La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es una de tantas y tantas organizaciones civiles que utilizan el concepto “democracia” para hacer de las suyas y mover masas, que en conjunto, se han dedicado a extorsionar a los débiles gobiernos federales, estatales y municipales en turno. No es un Sindicato. Aquí,  entonces, la primera razón por la que no debe sucumbir el gobierno federal con esa ala disidente magisterial que opera en la ilegalidad.

Al no estar constituidos como sindicato, groso error cometería cualquier secretario de Estado si sentara, si quiera, a revisar minutas o pliegos petitorios, incluida la osada posibilidad de que “deroguen” las reformas a la Ley de Educación.

La CNTE ha buscado por la vía judicial echar abajo las modificaciones constitucionales y a leyes secundarias en la materia, lo cual no se les ha concedido. Guste o no, finalmente es una labor del Poder Judicial y ahí entra una segunda razón por la que no debe arrodillarse el Estado, pese a la debilidad también, del tan cuestionado sistema de justicia (ya sea nuevo o tradicional).

Una tercera justificación es que por nada del mundo se justifica la violencia de ningún tipo para exigir que se cumplan solicitudes caprichosas que lejos de obtener un bien común, dan pie para que se enriquezcan o empoderen con marchas y plantones los líderes, como lo indica la historia del sector educativo en el país; no así, han dado resultados esas prácticas para la mejora de un sistema educativo que cada vez está más en detrimento.

En el caso de Michoacán se entiende el miedo que sienten los liderazgos de la CNTE, porque saben perfectamente que el matiz bondadoso del sistema de procuración de justicia les puede hacer efectivas las órdenes de aprehensión que cargan en su contra.

Empero, el lado corrupto de esa institución, les puede fabricar cargos desde narcotráfico, Portación Ilegal de Armas de Uso Exclusivo del Ejército, Homicidio, Privación de la Libertad y/o Delincuencia Organizada en cualquiera de sus modalidades, como ha sido su distintivo desde la llegada de la Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral de Michoacán y sus heredados cuadros.

Por otro lado, el magisterio chiapaneco y guerrerense han  en el último año el referente y claro ejemplo claro de la falta de razón, de intolerancia y de perjuicio a ciudadanos mexicanos que lo que menos quieren, es que el pilar de su preparación académica se vea hundido en la miseria de un descompuesto sector educativo.

Ambos estados, Chiapas y Guerrero, enfrentan una descomposición social histórica; Guerrero por violencia y pobreza y Chiapas por ingobernabilidad y miseria.

Los integrantes de la disidencia magisterial, autonombrados democráticos y a los que se les han sumado secciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), han rebasado los límites de la exigencia laboral y han pasado al terreno del vandalismo, de la delincuencia, de la violencia.

El escritor de origen colombiano Víctor Manuel Gómez Rodríguez, mejor conocido por su seudónimo como Samael Aun Weor, reflexionaba a menudo en sus textos el ¿Por qué la violencia no es la solución para resolver los problemas de un país?

También fundador de un movimiento neognóstico, Samael Aun Weor, publicó en dos de su libro El Cristo Social: “es absurdo, manifiestamente absurdo, querer obligar a otros a pensar a la fuerza en cosas que no quiere aceptar la gente, es estúpido querer meterle a la fuerza ideas comunistas a quien no las quiere aceptar, es Maligno, espantosamente Maligno, meter a la cárcel a otros por el delito de no querer aceptar las ideas marxistas. Eso de usar la violencia para obligar a otros a aceptar determinadas teorías es bárbaro y estúpido. No es el camino de la violencia el más indicado para resolver los problemas económicos o sociales de los pueblos, es necesario comprender que debemos aprender a respetar el libre albedrío de los demás; todo acto de violencia o compulsión mental o coacción intelectual es estúpido”…

Después, en su obra El Caso de Cuba, señala: “La vida no se resuelve con teorías ni proyectos. Castro ha querido resolver los problemas económicos de Cuba con teorías, proyectos, cárceles, fusilamientos, etc., pero el resultado es inevitablemente el fracaso. Se ha convertido Castro en un monstruo sediento de sangre”…

Esto fue recordado en una de las publicaciones del Instituto Cultural Quetzalcóatl, en la que también se realizó un ejercicio abierto de respuesta ciudadana a la citada pregunta.

Por todos estos factores, el Estado no debe sucumbir a los chantajes y extorsiones de grupos radicales que además de lo anterior, se resisten a ser evaluados y  a perder, sin duda, las jugosas ganancias que representa una plaza mal habida en muchos de los casos y las cuantiosas cantidades de dinero que reciben del erario público por marchar, por abandonar los salones de clases y enseñar a sus alumnos, que mediante la violencia, la ilegalidad y la impunidad se pueden pedir las cosas.

Ya no hablar si siquiera de que apenas el 10 por ciento de los salarios de un líder de la CNTE o de un comisionado “sindical”, representa una semana completa de trabajo de un obrero, que tiene que sudar el doble de jornadas diarias para alcanzar, apenas, a devengar un pírrico salario mínimo.

Así, que la tarea del Estado es grande, porque no se trata solo de aplicar el mazo, sino de acabar con la impunidad y mediante una estrategia inteligente, encausar el potencial de millones de maestros a una educación de excelencia.

En resumen: la ciudadanía no debe seguir secuestrada; tampoco irrumpida en su paz y tranquilidad, ni impedida en su libertad de tránsito y mucho menos en otro derecho constitucional como es la Educación.