Recientemente se dio a conocer que centenares de personalidades internacionales están involucradas en magnas operaciones de transferencias monetarias, sin haber notificado a las autoridades de sus respectivos países. Al caso se le conoce como Panama Papers, ya que fue información que se sustrajo de un despacho panameño de abogados que se dedica a la creación de empresas off shore; una de las cinco más grandes en el mundo.

Los documentos fueron filtrados al diario alemán Südeutsche Zeitung que en coordinación con una asociación internacional de periodistas de investigación fue difundido en diversos medios de comunicación del mundo. Jorge Carrasco, reportero de la revista Proceso y participante de la investigación del proyecto Panama Papers, comentó a Siempre! el impacto de esta infiltración.

¿Cómo se dio ésta filtración de información sobre las operaciones off shore de muchas personalidades de diferentes sectores y cuál fue la intención de hacerlo?

La filtración se hizo a partir del diario alemán Südeutsche Zeitung. Dos reporteros de ese periódico con sede en Munich, recibieron la filtración de documentos. Se dieron cuenta de la gran cantidad de información de que se trataba y lo presentaron al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), una organización de periodistas internacionales que tiene su sede en Washington D.C. ¿Por qué recurrieron a ellos? Porque ya habían tenido experiencias anteriores sobre periodismo de colaboración internacional, tal es el caso del famoso Wikileaks.

En 2015, también varios medios habían publicado una lista de personalidades internacionales que tenían cuentas ocultas a través del banco HSBC en Suiza. Este consorcio de periodistas había efectuado trabajos previos de colaboración internacional, sobre todo en el caso de los off shore en China. Frente a esos antecedentes ya probados, el periódico germano recurrió a ellos para organizar su difusión sólo que en esta ocasión, por la gran cantidad de información aportada —hablamos de 11.5 millones de documentos—, la agrupación hizo una convocatoria y privilegió a los medios con que previamente han colaborado o que forman parte de la asociación. Así se lograron reunir en total a más de 300 periodistas de 109 medios de todo el mundo.

El Süddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, son quienes coordinan este trabajo. El diario alemán proporciona los insumos mientras que el consorcio coordina durante casi un año la publicación en términos técnicos de definición editorial y, en cada país, los periodistas estuvimos trabajando específicamente la información tendiente a nuestras propias naciones. Esto, por supuesto, con acceso a toda la base informativa.

Como es una enorme cantidad de datos, uno podía perderse en ese mar de información viendo lo que pasaba en otros países, así que periodísticamente, los temas más obligados son los cercanos y próximos. Fue así como Proceso participó en este proyecto internacional sin precedentes en la historia del periodismo, y tampoco hay precedente de una filtración tan grande como ésta.

Este tipo de periodismo está acabando con datos considerados privados de empresarios, políticos y diversas personalidades, ¿qué piensas de esto?

Este tipo de periodismo es global y es una tendencia característica del siglo XXI. Es un reflejo que evidencia cómo se está actuando y operando en el mundo. Si los empresarios y políticos hacen operaciones ocultas pues el periodismo estará entrando en eso. No es un asunto de privacía ya que eso es otra dimensión y eso está garantizado por las leyes nacionales e internacionales, además no creemos que haya ningún caso de afectación de intimidad. La prensa no tiene por qué meterse en situaciones como esas.

Otra cosa son los actos privados de funcionarios públicos que tienen incidencia en la vida pública de un país, en este caso, por supuesto que deben ser objeto de escrutinio de la prensa. Eso sí es muy claro. A nivel local, particularmente en Proceso, hemos tenido casos en los que se nos ha señalado en tribunales, donde se nos ha acusado de entrometernos en la vida privada y en la intimidad de las personas. En la Suprema Corte e instancias judiciales, Proceso ha ganado bajo el principio que lo que debe prevalecer es la libertad de expresión ante la vida privada de los funcionarios cuando los actos que cometan tengan repercusión en la vida pública.

En el caso de la compra y venta de las empresas off shore, en las que están involucrados políticos y empresarios del país y alguna que otra celebridad, no es una intromisión en su vida privada; sencillamente es la revelación de asuntos que tienen que ver con intereses públicos. ¿Dónde está el interés público? Primero, se trata en su mayoría de recursos de origen público. Segundo, tiene que ver con la rendición de cuentas, es decir, en los respectivos fiscos, en si el Sistema de Administración Tributaria fue advertido sobre el movimiento de estos capitales. Es de todos conocido que en nuestro país hay una limitada recaudación fiscal y ante esas cantidades de dinero que hemos visto que mueven mexicanos en el exterior, lo que estamos viendo es un asunto de altísimo interés público porque resulta que lo que estamos percibiendo es que son privados que mueven muchos millones de dólares, que no sabemos cuáles son sus orígenes y desconocemos si fueron reportados a la hacienda pública.

El despacho de abogados panameño Mossack Fonseca afirma que no tiene nada que ver con las operaciones que hacían sus clientes y que no tenían conocimiento de ellas…

Es una salida inmediata y muy a la mano, pero no los exime de toda responsabilidad. Crear una empresa off shore no es un delito, son varias las empresas que ofrecen este servicio: si uno es dueño de una empresa en México y después de pagar los impuestos creas una firma para que, a nombre de ella compres una mansión en España, no hay ningún problema. La cuestión está en que, cuando uno llega a un despacho como Mossack Fonseca, éste tiene que hacer una estricta revisión sobre quién es la persona que lo está contratando. Es un paso básico de la legislación internacional que dice que este tipo de empresas debe hacer una debida diligencia de los clientes que le llegan. Entonces, lo que dice Mossack Fonseca de que no tiene ninguna responsabilidad porque simplemente afirma que las oficinas que le recomendaron atender a esos clientes —ya que no llegas directamente a ellos sino a través de un despacho local que es el que los refiere y promueve como buenos clientes, que van a mover mucho dinero— se encubre diciendo que esos clientes le llegaron con referencias de despachos y de instituciones bancarias locales. Afirman que confiaron en esas recomendaciones y que fue por eso que abrieron todas esas empresas. Bueno, ese no fue el caso.

Pero, ¿qué tal si alguien, teniendo capital de origen oscuro, siendo perseguido por lo que sea, falsifica documentos, llega con recomendaciones “hechizas” y, de todas maneras, Mossack Fonseca, a sabiendas de que debió haberlo investigado, le abre las puertas, ¿qué diría? Lo que afirman es que “no son responsables, porque esos clientes nos habían llegado recomendados” no es más que una salida muy a la mano. Hay una clarísima falta de rigor, de cumplimiento de este principio básico de la debida diligencia, por parte de Mossack Fonseca.