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Inmoral concesión a un particular de una parte del bosque histórico para que sobre ella finquen un rascacielos de más de 40 pisos.
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Ante una avidez privatizadora

 

…hablo del barrio paralítico,

el muro llagado, la fuente seca.

Octavio Paz

 

 

En la memorable cédula del 25 de junio de 1530, el emperador Carlos V concede, desde ese momento y a perpetuidad, la propiedad del Bosque de Chapultepec a los habitantes de la “Muy Noble, Leal e Imperial Ciudad de México-Temistitlán, capital del Virreyno de la Nueva España, como lugar de recreo y esparcimiento”.

Según refiere Cervantes de Salazar en sus Diálogos de 1554, en la puerta del bosque se colocó una lápida en la cual se leía “D. Luis de Velasco, Virrey de esta Nueva España, dedica a su soberano este bosque, lugar de recreo público, hermoso por su frondosidad y fábricas”, refiriéndose con esto último a los llamados baños de Moctezuma, “albercas” muy populares entre los habitantes de la ciudad hasta bien entrado el siglo XIX.

El 20 de mayo de 1779, el virrey de Bucareli inaugura el Acueducto de Belén, integrado por 904 arcos que sustituyeron la obra construida desde 1427 por los aztecas sobre la calzada de Chapultepec, y que la Colonia remató por dos fuentes surtidoras, la del Salto del Agua, que proveía a los habitantes de la capital, y la de Belén, a la que acudían los pobladores de San Miguel Chapultepec.

En 1788, una real cédula pretendió rematar el bosque y sus accesorias, lo que provocó la abierta oposición del Ayuntamiento de la Ciudad de México ante tan arbitrario acto, que se frustró gracias a la muerte de Carlos III, autor de tal despropósito.

Nuevamente, en 1818, se trató de enajenar el bosque, y una vez más la autoridad esgrimió la inalienabilidad decretada por la cédula de 1530, lo que salvó a Chapultepec de su privatización.

En 1841, el Castillo de Gálvez albergó el Colegio Militar, acantonamiento definitorio en 1847 para la rendición de la ciudad ante los invasores estadunidenses como consecuencia de la cruenta batalla que se libró en el bosque y el asalto letal a la instalación militar defendida hasta la muerte por sus cadetes y mandos militares.

Años más tarde, el castillo se transformó en residencia imperial de los Habsburgo y, tras la restauración de la república, en residencia presidencial del porfiriato.

Por decreto del 3 de febrero de 1939, el general Cárdenas destinó el castillo al Instituto Nacional de Antropología e Historia para que lo ocupara el Museo Nacional de Historia, y amplió el área del bosque para el embellecimiento de la ciudad.

En la actualidad, la defensa vecinal del bosque debe enfrentar la avidez privatizadora del gobierno oculta tras su discurso reordenador del Centro de Transferencia Modal Chapultepec, obra que dio pauta a la inmoral concesión a un particular de una parte del bosque histórico para que sobre ella finquen un rascacielos de más de 40 pisos, acto que permite parafrasear a Paz, ya que con esta obra paralizan el barrio de San Miguel, la Roma, la Condesa y la Juárez, llagan el imaginario colectivo y pretenden secar la Fuente de Belén de nuestra memoria.