El saldo que ha arrojado los múltiples enfrentamientos entre integrantes de la Sección 22 del magisterio oaxaqueño y las fuerzas del orden público en el municipio de Nochixtlán es de seis muertos, 53 civiles heridos, así como 41 policías federales y 14 estatales lesionados, lo que deja en claro que el ala radical del sector educativo en México ha sobrepasado los límites de su lucha.
Hasta el momento seis policías fueron lesionados por proyectil de arma de fuego; por disparos también murió Elpidio Ramos, un periodista del periódico El Sur, asesinado en Juchitán mientras cubría el incendio de camiones para bloquear ese cruce carretero a manos de la CNTE. ¡Alto al fuego!
Que quede claro que nada justifica la violencia y en cualquier escenario sería lo mejor evitarla; sin embargo, los autonombrados “maestros democráticos” han sido tan violentos como los grupos más cruentos al servicio del narco.
No obstante, fríamente, se ve como la CNTE utiliza como rehenes a los ciudadanos oaxaqueños que se han quedado entre el fuego cruzado, que han padecido el desbasto de servicios básicos e insumos alimenticios; ni qué decir de que también han sido arrebatados de su tranquilidad. Tampoco debe ser un campo de batalla, ni una arena donde el más fuerte vence, hasta la muerte. El gobierno federal está obligado a seguir adelante y acabar con todo aquello que irrumpe la paz y la tranquilidad de los ciudadanos; más aún, acabar con la violencia.
La autoridad no debe claudicar, y más ahora que se evidenció la mano de Flavio Sosa, exdirigente de la extinta Asamblea de Pueblos Populares de Oaxaca (Appo), detrás de una parte del movimiento magisterial; la presencia del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el uso de armas de fuego de grupos adheridos a la CNTE, que no son otra cosa más que delincuencia organizada.
El diálogo no existe. La posibilidad se agotó y en un contexto real se debe dejar en claro que hay una gran diferencia entre el accionar de las fuerzas policiales y la actitud que ha asumido la CNTE, a la que se le ha salido de control su plan de acciones y movilizaciones para reprobar la reforma educativa.
Legalmente, los policías han hecho valer el estado de derecho –sin que se descarten abusos, aún no documentados-; mientras que la disidencia magisterial actúa fuera de la ley y no solo por bloqueos carreteros, ni incendios de automóviles o el terrorismo al que tiene sometidos a los habitantes de ese estado sureño del país, sino también al violar uno de los principales derechos constitucionales de las personas: el derecho a la Educación.
Aquí no hay margen de error. Unos, a su modo, hacen valer la ley; otros simplemente actúan fuera del marco legal. De ahí parte la perversidad de los que realmente orquestan el “movimiento magisterial”.
La Comisión Nacional de Seguridad aclaró que las fotografías -difundidas en redes sociales donde se observa a elementos de la Policía Federal supuestamente accionando armas de fuego en contra de los manifestantes en el Estado de Oaxaca-, son totalmente falsas y no corresponden a los hechos que se están generando en la entidad.
Explicó que las imágenes en las que se aprecian a diversas personas presuntamente detenidas por elementos federales, y que son trasladadas en condiciones de hacinamiento, pues por un lado personal de la Policía Federal se encuentra desarmado y sin toletes, por lo que es mentira el uso de armas de fuego por parte de los efectivos policiales.
“La actuación de los efectivos federales se encuentra apegada a los protocolos establecidos para hacer cumplir la Ley sin violentar los Derechos Humanos de la ciudadanía”, indicó la dependencia federal.
Por otro lado, el discurso de la CNTE en otros estados y desde su dirigencia nacional es de odio, a pesar de que han agredido, con lesiones difíciles de curar, a una ciudadanía que solo busca su tranquilidad, desarrollo y mejores condiciones de vida.
Es prioritario señalar que Oaxaca es de los ciudadanos y la paz, no para muertos ni magisterio; dicho en otras palabras: la violencia no debe tener cabida en ningún rincón de Oaxaca, en ningún hogar mexicano o el cualquier especio del planeta tierra, por intereses personales de unos cuantos, llámense como se llamen.