ciento.

Este es el segundo paro que afecta las operaciones de Lufthansa, en menos de seis meses.