A pesar de que hay muy pocos casos reconocidos por las autoridades educativas y de procuración de justicia, uno de los fenómenos que se han hecho cada vez más frecuentes es la violencia que llega a existir en los salones de clases entre alumnos y profesores.

En México siempre ha existido la intolerancia en algunos docentes que agreden desmedidamente a los alumnos al  golpearlos con el borrador, a reglazos, impactos en las yemas de los dedos o hasta con tirones de cabello.

No obstante, el uso de las redes sociales han permitido que los alumnos denuncien mediante videos estas manifestaciones violentas de los docentes hacia los estudiantes como ocurrió recientemente con un maestro de la Secundaria Técnica número 19 de Durango, quien tras ser evidenciado fue suspendido al golpear a uno de ellos con una regla.

Estas agresiones también han sido constantes y en franco crecimiento en el resto del mundo. Días antes, una maestra del condado de Texas, Estados Unidos, fue arrestada luego de golpear en repetidas ocasiones a un alumno en la cabeza. Debido a la difusión de la grabación, la docente fue arrestada y más tarde fue puesta en libertad al pagar una fianza.

Pero ahora, como parte de esta relación de terror, los alumnos han regresado esa moneda y principalmente estudiantes de secundaria responden la agresión y hasta se han convertido en los victimarios de estas clases violentas como sucedió en Formosa, Argentina, donde un alumno golpea al profesor porque éste lo reprobó.

Otro de los casos que han dado vuelta al mundo es el un maestro de inglés  de una escuela secundaria de la provincia de Anhui, en China, que tomó por el cuello a un estudiante, lo que desató la ira de los demás alumnos, quienes no dudaron en defender a su compañero.

Antonio Gómez Nashiki, especialista de la Universidad de Colima, explicó en su ensayo “La violencia de alumnos hacia maestros en escuelas secundarias”, que este tema está presente en la agenda nacional desde hace ya tiempo.

Indicó que ya se han promulgado distintas leyes en algunos estados de la República, como en Tamaulipas, Sonora, Nayarit, Puebla, Veracruz y el Distrito Federal y puesto en marcha varios programas a nivel nacional, estatal y municipal como Escuela Segura, Sendero Seguro, Mochila Segura y, más recientemente, el Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia.

Sin embargo,  los resultados de estos programas no han sido certeros y cada vez hay más casos en los que la relación de profesor-alumno se colapsa a tal grado que ahora termina en hechos de violencia y agresiones de todo tipo, que fácilmente se evidencian en las redes sociales con un dispositivo móvil.

De acuerdo a conflictoescolar.es en los institutos de Educación Secundaria existe un gran problema en el aula que afecta severamente no solo al proceso de enseñanza-aprendizaje, sino también al profesorado, por lo que ese conflicto llega a alcanzar episodios violentos de alta intensidad donde el acoso entre iguales queda como algo periférico.

Ojalá fuera posible que desde este momento las autoridades del sector educativo, no solo se limiten a preocuparse por los conflictos que ha generado la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) e incluso algunas secciones salidas de control del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

También es prioritario, urgente y de suma importancia, que este creciente fenómeno de conflicto entre profesor-alumno sea abatido, para no sumarle más violencia a la ya de por sí transgresión constitucional de la disidencia magisterial en agravio del niño.

Impedirle su derecho a la educación, violar sus derechos humanos, mutilar las garantías individuales de los menores y ahora permitir que la violencia en los salones de clases se vuelva viral, es un atentado directo contra la niñez.

Si saben escribir: ¡Anótenle, autoridades!