En la era de los avances tecnológicos y científicos, de las grandes cumbres internacionales que abordan y discuten los temas torales de la humanidad, los problemas que enfrenta la niñez en México crecen y se instalan retadores en la cotidianeidad de los pequeños, sin que se observen verdaderos esfuerzos por abatirlos.

María Josefina Menéndez Carbajal, directora de Save the Children en México, lo dijo: “falta decisión política e inversión financiera, y de hasta una actitud personal, para hacer las cosas y que todos asuman la tarea de la protección y la atención de los niños como un reto fundamental de transformación personal y cultural”.

Aunque Save the Children es un organismo enfocado más a aspectos de educación y nutrición a los menores, ofreciéndoles distintas estrategias de apoyo, la protección general a los menores es, evidentemente, su prioridad.

Sin dar un diagnóstico como tal toda vez que Save the Children no trabaja en todas las entidades que conforman el país, la titular del organismo en México, retrata la agenda de grandes desafíos que se enfrentan en esa nación: la pobreza extrema que afecta a más de 25 millones de menores; el aumento en un 300 por ciento de los embarazos en adolescentes; la explotación laboral que sufren más de 3.6 millones de niños (aunque subregistros hablan de que esta cantidad es mucho mayor), y el 30 por ciento de ellos que trabaja más de 35 horas a la semana.

La titular del organismo que realizó la primera declaración universal de los derechos de la infancia en el ámbito de las Naciones Unidas, Josefina Menéndez, aporta datos alarmantes que deberían avergonzar a la sociedad mexicana, como el hecho de que 7 de cada 10 menores sufren de algún tipo de violencia; también que el país ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial en abuso sexual, violencia física y homicidios de menores de 14 años; ahí está Acapulco y algunas ciudades de la frontera, claro reflejo de lo que acontece.

México es también el primer lugar en obesidad infantil; tiene un inequitativo sistema educativo y tasas altas de deserción escolar a causa, principalmente, de la pobreza y la falta de oportunidades que prevalece; ahí están los ejemplos: 4 de cada cinco menores tienen un rendimiento académico elemental insatisfactorio; existe un 29% de no asistencia a la escuela de nivel preescolar; en México, el 20 por ciento de adolescentes entre 15 y 17 años no estudian ni trabajan.

Recientemente, Save the Childrens dio a conocer su informe de actividades donde se destaca cómo, con sus acciones, logró llegar y beneficiar a más de 210 mil niñas, niños y adolescentes mexicanos, pero falta mucho y cada vez, son más los problemas a atender.

Aunado a lo anterior, están otros dolorosos problemas que enfrentan los menores: Un crecimiento del 300 por ciento de embarazos en adolescentes y el aumento del suicidio infantil en algunas entidades. Sumado a todo ello, están las “nuevas prácticas intolerables en la sociedad”, como son el acoso digital, el grooming, la pobrezafilia y el bullying. Esa es la realidad de los niños, las niñas y los adolescentes mexicanos. Nada qué celebrar.