“Grandes bolsas cuelgan de sus ojos como hamacas vacías”.-

Juan Gómez-Jurado – Cicatriz.

Madrid.- Por si alguien lo dudaba, está bien claro. El candidato socialista Pedro Sánchez optó por obedecer a la cúpula del PSOE para hacer pública su decisión de que sea cual fuere el resultado del 20-J “nunca pactaremos con Podemos”. Así lo ordenan y así lo acepta el líder a 35 días de los nuevos comicios.

De salida, Pedro tuvo que plegarse a los dictados de los pesos pesados de su partido y demostró que sólo así lo mantendrán como aspirante a la investidura.

No se explica de otra manera que haya emitido tal declaración de inmediato y con tanta contundencia.

Ya antes, Sánchez dijo que no se aliaría con el PP porque es la antítesis de su doctrina ideológica. ¿Entonces, qué le queda?. Los nuevos sondeos ponen en peligro el segundo puesto de los socialistas en el escenario de las elecciones.

La nueva formación Unidos-Podemos podría quitarle el segundo lugar según una gran parte de las encuestas publicadas hasta hoy. Aunque, claro, apenas empezamos en el triste recorrido de las auscultaciones acomodadas a satisfacción de quienes las ordenan.

En el supuesto caso de que Pablo Iglesias y Alberto Garzón sumaran suficientes curules para relegar a Sánchez, éste no tendría más que dos alternativas: pactar nuevamente con Ciudadanos, suma que quizá no le alcance en su propósito de llegar a la Moncloa, o con el Partido Popular para satisfacer a los poderosos dentro de su fuerza política que han pugnado siempre por una gran coalición para “salvar a España”.

Hasta ahora, las palabras son todavía volátiles y los juicios prematuros. Se hace tanto caso de ellas como de las llamadas a misa. Decir hoy una cosa y mañana otra confunde pero se olvida. Si no fuera por las hemerotecas….

El ambiente actual comienza con descontones de todos contra todos. No es un combate de boxeo sino de lucha libre. Los protagonistas tienen la fortaleza suficiente porque están acostumbrados a enredar sus discursos y cambiar de parecer en cualquier momento.

También los electores harán lo mismo. Los españoles suelen decidir su voto un par de semanas antes de acudir a las urnas. En este caso será la ascensión de muchos el gran problema de la izquierda y del centro derecho donde ahora se ubica, solo, Ciudadanos, dispuesto a pactar con dios y con el diablo… “con tal de salvar a España…”.

Busquen, por favor, algo distinto y dejen en paz a la península que ya está harta de tanta mención y de que fallen en los momentos cruciales.

El pacto entre Podemos e Izquierda Unida dará sus frutos seguramente. Quizá más de lo que piensan los gurúes de la política. Pero no alcanzarán una mayoría absoluta ni tampoco al PP que, no obstante las palizas que recibe a diario, se mantiene en primer lugar en todos expertos analizados o no.

Sería aberrante concebir nuevamente un pacto entre PSOE y C´s aunque como está todo tan revuelto cualquier cosa es posible. Y quizá lo obliguen a poner condiciones a Rajoy pero apoyado o abstenerse para dar la batalla dentro del hemiciclo.

Todos estos escarceos “por la salud y el bienestar de España”.

La coalición que firmó Pedro con Albert después del 20-D, puede tener dos orígenes: su convicción de que así se abstendrían los populares y de que Podemos transigiría para apoyarlos. Los barones socialistas impusieron sus reglas y le ordenaron (sugirieron) a Sánchez que se coludiera con Albert para evitar cualquier negociación con el partido morado.

Absolutamente todo por el bien de España.

Ahora, en estos últimos diez días de campaña, comenzó la batalla verbal por el momento: Rivera tacha de “comunista” a Unidos-Podemos y este nuevo organismo político responde con una amplia carcajada y dice que es el miedo lo que lleva a acusarlos de marxistas en un mundo donde ya no existe el término y que ha pasado a la historia como una ideología fracasada.

En cuanto a nuestro inefable Mariano Rajoy justo es decir que anda por ahí tomándose fotos y selfies con los ciudadanos que se dejan. Acude, pulcro y exquisito, a fábricas del primer mundo y desde allí, con su habitual discurso lleno de ideas, pide a sus amigos que se inclinen por él.

Mientras expresa claramente que su único fin es evitar “que España caiga en manos de extremistas insufribles que traerán el caos y la debacle a la nación”.

Si acaso, Albert Rivera exigirá — ¿cómo le gusta a este señor manejar tal verbo?—que Rajoy condene y se comprometa a combatir a capa y espada la corrupción que nos agobia.

“Sólo así con este deseo y esta intensidad nos podremos unir al PP por el bien de España”, explica el nuevo joven de la derecha.

El presidente del gobierno en funciones prepara todos sus actos precampaña con mucha antelación. Elige un restaurante, elegante claro, a los parroquianos adecuados y a los camarógrafos de su partido. Después, se inicia la filmación y aparece con un tarro de cerveza en la mano, a medio consumir, para expresar que es tiempo de irse a casa a convivir con los suyos porque “la familia es la base fundamental de la España que todos queremos”.

No conocemos los problemas pero sí las intenciones de los políticos. Rajoy no hablará de cobrar el IBI a quienes no lo pagan, como los terratenientes y la Conferencia Episcopal; Pablo Iglesias se olvidó ya del referéndum que tanto le sirvió para crear ilusiones y problemas. Lo tiene en mente pero ya no es condición ineludible para formar gobierno a la hora de pactar con otra fuerza política.

Lo hace con un sentimiento patrio para que España tenga por fin el gobierno que merece.

A Rivera no le faltan recursos. Él ha sido siempre el que más menciona a nuestro país y se llena la boca al silabearlo. Además, ya mostró su cara elegante y socarrona, joven y con los brazos abiertos, como siempre, su intención final es, lo reitera decenas de veces, que “España tenga gobierno para salir de este estancamiento”.

Las acusaciones mutuas han dado paso, hasta el momento, y suple con holgura a los programas que proponen los aspirantes a jefe del Ejecutivo. Los cuatro hablan de 50 y hasta 200 puntos importantes de los que están de acuerdo pero no los enumeran ni los dan a conocer en parte.

Sería bueno hacerlo para el conocimiento de los españoles.

Este maremágnum de intenciones y peregrinaje político nos lleva a la conclusión de considerar  a la ascensión como el único enemigo político verdadero en las próximas elecciones del 26-J. lo que sí puede afirmarse casi con absoluta seguridad es que gane quien gane ninguno tendrá una mayoría absoluta, que los partidos en lid tendrán que aliarse y que no habrá nuevas elecciones y de este resultado saldrá el nuevo inquilino de la Moncloa.

Y no descarto a Mariano Rajoy.