La cuenta regresiva para la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, dio inicio, a través de un lamentable y muy lento proceso de descomposición, sazonado más por las que, dicen sus detractores son patadas de ahogado de la mandataria que enfrenta sin lugar a dudas la peor etapa política de su vida.
Y en medio de este sangrante proceso, Dilma sacia un poco su sed de venganza, luego de que un juez del Tribunal Supremo Federal decidiera apartar a su mayor enemigo e impulsor del juicio político en su contra, Eduardo Cunha, del cargo de presidente del Parlamento por “carecer de la altura moral necesaria para el cargo”.
Cuhna fue siempre la piedra en el zapato de Dilma Rousseff. Era la figura más poderosa del Congreso y, desde esa trinchera se encargó de hacerle la vida imposible a la presidenta en todos los órdenes posibles.
Acusado de actos de corrupción y otras linduras, Cuhna saboreaba las mieles anticipadas del triunfo y casi casi se miraba sentado en la silla presidencial, al ser, por su otrora cargo como líder del congreso, el tercero en la línea sucesoria presidencial.
La medida sin embargo llega un poco tarde. El proceso ya va avanzado y toca ya al senado decidir su avala o no el informe especial que recomienda llevar a cabo el proceso de destitución de la presidenta.
La comisión especial del senado ya tiene en sus manos dicho informe y todo parece indicar que el informe tendrá luz verde, toda vez que la destitución de la presidenta es avala por el grueso de los parlamentarios.
El informe que analiza la comisión legislativa especial, será presentado ante el pleno del senado la próxima semana y, de recibir la luz verde, Dilma Rousseff será obligada a retirarse de la presidencia durante un periodo de 180 días.
A partir de ese momento, será una realidad el “sofisticado”golpe de estado que encabeza el vicepresidente brasileño Michel Telmer, quien, de ser destituida definitivamente Rousseff, deberá concluir el periodo presidencial que concluye hasta el primero de enero de 2019.
Mientras las patadas de ahogado siguen, Dilma Rousseff se niega a morir y reiteró su dicho de que no va a renunciar voluntariamente a su mandato como presidenta de Brasil y mantiene su postura de autodefensa, aunque al paso del tiempo se sigue quedando sola.
Dilma ha explicado que aceptar y ceder frente al juicio político mediante el cual buscan destituirla de sus funciones públicas, es tanto como enterrar la prueba vida del golpe y en un intento por volver hacia ella el apoyo de los más desfavorecidos, aseguró que el golpe de estado tiene como fin acabar con los programas asistenciales que ha desplegado en lo que va de su gobierno.
Justifica además que ahora, frente a la imposibilidad de hacerlo vía las armas, si se oponen a los programas sociales de un Gobierno y si no tienen votos para disputar elecciones directas, se valen del impeachment para retirarla del camino.
Para Rousseff todos aquellos que se están beneficiando de este proceso para destituirla, son cómplices de esa nueva forma de hacer golpes de estado, y señaló con el dedo acusador directamente al vicepresidente, Michel Temer.