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Hay escándalos de corrupción en todos los partidos, pero ahora estarán más a la vista y sujetos a la evaluación del electorado

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Elecciones 2016

 

Cambió el rostro del poder en México. En 8 de los 12 estados donde se disputó la gubernatura, se dio la alternancia del partido en funciones, de acuerdo con cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares del Instituto Nacional Electoral.

Una reconfiguración que tambaleó en un hecho inédito al PRI, al perder bastiones históricos donde nunca había ganado la oposición, como es el caso de Veracruz —considerada la joya de la corona—, así como Durango, Tamaulipas y Quintana Roo; pasó de tener 19 gubernaturas a sólo 15, es decir, gobernará sólo al 46 por ciento de las entidades mientras que otros institutos políticos controlarán el 54 por ciento restante.

Se trata de una lucha electoral que no ha concluido y que tendrá su momento estelar el próximo año cuando se dispute el Estado de México, una entidad que cuenta con una padrón electoral de más de 11 millones de personas, fundamental para la sucesión presidencial que habrá de librarse en 2018.

Rumores van y vienen sobre el origen de la derrota: la baja aprobación del presidente Enrique Peña Nieto —incluso se habla de ajustes en el círculo de poder de Los Pinos debido al “fuego amigo”—; que si la iniciativa del Ejecutivo sobre los matrimonios gay precipitó la caída; la mala elección de algunos candidatos a las gubernaturas o la guerra sucia que alcanzó niveles insospechados en este proceso.

Para analistas políticos como Ricardo Raphael, la culpa no debe centrarse en el dirigente del tricolor, Manlio Fabio Beltrones, ya que el quid de la derrota se centra en la corrupción —recuerda, entre otros, los escándalos presidenciales de la casa blanca y la casa del secretario de Hacienda, Luis Videgaray, en Malinalco, Estado de México—. Asevera que es un mal que afecta a todos los partidos, y aunque reconoce que el PRI podría no ser el partido más corrupto, sí se presentó en estos comicios “como la fuerza responsable de la pasividad en contra de la corrupción”.

El voto, vía del descontento: Mariana Mesa

Un estudio realizado por el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) advierte a su vez que el hartazgo de la ciudadanía con el desempeño de sus gobiernos fue uno de los principales motores de la alternancia en los comicios celebrados el pasado 5 de junio.

Asegura el estudio que las acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilícito y desvío de recursos, así como los bajos índices de aprobación en gobiernos como Veracruz, Chihuahua, Oaxaca y Tamaulipas fueron lo suficientemente altos como para favorecer a los candidatos de oposición, además de la baja aprobación a la gestión presidencial.

Mariana Mesa, coordinadora del estudio del CIDAC —realizado por Eréndira Cuevas, Carlos de la Rosa, Ximena López, Mireya Morena y Rafael Vega— señala en entrevista a Siempre! que estos comicios fueron una lección.

“Mostró dos cosas: algo que ya se había visto en 2015, el uso del voto en el ámbito local, sobre todo a gobernadores, para castigar o demostrar un descontento con los gobernantes en general.

“Si bien el PRI es el que más golpes se llevó esta vez, ya que perdió 7 gubernaturas, lo más importante es que se dio la alternancia en 8 de los estados que estaban en juego, además de que los electores castigaron también a los gobiernos de la alianza PAN-PRD, que fueron los de Sinaloa y Oaxaca.

“El sentimiento generalizado es que una vez más el voto se utiliza para comunicar el descontento ciudadano con los gobernadores y, por otro lado, para buscar una opción en otros partidos, dependiendo de cada estado”.

Se da la oportunidad a otros partidos, ¿hasta cuándo?

Lo importante es notar que esto no es nada nuevo; como lo hemos visto en ocasiones anteriores, la ciudadanía puede dar este voto de castigo y buscar una opción alternativa en otros partidos, pero lo importante es que a partir de ahora todos los institutos políticos, en este caso el PAN, que de manera puntual fue el que más ganó, su tarea ya no es sólo conformarse con los laureles de las victorias de los distintos estados, sino ponerse en serio a gobernar.

El periodo de elecciones ya terminó, toca el periodo de gobierno, y en ese sentido los partidos que entran al poder tienen la responsabilidad de atender las demandas ciudadanas sobre todo en temas de corrupción y de impunidad, que son las que estamos viendo reflejadas en este voto, y cumplir con lo que se ha propuesto; de lo contrario, lo que vamos a ver es que en 2, 3, 4 años, dependiendo del estado, la ciudadanía va a salir a demostrar su descontento.

Es un primer momento de triunfo para los partidos que llegaron al poder, pero si quieren consolidar su posición, sobre todo pensando que tenemos elecciones presidenciales en dos años, la tarea es responder a estas demandas, particularmente al combate a la corrupción e impunidad, de lo contrario será una oportunidad fallida.

Los próximos procesos electorales deberán cambiar la vida privada y pública de quienes aspiran a un puesto de elección popular, saber que están bajo la lupa y que ahora sí se castigue a los funcionarios corruptos.

Estos comicios fueron la ilustración de lo que podemos esperar en el futuro, sobre todo pensando en la aduana que viene en 2017, en el Estado de México, que va a ser una de las elecciones clave, y el PRI tendrá que ir con todo para pelear y buscar mantenerse en la entidad, ya que es su bastión más grande.

Lo que sí podemos ver son las exigencias de transparencia de la ciudadanía hacia los candidatos en la campaña electoral. Lo que buscan los mexicanos son candidatos mucho más transparentes, que firmen sus #3de3, que sean mucho más accesibles. Ésta va a ser una constante, y, si no, a futuro se va a consolidar; en segundo lugar, le toca a la autoridad responder por medio de una procuración de justicia e más investigación en los delitos de corrupción y desvío de recursos, entre otras cosas.

 

Además de corrupción, malos gobiernos: Rosa María Mirón Lince

Por su parte, Rosa María Mirón Lince, exconsejera del Instituto Electoral del Distrito Federal y catedrática de la UNAM, coincide en que los escándalos de corrupción fueron fundamentales en la derrota del tricolor.

“En los estados donde se dieron las derrotas más sonadas del PRI ha habido escándalos en torno a malos manejos de los gobernadores vinculados a la corrupción, que influye pero no es la única causa; no podemos decir que todo es igual, ha habido distintos escenarios. Hay otras cosas como son los malos gobiernos, sin embargo, hay que ver que el año pasado hubo buenos gobiernos, como el de Querétaro, y sin embargo se perdió.

“También hay elementos como la inseguridad en estados como Tamaulipas y Veracruz, una violencia en niveles altísimos que han llevado a una situación de hartazgo. Lo que sí podemos ver claramente es que hay un electorado que decidió manifestarse, lo cual es bueno, manifestarse por esta vía, dar su opinión e influir para que haya un cambio.

“Para el PRI es una mala señal, hay cosas que no está haciendo bien, desde luego la selección de candidatos pudo haber influido e, insisto, los malos gobiernos y la corrupción. Sin embargo, si ahora estamos diciendo que el ejercicio del gobierno estatal en el PRI le costó la derrota, también le puede costar al PAN, porque hay escándalos de corrupción en todos los partidos, pero ahora estarán más a la vista y sujetos a la evaluación del electorado; ésas serán a partir de ahora las reglas del juego”.

¿Veremos en la cárcel a gobernadores como Javier Duarte o César Duarte?

No me atrevería a afirmarlo, no lo sé, no conozco los procesos que se estén llevando, apenas se abrió el expediente de Rodrigo Medina en Nuevo León, no sé como estén los procedimientos judiciales que hay que seguir en todos los casos. Si hay acusaciones y si se encuentra jurídicamente culpable a cualquier persona, ojalá que se actúe conforme a derecho, que la ley se imponga, es lo deseable.

No se trata solamente de voluntad popular o de voluntad política, no es de que al gobernador lo metan a la cárcel nada más porque sí. Tendremos que ver cómo van esos procedimientos y las pruebas que se presenten para actuar en consecuencia.