Durante las actuales discusiones entre Israel y los Estados Unidos respecto al otorgamiento de ayuda militar, el avión caza polivalente furtivo F-35 ocupa un lugar central.

El acuerdo de asistencia militar firmado en el 2007, terminará en el 2018. Mediante el mismo, Israel ha recibido 3 mil millones de dólares anuales, lo que lo convierte en el país que más financiamiento recibe cada año de parte de los Estados Unidos por concepto de ayuda.

Luego de varias rondas de conversaciones bilaterales para discutir sobre el monto que deberá aprobarse para el período 2018-2028, el tema continúa estancado. Washington ha propuesto incrementar su ayuda militar anual en 400 millones de dólares, aunque Israel solicita entre mil y dos mil millones de aumento, para elevar la cifra total hasta los 4 o 5 mil millones cada año.

Si durante meses las negociaciones han sido afectadas por las tensiones bilaterales, y especialmente por la carencia de afinidades personales entre el presidente Barack Obama y el primer ministro Benjamín Netanyahu, en los últimos días parece que los israelíes están optando por una posición más flexible que los llevará a firmar el acuerdo antes de que termine la actual administración demócrata, evitando así algunas incertidumbres respecto a la futura presidencia en Washington.

Aunque en los últimos años la doctrina de defensa israelí ha experimentado diversos reajustes que toman en consideración la nueva realidad medioriental, y que favorecen el desarrollo de mayores capacidades para el combate asimétrico, la actividad de inteligencia y el enfrentamiento cibernético, un pilar básico continúa siendo contar con una potente fuerza aérea que sea superiormente cualitativa a la de sus vecinos y potenciales contrincantes.

Israel sigue prestando atención a las compras de aviación de combate avanzada efectuadas por ejemplo, por parte de Egipto (MIG rusos y RAFALE franceses), Arabia Saudí (F-15s estadounidenses), y de otras adquisiciones bélicas de sus vecinos regionales, que puedan tener cualquier tipo de impacto estratégico.

Para el vicejefe de la fuerza aérea israelí, el general de brigada Tal Kelman, Israel necesita incrementar el volumen de sus fuerzas armadas para mantener las ventajas frente a sus contrincantes. No es solo cuestión de mejorar sus capacidades tecnológicas. “El gran peligro es que el enemigo de hoy puede ser el amigo de mañana, y el amigo de hoy podría ser el enemigo mañana (…) existe un potencial para la erosión de la superioridad cualitativa de las Fuerzas de Defensa de Israel y de sus fuerzas aéreas”.

Esta línea de pensamiento aspira a mantener la superioridad total israelí, a reforzar su capacidad disuasiva militar, a conservar sus elevados gastos militares, y a continuar recibiendo un apoyo privilegiado por parte de los Estados Unidos.

El ministro de defensa israelí, Moshe Ya’alon, ha opinado que con la adquisición de los F-35 I, el país podrá preservar su superioridad militar cualitativa contra los adversarios regionales, pues estos aviones cazas polivalentes furtivos –con añadiduras tecnológicas propiamente israelíes–  servirán durante una buena cantidad de años para las operaciones de la Fuerza Aérea Israelí (IAF).

El F-35 es un avión de combate de quinta generación, con un único asiento, un solo motor, con capacidad polivalente (puede emplearse al mismo tiempo para combate aéreo y para ataque terrestre) y capacidad furtiva (puede evadir los sistemas de radares y sistemas de misiles antiaéreos). Este avión ha sido uno de los proyectos más caros de la historia bélica de los Estados Unidos, ha presentado diversos problemas tecnológicos, y para muchos expertos llega a destiempo debido al avance notable que vienen mostrando los sistemas de defensa antiaérea. Pero a pesar de todas las controversias que han surgido, tanto los militares estadounidenses como los israelíes apuestan a sus virtudes.

La IAF, la estatal Rafael Advanced Systems Ltd., Elbit Systems y otros grupos, están trabajando con la estadounidense Lockheed Martin y el F-35 Joint Program Office (JPO), para maximizar las capacidades combativas del avión de combate. Se labora para instalarle el Sistema C4 (comando, control, comunicaciones y cómputo), armamentos de fabricación israelí como el misil aire-tierra Spice 1000, tanques de combustible de mayor capacidad para garantizar mayor rango de acción, y también se pretende poder realizar las labores de mantenimiento en el propio Israel, sin necesidad de tener que depender de otras instalaciones regionales predeterminadas por la JPO en Estados Unidos, Turquía o Europa. El plan israelí es establecer un centro de logística para los F-35 en la base aérea de Nevatim, al sur del país.

Israel ha anunciado que quiere adquirir 50 cazas F-35 I (de una cifra de 75, ya aprobada por los Estados Unidos), pero al menos hoy, los decisores militares plantean que ello estará en dependencia de la ayuda que finalmente apruebe Washington. Los primeros aviones llegarán a Israel en diciembre de este mismo año y serán totalmente operacionales para el 2017. Estos, junto a otros armamentos, tendrán el propósito de conservar la superioridad aérea militar israelí en la región medioriental, pieza central de su diseño estratégico.

*Catedrático del Colmex